Rechazar la realidad y los avances científicos no es algo nuevo en la historia de la humanidad. En el Día de la Conciencia Ambiental, descubre cómo se produce este rechazo en materia climática.
El negacionismo puede definirse como la negativa a aceptar la validez de hechos científicamente probados aunque se presenten pruebas concretas. Así lo explica un artículo publicado en la página web del Instituto Butantan, un centro brasileño de investigación en biología y biomedicina del estado de São Paulo.
El término abarca varios campos de estudio, incluida la historia, donde se atribuye su origen. “El término se popularizó a finales de la década de 1980, después de que el historiador francés Henry Rousso empezara a utilizarlo para referirse a grupos e individuos que negaban la existencia de las cámaras de gas y el exterminio masivo de judíos por el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial”, explica Butantan.
Como el negacionismo va en contra de los hechos probados, el acto de rechazar la realidad repercute en la evolución del conocimiento, añade la fuente gubernamental.
El negacionismo climático, por su parte, se conceptualiza como “la manifestación contra el fenómeno del calentamiento global causado por el aumento de las emisiones antropogénicas”, detalla un artículo publicado por la Fundação Instituto de Administração (FIA), una organización privada sin ánimo de lucro vinculada a la Universidad de São Paulo, Brasil.
El negacionismo climático se interpone en el camino de una mayor concienciación medioambiental y de los cambios de consumo y comportamiento necesarios para mejorar la relación entre los seres humanos y la naturaleza.
En el Día de la Conciencia Ambiental, que tiene lugar el 27 de septiembre en países como Argentina y México, conoce más sobre el negacionismo y de qué forma la difusión de la información científica contribuye a hacer frente al cambio climático.
Según la Australian Psychological Society (APS), “aunque la mayoría de las personas afirman estar preocupadas por el clima, también es cierto que un gran número de ellas evitan, minimizan, desconectan o se distancian de comprometerse realmente con los problemas”.
Según la misma fuente, la mayoría de los climatólogos (alrededor del 97 por ciento) coinciden en que el cambio climático está causado por el comportamiento humano. Aun así, existe una cierta “brecha de consenso” sobre esta cuestión, y esta diferencia de percepción sobre el grado de acuerdo entre los científicos es lo que refuerza el negacionismo climático entre las personas.
Estudios sobre la percepción del cambio climático realizados en Australia, Reino Unido y Estados Unidos han demostrado, por ejemplo, que entre el cinco por ciento y el 8 por ciento de la población cuestiona el cambio climático, según la APS.
Desde hace décadas, científicos de los más diversos campos de estudio alertan sobre el calentamiento global y sus repercusiones en el clima, explican cómo comunidades de todo el mundo se enfrentarán a “riesgos cada vez mayores debido a niveles sin precedentes de inundaciones, incendios forestales, estrés térmico, aumento del nivel del mar y mucho más”, señala un artículo sobre el tema de la Universidad de Michigan (Estados Unidos).
La fuente indica que, aunque las pruebas son sólidas (“incluso muestran que los desastres naturales relacionados con el clima e inducidos por el hombre están aumentando en frecuencia e intensidad antes de lo previsto originalmente”), existe una laguna de comprensión que es utilizada por este pequeño sector de la población mundial para desestimar los avances de la ciencia y generar confusión sobre el tema.
En este sentido, la organización australiana añade que “una de las formas de hacer frente a esta laguna es dar a conocer el consenso científico sobre el cambio climático”.
“No se puede subestimar la importancia de esto: las investigaciones demuestran que es más probable que la gente apoye la acción política para reducir las emisiones de dióxido de carbono si es consciente del abrumador consenso entre los expertos de que estamos causando el calentamiento global”, argumenta la fuente.
Fuente: National Geographic