Un equipo de investigadores de Conicet en Bariloche buscan contribuir a la soberanía alimentaria.
Investigadores de Conicet crean en Bariloche un invernadero para producir todo el año Producir hortalizas en zonas de clima hostil como la Cordillera y la Línea Sur es un desafío no apto para impacientes, que demanda dominio de las técnicas y acceso a equipamiento muy específico, de costo muchas veces inalcanzable.
Para extender los períodos de cultivo es clave contar con un invernadero, y aun así entre junio y septiembre es necesario frenar la actividad, porque el frío congela las plantas, incluso en modalidad bajo cubierta. En la búsqueda de resolver esa limitación un equipo de investigadores del Conicet comenzó a desarrollar el llamado “invernadero de cuatro estaciones”, que ya tiene un prototipo que está en pleno período de pruebas y también en proceso de patentamiento.
Una de las responsables del proyecto, la bióloga Betina Cardoso, dijo que idearon el invernadero para las familias interesadas en el autocultivo de alimentos, pero subrayó también que “tiene potencial importante para uso productivo en mayor escala”.
Explicó que hoy los invernaderos clásicos, construidos con postes de madera y cobertura plástica, sirven para extender los cultivos cultivos de verano a un período que, según la zona, se inicia en septiembre y puede durar hasta mayo.
Con el diseño innovador del invernadero “cuatro estaciones” ya no habría veda climática y se lo podría aprovechar todo el año. En principio las especies a producir podrían ser verduras de hoja y (ensayos mediante) es viable probar con tomates, albahaca y otras hortalizas más sensibles al frío.
El diseño permite optimizar el aporte de la radiación solar, y los materiales empleados en el aislamiento minimizan la pérdida de calor. A su vez, un sistema de circulación de aire por caños enterrados evita el enfriamiento excesivo del subsuelo.
Mientras mostraba el vivero experimental que ya tienen montado en el predio del Instituto Andino Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geambientales (que comparten la UNCo y el Conicet), Cardoso señaló que el aire calentado en el ambiente por la cobertura traslúcida baja por caños verticales hasta un lecho de piedras colocado debajo de la tierra de cultivo, a fin de mantener a una temperatura apta a la altura de las raíces y garantizar así el crecimiento de la planta.
Para forzar la circulación de aire el sistema emplea una pequeña turbina eléctrica, que puede alimentarse a energía solar.
Cardoso destacó que el diseño está pensado para viabilizar la producción todo el año sin calefacción artificial ni demanda de energía externa.
El proyecto es desarrollado por el grupo Entec, que integra también el físico y especialista en energía solar Luis Juanico. Cardoso es doctora en Biología, con especialización en etnoecología. Es investigadora del Conicet desde 2008 y acumula nutrida experiencia en el trabajo con comunidades rurales y también estudios sobre eficiencia energética. Su trabajo de doctorado tomó como objeto de estudio el consumo de leña en la Línea Sur.
Materiales durables
El invernadero que propone el grupo del Ipatec tiene un diseño específico para sortear los rigores climáticos, a lo cual contribuye también la orientación elegida para su emplazamiento. La estructura es de hierro, el techo y la pared norte son de policarbonato alveolar, que garantiza una buena tasa de conservación del calor. Hacia el sur, la pared tiene aislamiento con paneles de telgopor.
Una puerta en cada extremo y también ventanas superiores permiten abrirlo en verano para evitar un calentamiento excesivo. Mientras que en invierno, cuando se suceden los días nublados y la temperatura no sube de los cuatro o cinco grados, dentro del invernadero se mantienen como mínimo unos ocho diez grados, suficiente para asegurar la sobrevida de las plantas.
Cardoso dijo que las pruebas comenzaron hace casi un año y acaban de recibir un nuevo aporte de un programa nacional para instalar el sistema de riego automatizado, lo cual les permitirá comenzar con los cultivos experimentales. Un paso clave antes de promover su aplicación concreta en ámbitos rurales y suburbanos.
“El costo de construcción es más alto que el de un invernadero común, pero con estos materiales se logra que la nieve no lo tire, que el viento no lo rompa, y garantiza una buena durabilidad, además del bajo costo operativo”, afirmó.
Dijo también que la eficiencia del aislamiento térmico permite evitar el congelamiento de la parte aérea de las plantas, que suele ocurrir en los invernaderos convencionales y es el principal factor que impide utilizarlos en invierno.
Diversificación alimentaria
El invernadero está pensado para facilitar la producción hortícola doméstica y si bien su montaje “no es económico para una familia” -reconoció Cardoso-, podría ser promovido desde las políticas públicas, con el interés de garantizar el acceso a una alimentación variada y orgánica, en poblaciones aisladas, que hoy en invierno solo consumen carnes y harinas.
Dijo que todavía están en la etapa de ”laboratorio” y quedan “variables que ajustar”, pero las mediciones de temperatura y el comportamiento del material en cada estación ya les permiten avanzar con el patentamiento, con la idea de ponerlo pronto “en producción”.
El vivero que montaron para las pruebas y testeos tiene una dimensión de seis metros por tres. Cardoso dijo que por su orientación y los materiales empleados “aun en invierno alcanza buena temperatura”, sin necesidad de tener días de sol a pleno.
Insistió que uno de los objetivos es aportar a la “autosuficiencia y la soberanía alimentaria” en poblaciones que hoy no tienen acceso a las hortalizas en los meses más fríos del año y lograrlo con una tecnología que respete los parámetros de “eficiencia energética”.
Fuente: Diario Río Negro