Los especialistas aseguran que no es sólo un problema de la cordillera, sino mundial, y que se dejó de cazarlo con destino comercial porque hay más restricciones y temores.
“Todo el año están abiertas todas las modalidades de caza como una de las maneras de bajar la carga de población de jabalíes”. El médico veterinario Federico Hollmann, director de Fauna de Río Negro, se refirió a la problemática de esta especie exótica e invasora que definió como “un problema mundial”. Advirtió que desde el 2007, se implementan “políticas para tender al control de la especie”.
“Articulamos con el municipio que recibe las denuncias ante cualquier presencia de jabalíes. Este año no hemos tenido ninguna en el ámbito urbano. El año pasado, solo un episodio en Costa del Sol”, destacó Hollmann.
Además de promover la caza comercial, la caza control y la caza deportiva en el área provincial, la Dirección de Fauna impulsa un trabajo para volver a darle un destino comercial a la carne de jabalí, junto con el Inta, Parques Nacionales, Senasa y la Universidad del Comahue y Río Negro.
“Se logró establecer un método más eficiente para la detección de triquina. Estamos avanzando para contar con un laboratorio en Bariloche”, habilitado por el Senasa, que certifique la comercialización, explicó Hollman.
Desde hace 12 años, los investigadores del Conicet, Sebastián Ballari y Noelia Barrios García, trabajan sobre el impacto económico de los jabalíes y los daños sobre los sistemas naturales.
“El jabalí, así como todas las especies exóticas invasoras, son un problema no solo en Argentina sino en el mundo. El Ipbes, un organismo a nivel internacional que reúne expertos de todo el mundo, destaca a las especies invasoras como uno de los cinco factores más importantes que alteran la biodiversidad”, indicó Ballari, doctor en Ciencias Biológicas.
“No es que hay chanchos en Bariloche -acotó Barrios García-, es a nivel mundial. Se está invirtiendo mucho dinero para abordar el tema”.
Horacio Paradela, coordinador de Conservación y Uso Público del parque Nahuel Huapi, recalcó que “hay una diversidad de estrategias y modalidades de intervención” vinculadas a los jabalíes. “En el plan de manejo, hay objetivos territoriales. Pero intervenimos ante cualquier denuncia”, aseguró.
En la Isla Victoria, Parques habilita la caza de jabalí a terceros aunque fuera de la temporada de verano. En lago Espejo y en la zona del Challhuaco, solo el personal especializado de Parques está habilitado para la caza (ante alguna denuncia y en momentos específicos) por el alto valor de conservación de esos lugares”.
“Cuando hay un avistaje o denuncia por un jabalí en un camping, en áreas de uso público, también hay un protocolo. Interviene personal de parques con el dispositivo que sea el mejor. A veces, se instalan trampas diseñadas para tener éxito con el animal. Que no se escape ni la rompa”, especificó Paradela.
La trampa debe quedar abierta entre 10 a 15 días “para que el animal no la asocie con ningún riesgo”. Una vez atrapado, el jabalí se sacrifica. “Es un vector de la triquina que puede transmitirse al ser humano. Por eso, no donamos carne sin una certificación que indique que es libre de todo riesgo para el consumo humano”, señaló Paradela.
También se autoriza la caza en propiedades privadas para un control de las especies exóticas que incluyen el jabalí, el ciervo y el conejo. “En la zona del Manso, estamos trabajando en una autorización para los pobladores rurales que tienen permisos históricos de ocupación”, dijo.
“No hay una receta”
El jabalí es omnívoro. El 90 por ciento de lo que come son plantas, el resto es materia animal. “En las épocas en que no puede comer frutos o plantas, come recursos subterráneos. Usa los colmillos para dar vuelta la tierra. Áreas enormes”, describió Barrios García.
Ballari describió que “éste es el rastro más patente de la especie. El daño más extensivo que uno visualiza: queda el suelo arado. Pasando la Playa Negra en la zona de Mascardi, ese mallín suele estar dado vuelta”.
Los especialistas coincidieron en que abundan las técnicas para la captura de jabalíes y controlar así la población. Australia o Estados Unidos son los más avanzados. Además de la caza y las trampas, se emplean cebos tóxicos, se colocan alambrados o cercos en áreas protegidas, boyeros eléctricos. “Incluso, hay cebos con feromonas como si fueran de depredadores que ahuyentan a los animales”, agregó Barrios García, licenciada en Ciencias Biológicas.
Ballari advirtió que las estrategias se adaptan al lugar, a la población, a la logística y a los recursos pero no hay “una receta para controlarlos”.
“Hay cotos de caza deportiva pero los cazadores buscan los ciervos colorados mayormente y no el jabalí. La Administración de Parques Nacionales reconoce a las especies exóticas invasoras como un problema, y en un documento del 2007 se indica que las áreas protegidas deben abordar esta problemática a través de diferentes estrategias de manejo”, agregó.
Qué hacer cuando uno se encuentra con uno
“Si uno ve un jabalí o cualquier especie silvestre, en el 99 por ciento de los casos, va a tender a irse para el lado contrario. Si el animal te escucha, te huele o te ve, en gran parte de los casos, va a ser evasivo”, advirtió Ballari al tiempo que destacó que no tiene buena vista pero sí buen olfato.
Los expertos recomiendan evitar las áreas cerradas de vegetación exhuberante y en los senderos, nunca circular en silencio sino hablando y haciendo ruido para que los animales escuchen y se vayan.
“El único momento del año de mayor peligro es cuando las hembras están con cría. En caso de encontrar un animal en un lugar abierto, lo mejor es silenciosamente retirarse del lugar, alejarse”, alertó Barrios García.
En este sentido, Ballari aclaró: “Probablemente lo que encuentres son rastros de hozadas pero la probabilidad de encontrarse con un animal frente a frente es muy baja y la probabilidad de que te ataque es muchísimo menor”.
El impacto “silencioso” de las especies invasoras
El naturalista, museólogo y docente Claudio Bertonatti enfatizó que “las invasiones biológicas son un problema mundial. Es considerada una de las grandes amanazas de la biodiversidad. Llegó a ser la segunda causa de extinción de especies. Hoy está entre primeros cinco puestos”.
Bertonatti recordó que cuando una especie se estabiliza en un nuevo escenario comienza a competir, a desplazar y extinguir a las especies que ocupaban ese espacio.
“Hay muchos otros impactos casi invisibles, como la propagación de nuevas enfermedades o patologías y daños indirectos a economías regionales”, señaló Bertonatti, que es además investigador adscrito de la Universidad Maimónides y asesor científico de la Fundación Azara.
“Abundan los trabajos que recomiendan cómo erradicar o controlar. ¿Dejamos entonces que sigan avanzando? Mientras no se haga algo, todo eso trae consecuencias que juegan en contra de naturaleza y el desarrollo humano”, concluyó el naturalista.
Fuente: Diario Río Negro