Tras el extraordinario éxito de Juan Guaidó, el autoproclamado presidente interino de Venezuela, al lograr el apoyo de Europa a la operación de cambio de régimen, el próximo frente del asalto al poder pasará por la llegada de ayuda humanitaria de EE.UU.[{adj:17075 alignright}]
En una operación logística diseñada por la Administración de Donald Trump, un convoy de camiones lleno de alimentos y medicamentos llegará en los próximos días a la ciudad fronteriza colombiana de Cúcuta. Otro convoy se acercará después a la frontera brasileña donde intentará entrar por el municipio de Paracaima, en medio de las montañas cuadradas de la Gran Sabana.
Proporcionada por la agencia de ayuda al desarrollo Usaid, un importante elemento de la política exterior estadounidense en América Latina durante la Guerra Fría, la ayuda tiene una fuerte carga simbólica. Envasada en cajas estampadas con la bandera de las barras y estrellas, su principal objetivo, según la Administración Trump y el mismo Guaidó, es fomentar una rebelión en las fuerzas armadas venezolanas.
“Los líderes militares y policiales en Venezuela ahora deben decidir si van a ayudar a que alimentos y medicinas lleguen al pueblo, o si van a ayudar a Maduro”, tuiteó el senador republicano por Florida, el cubano estadounidense Marco Rubio, uno de los diseñadores de la operación.
Guaidó repitió el mismo mensaje dirigido a oficiales de menor rango en las fuerzas armadas quienes –según la oposición– sufren las mismas carestías y se sienten traicionados por una supuestamente corrupta cúpula militar. Casi todos los 2.000 generales de las fuerzas armadas han mostrado, hasta la fecha, una lealtad férrea al chavismo.
Maduro arremetió contra los países europeos que han reconocido a Guaidó. Calificó a Pedro Sánchez, el presidente de Gobierno español, como un “pelele” al servicio de Donald Trump. Si se produce un golpe militar o una intervención militar estadounidense “las manos (de Sánchez) estarán cubiertas de sangre al igual que las de José María Aznar (…) en la guerra en Irak”, sentenció en un discurso pronunciado el lunes ante una división militar.
En referencia al plan estadounidense de mandar ayuda humanitaria, Maduro dijo: “A Venezuela no puede hacérsele una propuesta falsa de ayuda humanitaria (...) ¡No somos mendigos!”. Durante una reunión del Grupo de Lima (países principalmente latinoamericanos que apoyan a Guaidó) en Ottawa el fin de semana, Canadá anunció ayuda por 53 millones de dólares para los venezolanos.
No deja de ser arriesgado el plan de usar el envío de la ayuda humanitaria estadounidense como una palanca para incitar una rebelión en las fuerzas armadas. Hará falta la colaboración de ONGs como Cáritas y la Cruz Roja. Pero Dominik Stillhart, del comité internacional de la Cruz Roja, advirtió este lunes que es difícil proporcionar ayuda humanitaria sin contar con la autorización del Gobierno de Maduro.
"En estos momentos lo de la ayuda humanitaria es una serie de rumores y declaraciones; no hemos recibido ninguna carta pidiendo nuestra colaboración”, dijo un director de la Cruz Roja consultado en Caracas. "En cualquier crisis como esta, la Cruz Roja debe ser imparcial", añadió.
La grave crisis de desabastecimiento de alimentos, y aún más grave, de medicamentos, es la gran baza de Guaidó en su pulso con Maduro. Guaidó dijo el sábado que hasta 300.000 personas corren riesgo de morir inmediatamente en Venezuela y que ellos deben ser los que reciban la ayuda estadounidense.
El régimen de Maduro no reconce la existencia de una crisis humanitaria, largamente documentada por los medios de comunicación.
Si no se logra fomentar una rebelión militar contra Maduro, la estrategia de provocar un rápido cambio de régimen caerá en saco roto. Quedará únicamente el embargo petrolero que, al provocar la intensificación drástica de la crisis de desabastecimiento, provocará una crisis humanitaria que nadie podrá cuestionar y podría provocar tal malestar que hasta los barrios populares chavistas se levantarían contra Maduro. Pero esto sería un largo proceso agónico.
Según cálculos de Torino Capital en Nueva York, el embargo forzará una caída del 40% de las exportaciones de petróleo, privando a Venezuela de los ingresos que permiten importar bienes esenciales.
Con estas sanciones, el mensaje de EE.UU. –y ahora Europa– a Venezuela es “cambiar de régimen o morir de hambre”, afirmó Jeffrey Sachs, economista de la Universidad de Columbia, en The New York Times.