El ingeniero agrónomo Oscar Cena vive en la ciudad de Reconquista, Santa Fe, donde la ONG Incupo (Instituto de Cultura Popular) tiene su sede central, y de la cual él es miembro desde hace 30 años. Incupo lleva 50 años de trabajo social al servicio del campesinado del Norte argentino.
Oscar comenzó en Santiago del Estero trabajando con caprinos en monte nativo y siempre le apasionó la ganadería y su integración con los bosques naturales. Este profesional nació en un pueblo forestal, La Gallareta, al sureste de Reconquista, y seguramente su paisaje natal le marcó su vocación actual, la de haberse puesto al hombro la problemática de los bosques nativos de su región.
Como parte de Incupo o también como su actividad privada como asesor, Cena se desempeña como formulador de planes de manejo de bosques nativos orientados especialmente hacia sistemas silvopastoriles, con cría bovina. Pero además es responsable técnico del vivero de especies nativas en el centro de capacitación que tiene la ONG, y que está ubicado en Colonia La Lola, a 13 kilómetros al sur de Reconquista. Allí lo entrevistamos:
En la entrevista con Bichos de Campo, Oscar mostró de entrada un mapa que demuestra por qué su tarea y la de ese vivero son muy importantes. Allí se ve claramente cómo ha venido reduciéndose la superficie ocupada por bosques nativos en la provincia de Santa Fe. Dice: en 1914 había 6.500.000 hectáreas con algarrobos y otras especies. En 1935 pasó a haber 5.900.000. Y en 2022 quedaban solo 1,2 millones de hectáreas.
-¿Cuáles fueron las razones de esta drástica reducción de los bosques nativos en apenas 100 años?
-Nosotros veníamos viendo este achicamiento debido al crecimiento de las intervenciones para un modelo agrícola y ganadero. Pero no olvidemos que la empresa inglesa La Forestal, primera productora de tanino desde fines del siglo 19, fue extractiva. Dicen que se había acordado una reposición, pero no se cumplió.
-¿Este proceso condiciona a las comunidades de pequeños productores con los que ustedes trabajan?
-La extracción la hace el gran productor cuando habilita mucha tierra. Y el pequeño, se queda resistiendo, con un modelo diversificado y esta caja de ahorro que tiene siempre, que es la ganadería. Los que se pudieron quedar en el campo, hicieron ganadería de monte, en bosques y pastizales de la Cuña Boscosa, donde colonos gringos han recibido tierras, y han intentado desarrollar una agricultura, pero sin tecnología, porque aún no manejan la cosecha ni el mercado, de modo que siempre reservaron una parte de bosque con la ganadería.
-Dijiste caja de ahorro…
-Porque se sigue demostrando que la ganadería es un reservorio de capital y la actividad productiva no varía tanto. La sequía, las inundaciones, el mercado, todo lo le pega al pequeño productor y lo funde, y se ha ido retirando del campo, masivamente. En esos bosques “relictos” o frágiles, hemos planteado cambiar de modelo. Ahora decimos: “Volvamos a hacer ganadería, pero aprovechando la parte desmontada, haciendo agricultura, forraje”.
-Es decir, desde Incupo proponen cambiar la lógica para que la ganadería conviva con el bosque pero a la vez se pueda establecer algún modelo que sea más productivo.
-Pero por un modelo que empiece a ir la agricultura, porque si no los pequeños productores no tienen rentabilidad. Porque si no, ya pasan a ser rentistas. Todo el mundo alquiló su tierra a los grandes productores, quienes tenían el financiamiento, los insumos y la herramientas para sembrar y cosechar, y están vinculados a los mercados donde se venden esos commodities. El pequeño productor no podía hacer esa cadena. Poco a poco unos fueron dejando de alquilar, y ahora lo primero que hacen es planificar su establecimiento: dónde pueden sembrar algo de pasturas, dónde pueden hacer algo rotativo con la ganadería, más en las praderas, y dónde es el refugio de invierno, donde tira alimento el bosque nativo. Allí se refugia el animal y no se estresa por los grandes fríos y se puede ir a cosechar frutos del algarrobo, del guayacán y sobre todo, la espina corona, que lo tira en invierno.
