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Las reservas naturales al Conurbano

Dentro del área más poblada del país se pueden encontrar algunas reservas naturales y ecológicas donde viven animales, plantas nativas e insectos en su hábitat. Te invitamos a conocer algunas de ellas.

Conurbano verde: conocé las reservas naturales que sobreviven en el área más poblada del país
Conurbano verde: conocé las reservas naturales que sobreviven en el área más poblada del país

A pocos kilómetros o en medio de zonas altamente pobladas del conurbano bonaerense, se encuentran algunos espacios verdes donde la gente puede ir y encontrarse con la naturaleza libremente. Son puntos ecológicos donde se pueden ver animales, insectos y plantas nativas en su hábitat.

Estas reservas naturales muestran ecosistemas típicos de la región, libres de la mano del hombre. Además, ayudan a preservar la biodiversidad autóctona de cada zona.

Actualmente cerradas por la pandemia de Coronavirus que azota al mundo, estas áreas se encuentran más tranquilas y se pueden notar algunos cambios, aunque no son cruciales.

En Avellaneda podemos encontrar la Reserva Ecológica de la Municipalidad, denominada Eco Área Avellaneda. Tiene un total de 140 hectáreas que se extiende desde el Arroyo Sarandí hasta el Canal Santo Domingo, al borde del Río de La Plata.

Cuenta con diversos ecosistemas, más de 180 especies de aves, 10 de anfibios (casi el 50 por ciento de las que hay en la Provincia de Buenos Aires), y 30 de libélulas. Además, hay presencia de ceibos, la flor nacional argentina.

En sus redes sociales se encuentran muy activos por el aislamiento social, llevándole a la gente imágenes de la reserva. En ese sentido, afirman que algunas plantas se encuentran invadiendo algunos tramos de las pasarelas y hay arañas que tejen sus telas encima de las mismas.

Un poco más al sur encontramos la reserva natural de Bernal, es uno de los bienes naturales más preciados del municipio. Cuenta con aproximadamente 150 hectáreas que van por la costa del Río de la Plata, desde la desembocadura del Canal Santo Domingo hasta el tramo final de la Calle Espora.

Allí se protegen humedales, juncales, pastizales y bosque ribereño. En sus diferentes ambientes pueden observarse alrededor de 100 especies de aves.

A pesar de ser un bien municipal, un grupo de vecinos son los que se encargan de realizar las actividades en el predio. La Asamblea “no a la entrega de la costa” se encarga de proteger el área natural, además de darle valor en la zona. “Nuestra asamblea es hija de otra que peleaba contra los rellenos sanitarios de Ceamse de Villa Domínico y Quilmes”, cuenta Nieves Baldaccini, una de sus integrantes.

“Empezamos a hacer caminatas en el 2008 o 2009, que se llamaron ´conocer para defender´, para que la gente conozca esta zona natural y se preocupe por defenderla”, recuerda, y agrega: “asistía mucha gente que sabía de especies animales, vegetales e insectos que nos explicaron y dieron información sobre lo que había acá”.

A partir de esos encuentros, se fue formando un grupo de voluntarios que conforman la asamblea y ayudan a la reserva. Entre las actividades que organizan se destacan: caminatas diurnas y nocturnas con luna llena, excursiones con escuelas, avistamiento de aves, relevamientos de plantas nativas, arañas y opiliones.

“Nosotros estamos protegiendo un espacio que hace a la calidad de vida de las personas. Si tenés el ambiente contaminado y enfermo, la gente se va a enfermar. No se toma real dimensión de la importancia de generar corredores de biodiversidad”, afirma Nieves.

Más al sur del conurbano, se encuentra la Reserva ecológica Parque Pereyra Iraola, que cuenta con bosques y especies nativas de la costa bonaerense. Mide cerca de 10.000 hectáreas que abarcan los municipios de Berazategui, Ensenada, Florencio Varela y La Plata.

Por el medio del mismo circulan dos arroyos: el Pereyra y el Baldovinos. Cuenta con más de 132 especies forestales, entre las que hay introducidas y flora autóctona. De estas últimas se destacan talas, ceibos, lianas, sauces, helechos y rastreras, que crean un sotobosque. También se pueden ver cerca de 200 tipos de aves, zorros grises, lagartos overos y gatos monteses.

Entre sus atracciones más importantes está el “Árbol de Cristal”, una especie exótica que brilla a la luz de la luna, la mariposa “Bandera Argentina”, que se reproduce solamente en el árbol nativo el coronillo.

