La helada negra se produce después de un frío extremo y muy seco como se registra en el país. Eso repercute en la vegetación, fácilmente combustible.
Un fenómeno asociado al clima polar podría causar incendios Entre las denuncias de muertes por hipotermia de personas en situación de calle y tarifas de gas y luz domiciliarias de cinco a seis cifras se suma una advertencia sobre las consecuencias que las heladas negras podrían traer en los próximos meses. Un invierno tan duro como el de este año puede incrementar un problema ambiental asociado al calor: los incendios, muchas veces intencionales y otras naturales, que se desmadran en distintas regiones del país.
Para explicar esta cuestión hay que hacer foco en el pasaje desde el vapor de la olla que empaña vidrios o azulejos hasta el agua en la yema del dedo, el proceso de condensación, que define el camino de estado gaseoso a líquido. En el gaseoso, las moléculas de agua están separadas y se mueven desordenadamente. En el líquido, las moléculas se juntan. Para moverse precisan gran cantidad de energía. Para juntarse tienen que liberarla.
Entre otras variables, las moléculas pierden energía cuando desciende la temperatura. Que el frío tenga injerencia directa en la condensación explica que, cada vez que se empañan el vidrio y los azulejos, estén más fríos al tacto que la temperatura ambiente. Mientras el frío podría cargar un poco de humedad, el frío extremo tiende a ser más seco. Carece de esas moléculas acuosas (rocío), llenas de energía o temperatura danzante.
Quienes recuerden cómo el fenómeno La Niña (caracterizado por su sequía) azotó los cultivos en 2022 sabrán que de la sequedad extrema a los incendios hay solo un paso. Pareciera que La Niña volverá este año, luego de un invierno que dejará bastante material combustible a disposición.
Las alertas amarillas por frío extremo que estuvo emitiendo a lo largo de estos días el Servicio Meterológico Nacional (SMN) no solo fueron para la región patagónica sino también para provincias como Buenos Aires, Córdoba, San Luis, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Salta, Catamarca, Tucumán, La Rioja, San Juan y Mendoza.
Cindy Fernández, experta del organismo que se ocupa de informar el pronóstico en materia meteorológica, confirmó que “el aire, cuanto más frío es, más seco será. O sea que, mientras más caliente es el aire, más humedad puede llegar a tener y, mientras más frío es, menos humedad puede tener. Si en ese contexto de frío no hay nieblas ni nubosidad o evaporación desde el suelo se forma la helada negra.
Según señaló la especialista, “la helada blanca se produce cuando el aire está muy seco, pero tiene la cantidad de humedad suficiente como para formar escarcha, que da esa sensación de manto blanco. Esa escarcha es buena porque protege las plantas: ayuda a que no mueran porque el cambio de fase del agua genera una liberación de calor, lo que mantiene casi sin cambios la temperatura de la planta, salvo que la escarcha dure muchos días, en cuyo caso moriría”.
Por otro lado, Fernández señaló: “cuando esto no ocurre, lo primero que se congela es el agua en el interior de las células de las propias plantas. Molecularmente, los cristales de hielo, al ser pinchosos, van rompiendo las células al interior de la planta. Entonces muere la célula y, en consecuencia, la planta.
Se usa la expresión ‘helada negra’ porque, al morir, la planta toma una coloración oscura. El aire que nos está afectando en estos días, tanto en Buenos Aires como en Córdoba, por ejemplo, viene siendo extremadamente seco”
Su mirada coincidió con la de María de los Ángeles Fischer, investigadora del Instituto Clima y Agua y especializada en el monitoreo de focos de fuego del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta). Aludió a dos conceptos centrales para los próximos meses. La senescencia (o envejecimiento) de la vegetación y su potencial transformación en combustible. “Un frío intenso con este tipo de heladas, blancas o negras, según si son visibles o no, afecta la cobertura vegetal y provoca mayor senescencia de la vegetación que en un invierno leve. Es propio de esta época. Esa muerte de la cobertura vegetal, en el futuro, hará que haya más combustible disponible para futuros incendios”, remarcó.
“La ocurrencia de un incendio depende de muchos factores (no solo la cantidad de combustible), como el estado del combustible y que haya alguien que lo prenda o que estén dadas las condiciones meteorológicas que favorezcan la activación de esa fuente de ignición. Que un fuego se propague depende de muchos factores, como las condiciones del viento o la ausencia de barreras físicas. Es el caso de las pendientes abruptas, que hacen que el fuego se propague y el foco aumente en gravedad”, aclaró.
Pero nada evita que “el frío intenso provoque la muerte de la cobertura vegetal, lo que hace que aumente el material seco y, en consecuencia, que se genere una mayor fuente de combustible futura”.
Se trata de un escenario potencial, ya que “todavía no hay ninguna estimación de incendios a largo plazo”, resumió Fischer. Sin embargo, el Inta viene advirtiendo una probable transición esta primavera de El Niño (fenómeno asociado a lluvias) a la La Niña.
“Helada negra” refiere al color oscuro que toma la planta al morir.
Fuente: Clarín