-¿Está demostrado que la producción de esas especies nativas sirve como alimento sustituto para el bovino dentro del monte?
-Es complementario. Comen el pasto de las praderas, de mala calidad, y vienen a comer lo que queda de verde en el bosque, más los frutos que éste tira. Porque históricamente la ganadería se hizo en sistemas de bosques y pastizales. Por eso en los años ’80 y ’90 se decía que se fue corriendo la misma, de La Pampa, y terminó en Formosa.
-¿Y la agricultura está pensada como otro suplemento?
-Se viene diciendo desde hace años que hace falta suplementar al bosque nativo en los inviernos. Porque en la región chaqueña hay un bache alimenticio en los inviernos. Porque la producción natural está sujeta a las heladas de ese año y a la humedad ambiente. ¿Y dónde se va a hacer la reserva? En la ex-chacra, en la tierra limpia, donde se puede sembrar, como se hace la alfalfa en La Pampa Húmeda. Hay que hacer la reserva o diferir el verdeo hacia el invierno. Había que tener un pedazo de tierra agrícola, no había que hacer todo commodities o granos para exportar. Ese modelo se está enriqueciendo en esta zona. Y los que sacan los destetes, no los mandan a engordar a La Pampa Húmeda o a Formosa, sino que quedan acá, porque ahora está la industria que deriva muchos nutrientes, que van a parar a los feedlots. Así se recreó una ganadería nueva en el norte santafesino, donde los pequeños productores ahora también le venden al mercado local o regional.
-Entonces el planteo es generar un mercado ganadero nuevo que integre a esos pequeños productores para que conserven el monte que sigue en pie y se valgan de nuevas herramientas tecnológicas. ¿Con la ayuda de Incupo se logró poner freno al deterioro del bosque?
-Nosotros no vamos a cambiar la totalidad, pero al menos aportamos un nuevo modelo productivo al debate. No se puede seguir desmontando, porque no lo soporta más el ecosistema y porque económicamente si no le aplicás al suelo el paquete tecnológico, a los 4 o 5 años no te va a seguir rindiendo. El modelo extensivo de la ganadería no va más. Hay que planificar, dividir por ambientes: los bajos y las lagunas, el pastizal de altura y los bosques de invierno.
-¿Han podido bajar este modelo al territorio?
-En 2002 nos pusimos a trabajar en lo teórico y acompañando a los pequeños productores. Estamos logrando parar el desmonte, estamos trabajando de modo muy fuerte con la ganadería, con estos planes de manejo del bosque nativo. Muchos productores, si bien están lejos de vivir del campo, lo bueno es que aún conservan la filosofía o la cultura del arraigo y su unidad productiva sigue estando. Porque se fueron a buscar trabajo a la ciudad y no hay. En cambio en el campo sí, pero necesita ser mejor remunerado. El pequeño productor también aspira a ganar y aunque no se le pueda pagar a valor soja, sí se lo podría incentivar reduciéndole impuestos o a través de compensaciones por cuidar el bosque. Claro que se han hecho cosas. Y acaban de llegar los Fondos Verdes del Clima, que pagan por resultados. También estamos queriendo potenciar unidades apícolas.
-¿Y este vivero cómo juega en este plan?
-Hemos creado un vivero para aportar una cantidad de especies nativas. Muchos están llevando plantines de algarrobos. Las semillas que salen de acá deben ser de un Banco de Germoplasma. Hemos logrado ya meter 7000 plantines en los campos, proveyendo al Inta, a escuelas, a casas de familia y a productores. Estamos lanzando un programa propio. Estamos acá para regenerar nuestros bosques con especies forestales nativas.
Fuente: Bichos de Campo