Según el último reporte del Ministerio de Salud de La Nación, la ocupación de las terapias intensivas se ubica entre el 60 y el 70 por ciento. Sin embargo, por distintas causas entre las que se encuentra el agotamiento y los contagios en el equipo de salud, esa cifra se está acercando peligrosamente a los límites operativos en gran parte del país.
La Sociedad Argentina de Terapia Intensiva acaba de difundir una carta abierta a la comunidad en la que advierte que "Los médicos, enfermeros, kinesiólogos y otros miembros de la comunidad de terapia intensiva sentimos que estamos perdiendo la batalla. Sentimos que los recursos para salvar a los pacientes con coronavirus se están agotando. La mayoría de las unidades del país se encuentran con un altísimo nivel de ocupación. Los recursos físicos y tecnológicos son cada vez más escasos. La cuestión principal, sin embargo, es la escasez de los trabajadores que, a diferencia de las camas y los respiradores, no pueden multiplicarse. Los intensivistas hoy nos encontramos al límite de nuestras fuerzas, raleados por la enfermedad, exhaustos por el trabajo continuo e intenso".
Poco a poco, desde distintos puntos del país se dan a conocer otras circunstancias que revelan la tensión extrema que está sufriendo el sistema de salud. En el hospital local de Cipolletti, un paciente de 80 años no accedió a un respirador automático porque el centro de salud había cubierto toda su capacidad. En Jujuy, el médico intensivista Miguel Salva afirmó durante una entrevista en Radio Nacional de esa provincia: "Hoy tenemos que elegir a quién le ponemos un respirador y a quién, no. No damos abasto. Lo tiene que saber la comunidad. Estamos en esa situación ya sea porque no tenemos médicos o porque no tenemos camas (...) y ahora tenemos que echar mano de las guías de bioética para decidir a quién poner y a quién no poner en un respirador (...) Es el momento de tomar conciencia. Los países que pudieron reducir este ascenso de casos fue por las directivas del Estado y por el acatamiento de la comunidad".
Distritos
En Mendoza, donde el gobierno publica un reporte semanal con la ocupación de camas, se estima que hoy ronda el 90 por ciento. "Las obras sociales no están pudiendo dar asistencia a sus asociados, tenemos quirófanos que se convirtieron en terapias intensivas y se arman equipos con médicos no especializados", comenta Luis Cabezas, intensivista del hospital Central de la capital de la provincia.
Algunos hospitales resisten. "En el Muñiz, todavía vamos bien -dice Juan Car-os Cisneros, jefe de Terapia Intensiva-. Podríamos atender un poco más, pero tenemos el problema del recurso humano. Estamos tratando de dar alguna licencia de una semana especialmente a los que están desde el principio". Un panorama similar pintó Miguel Blasco, terapista del Hospital Cuenca Alta, de la Provincia de Buenos Aires: "Tenemos muchos pacientes, y en equipamiento por suerte estamos muy bien. Ahora está abierta la Emergencia y colabora con nosotros".
Pero en otros, la situación es bastante más complicada. Un especialista que prefirió no revelar su nombre refirió que en su hospital (de la Capital) ayer la ocupación era del 100 por ciento. "Además, el problema es quién está atendiendo las camas que se abrieron -destacó-, no solo a pacientes con Covid, que son los más complejos, sino también los politraumatismos, los ACV, los posoperatorios... Hay hospitales en los que hay pediatras atendiendo a adultos, o clínicos atendiendo las terapias intensivas".
Según Claudio Belocopitt, presidente de la Unión Argentina de Entidades de Salud del Sector Privado (UAS), están con una ocupación promedio del 80 por ciento. "Hasta ahora, no hemos tenido problemas de disponibilidad. La curva creció, pero no saturó porque se cambiaron los protocolos (se hace más atención en el domicilio y en hoteles). Pero está claro que éste es un camino muy finito y siempre se corre el riesgo de que el sistema se sature. Es importantísimo que la sociedad entienda que de ninguna manera esto ha sido superado. No estamos viendo muertes por saturación, pero si ocurre, este número puede multiplicarse por tres o por cuatro".
En su carta, los terapistas finalizan diciendo: "(...) sentimos que no podemos más (...) Observamos en las calles cada vez más gente que quiere disfrutar, que reclama sus derechos, la gente que se siente bien por ahora. ¿Qué pasará con ellos y sus familiares mañana? ¡Ojalá que no se transformen en uno de nuestros pacientes que, con fuerzas, trataremos de arrebatarle a la muerte!"