En abril de 2018, Córdoba sumó un nuevo parque nacional: Traslasierra. En 2020, dos años después, podría estar abierto al público, aseguran desde la Administración de Parques Nacionales (APN). Sin embargo, por lo bajo técnicos de esta área aseguran que no están dadas las condiciones.
Emiliano Ezcurra, vicepresidente de la APN, aseguró a este diario que “no falta tanto” para que esta área protegida se abra al público. “Dentro del primer semestre de 2020 se podría dar. La tarea más importante es abrir un camino para acceder al parque”, dijo el funcionario.
El funcionario entiende que la mejor alternativa es mejorar el camino ya existente que viene desde Serrezuela, al norte del parque. “Hay un camino, pero habría que mejorarlo pasando maquinaria pesada”, detalló.
El parque está integrado por unas 27 mil hectáreas de la estancia Pinas que pertenecían a Juan Manubens Calvet, en el departamento Minas, al oeste provincial. La expropiación se dio sobre quienes administran la herencia, la cual ha estado repleta de polémica por más de 35 años.
El resto de las 105 mil hectáreas se transformaría en reserva nacional, aunque todavía no se ha completado el trámite.
En un momento se pensaba que toda la estancia iba a ser parque nacional, pero los fondos aportados por la fundación suiza Wyss no alcanzaron y ni la Provincia ni la Nación sumaron dinero.
La fundación aportó unos cuatro millones de dólares, pero el Consejo Provincial de Tasación valuó a la totalidad de la estancia en 15 millones de dólares.
El resultado es un parque nacional que, si bien abarca todo el gradiente altitudinal desde las sierras de Guasapampa hasta la llanura en el límite con La Rioja, dejó afuera varios sitios muy valiosos.
Por ejemplo, el casco histórico de la estancia (donde residió el político Lisandro de la Torre) y toda la margen este del enorme predio, un sector de piedemonte, de gran valor ecológico y con presencia de agua.
También quedó fuera del parque el camino de acceso a la estancia por el sur. Esa sería la mejor alternativa de ingreso ya que es una vía que está conectada con la ruta provincial 28, muy cerca de las localidades de Taninga y Salsacate.
Ese sector sur de la estancia sería transformado en reserva nacional, un nivel de conservación menor en el que además los predios siguen en manos privadas. Entonces se debería solicitar un permiso para un paso de servidumbre.
Críticas desde adentro
“La etapa de creación no fue buena. Tampoco estuvimos de acuerdo con el nombre, porque Pinas es un nombre muy arraigado en la región y esa zona no es Traslasierra”, dicen desde adentro de la APN.
Más allá de estos detalles y de la falta de un camino de acceso, los técnicos aseguran que no están dadas las condiciones para habilitar el parque al público. “Todavía no estamos en el territorio, ni siquiera tenemos una casilla rodante en el lugar”, aseguran.
Y agregan: “La APN recibió recortes de presupuestos y no vemos posibilidades económicas de contar con una mínima infraestructura para albergar a guardaparques y brigadistas para combatir el fuego”. En ese sentido, abrir al público sin un plan de manejo de incendios sería una irresponsabilidad, señalan. “Lo peor que le puede pasar a Pinas es el fuego, se perdería todo lo que se ha trabajado hasta ahora”, puntualizan.
Sin plan de manejo
La apertura al uso público requiere que haya control y vigilancia no sólo del fuego. Debe haber protocolos para tratar a una persona mordida por una serpiente o alguien con una descompensación. “Ni siquiera está habilitado para que puedan ingresar equipos de investigación”, aseguran.
Otro detalle: el parque no tiene intendente, la autoridad máxima de un área protegida. Por un convenio con la Provincia, el personal del parque puede residir momentáneamente en el Parque Natural Provincial Chancaní, que está unos 20 kilómetros de Pinas.
Además, tampoco está alambrado, señalan los técnicos. De esta forma, el ganado puede cruzar desde la reserva, donde los animales están permitidos, y llegar hasta el corazón del área protegida.
El Parque Nacional Traslasierra representa la ecorregión del Chaco Seco, una de las más amenazadas a nivel mundial y de las menos conocidas por los viajeros y la comunidad en general.
Se caracteriza por la presencia de bosques, arbustales, pastizales naturales y ambientes salinos.
Se estima que en la estancia viven unas 161 especies de aves, 24 de mamíferos y 30 de reptiles.
Muchas de ellas se encuentran en alguna categoría de riesgo a nivel nacional, como la tortuga de tierra, la martineta, el águila coronada, el carpintero negro, el tucu-tucu cordobés (endemismo), el pecarí de collar y el pecarí chaqueño.
También hay registros de guanacos y loros habladores, con pocos representantes dentro del territorio cordobés. Y está presente el oso melero, que recientemente ha llegado a Córdoba.
Además, en la estancia hay un importante casco histórico, vestigios de culturas prehispánicas y una capilla del siglo XIX.
El parque nacional serviría para movilizar el turismo en la región, que ya posee otros atractivos como el camino de los Túneles de Taninga y el parque provincial Chancaní.
Sería un empuje económico importante para Pocho y Minas, dos de los departamentos más pobres de la provincia con problemas de desempleo y de acceso a servicios sanitarios.
Fuente: La Voz del Interior