Normalmente se realizan visitas programadas con escuelas y universidades. Además, se permite realizar senderismo y ciclismo por los caminos que se encuentra en el sur de la reserva.

Por otro lado, en el noroeste del conurbano bonaerense, se encuentra la Reserva Natural Urbana El Corredor, ubicada en San Miguel. Esta es una zona recuperada, que anteriormente había servido como chatarrero de automotores municipal y de la justicia. Cuenta con acceso al Río Reconquista y los trabajadores de la misma, buscan recuperar el ecosistema del distrito.

Las primeras actividades de recuperación de la zona comenzaron en 2011, con reconocimiento de la zona. Alejandro Hillar, coordinador de actividades en la reserva y que también trabaja para la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Local del Municipio de San Miguel, cuenta que se sumó en 2013 “llevando árboles porque tenía un vivero de plantas nativas”.

Recién en 2016 pudieron erradicar totalmente el chatarrero de la reserva. Para ese entonces ya hacían actividades con escuelas y plantaban colectivamente. “Ahí todo dio un giro porque podíamos acelerar el trabajo y demostrar que la propuesta era de interés”, cuenta Alejandro.

La principal característica de la reserva es que está hecha sobre el que fue el cauce original del Río Reconquista. Allí se pueden apreciar tipos de aves, tortugas y garzas. Alejandro destaca que esta reserva “es el único acceso público al río que hay en todo San Miguel”.

Para la realización de la reserva contaron con un gran apoyo de la carrera de Ecología Urbana de la Universidad Nacional de General Sarmiento.

Ahora, con el aislamiento, “pude ir a ver y noté más presencia de animales en la zona del río”, explica Alejandro, y agrega: “las actividades siguen de manera muy tímida. Lo que estamos haciendo son labores de mantenimiento muy básicas para que algunas plantas subsistan”.

“Lo que más me gusta de la reserva es una frase que usamos mucho: ´la reconquista del río´. Nos gusta pensar que la reserva es un espacio para que la gente reconecte con la naturaleza”, dice Alejandro para definir las actividades que realizan en la Reserva del Corredor.

También al oeste, podemos encontrar la Reserva Natural Urbana de Morón, que cuenta con una superficie de 15,5 hectáreas. Hay sectores de pastizal pampeano, bosques nativos característicos de los talares y bosques donde predominan especies exóticas.

En medio de la ciudad, se encuentra este espacio donde se puede ingresar libremente y que ofrece paseos a pie donde se pueden apreciar diferentes tipos de animales y plantas de la zona. Es una reserva pensada para pasar en familia, con espacios para chicos, pero también de descanso y libres del ruido de las calles que la rodean.

Entre los animales que pueden verse hay chimangos, gavilanes, comadrejas, liebres, cuises, largos overos, culebras, insectos y anfibios.

Por último, en el noreste de la provincia, encontramos la Reserva Natural de Pilar, de casi 150 hectáreas, en donde se encuentra cuatro tipos de ecosistemas: pastizal pampeano, bosque en galería, humedal y un talar.

Graciela Capodoglio, directora de la reserva, cuenta que estos ecosistemas son “una ventaja para cuando vienen las escuelas de excursión, ya que en un día los chicos pueden diferenciar los tipos. Además, tienen una buena biodiversidad”.

Las visitas son una constante en la reserva que recibe de 5 a 10 escuelas por semana. También acuden fotógrafos y observadores de aves que están muy interesados: “en Argentina hay alrededor de mil especies de aves y acá hay 246 especies reconocidas, casi un cuarto”, explica Graciela.

Entre otras actividades, realizan visitas guiadas los fines de semana, paseos en canoa, caminatas nocturnas, clases de yoga y de tai chi. También organizan charlas específicas cada mes, “en este tendríamos que haber hecho de mariposas porque es cuando más se ven. Traemos a un especialista que da una charla y luego se sale a buscar mariposas. Es un teórico-práctico en el día”, narra Graciela.

Además, el 24 de junio suelen festejar el año nuevo del hemisferio sur, y el primer fin de semana de agosto el día de la Pachamama (1 de agosto). Aunque son actividades que están en duda por el aislamiento social que se lleva en el país. En ese sentido, Graciela cuenta que “los guardaparque viven ahí y ven que los animales están más tranquilos. Por ejemplo, hay un gato montés que va a comer cuises cerca de la entrada”, aunque agrega que “en 15 días no se va a notar un cambio profundo. No tenemos agua transparente”.

La entrada a la reserva es libre y gratuita, ya que, en palabras de Graciela, “la educación ambiental es un derecho”.

Fuente: InfoCielo

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