“No es calor, es desmonte”. La consigna circuló en redes sociales en las últimas semanas en el marco de una ola de calor récord. Fueron 15 días durante marzo con una temperatura media entre los 30 y 40 °C, que incluso llevó al Servicio Meteorológico Nacional a cambiar la escala de colores en los mapas.
Las olas de calor ocurren cuando las temperaturas superan o igualan, por lo menos durante 3 días consecutivos y en forma simultánea, ciertos valores umbrales. Sin embargo -según explican los especialistas- no es tan sencillo vincular directamente a la deforestación con las olas de calor, y menos todavía a una ola de calor específica, como sugiere la afirmación. En esta nota te contamos que se sabe sobre el vínculo entre desmonte y olas de calor.
¿Qué es el desmonte?
El desmonte, o la deforestación, se refiere a la tala intencionada de árboles y bosques. Cuando se produce, gran parte del carbono almacenado por los árboles, se libera de nuevo a la atmósfera en forma de dióxido de carbono (CO2), lo que contribuye al cambio climático. La temperatura promedio del planeta ya se ha incrementado más de 1° C desde 1880.
Junto con la quema de combustibles fósiles, la deforestación es también responsable del aumento de la temperatura a nivel global ya alcanzada. De hecho, se estima que el cambio de uso del suelo, es decir, la transformación del paisaje natural por actividades humanas contribuye entre un 12 por ciento y un 20 por ciento a las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
“Es posible asociar las olas de calor al cambio climático, tal como vimos con la ola de calor de fin de año. Pero con la deforestación todavía no lo sabemos, habría que hacer un nuevo estudio”, explicó a Chequeado Juan Rivera, científico del Instituto Argentino de Investigación de la Nieve, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla).
Rivera, junto con un grupo de científicos, realizó lo que se conoce como un estudio de atribución, el cual permite cuantificar la influencia del cambio climático en eventos particulares, como la ola de calor de diciembre de 2022. La misma fue 60 veces más probable y 1,4°C más caliente por los efectos del cambio climático. Pero no existen, hasta el momento, estudios científicos que vinculen directamente a la deforestación con las olas de calor.
Guillermo García, líder del Área de Ambiente en Crea, una asociación civil sin fines de lucro dirigida por empresarios agropecuarios coincidió en la necesidad de un estudio científico que verifique si efectivamente hay relación entre la deforestación y la reciente ola de calor. “La deforestación genera emisiones, pero no tenemos elementos para asociarla con la ola de calor”, sostuvo a Chequeado.
Los bosques y el cambio climático
Los árboles absorben dióxido de carbono de la atmósfera y liberan oxígeno durante la fotosíntesis. También llevan a cabo el proceso contrario, conocido como respiración, pero cuando los bosques crecen, la fotosíntesis supera a la respiración, y el carbono sobrante se almacena en los troncos y raíces de los árboles y en el suelo. Esto se llama “secuestro”.
Un estudio de 2021 realizado por la World Resources Institute, una organización no gubernamental que investiga el cambio climático descubrió que los bosques secuestraron a nivel global aproximadamente el doble de CO2 del que emitieron entre 2001 y 2019. En otras palabras, los bosques absorbieron 7.600 millones de toneladas métricas de CO2 al año, lo que representa 1,5 veces más del dióxido de carbono que emite anualmente los Estados Unidos.
Sin embargo, los bosques están bajo presión. Se talan para dar paso a una larga lista de productos agrícolas y otras actividades humanas. La mayor parte de la deforestación que se produce hoy en día puede atribuirse a 4 productos básicos comercializados en todo el mundo: la carne vacuna, la soja, el aceite de palma y los productos madereros.
“Estamos rompiendo ecosistemas que tardan miles de años en generarse y son muy importantes para el cambio climático por el carbono que almacenan. Los estamos directamente borrando de un plumazo”, sostuvo a Chequeado Fernando Miñarro, director del Departamento de Conservación de la Fundación Vida Silvestre Argentina. ¿
En la Argentina, la deforestación es uno de los grandes problemas ambientales. El último monitoreo de la superficie de bosque nativo en la Argentina, con datos de 2021, refleja que en ese año se alcanzaron las 205.492 hectáreas deforestadas. El 33 por ciento de esta pérdida se debió a los incendios forestales. El año anterior, en 2020, se habían deforestado 333.222 hectáreas, como contamos en esta nota.
La Ley de Bosques obligó a las provincias a establecer un ordenamiento territorial de sus bosques nativos y pudo disminuir la deforestación, pasando de una tasa anual de 0,94 por ciento en 2007, cuando fue sancionada, a 0,4 por ciento en 2021. Pero la normativa nunca contó con el financiamiento que debía tener, lo que también limitó sus alcances.
“La deforestación lleva a la pérdida de los servicios ecosistémicos que nos dan los bosques, como la captura de carbono y la regulación hídrica. Avanzar con la actividad agropecuaria sobre los bosques es una mirada de corto plazo”, afirmó a este medio Pablo Villagra, doctor en Biología e investigador del Conicet.
Las olas de calor y la deforestación
Si bien todavía no hay estudios que vinculen directamente a las olas de calor con la deforestación en la Argentina, algunos trabajos publicados a nivel internacional sirven como un indicador sobre cómo la deforestación impacta en el aumento de la temperatura.
En 2018, investigadores del Instituto de las Ciencias del Ambiente y el Clima de Suiza descubrieron que el día más caluroso del año en Europa, Norteamérica y Asia se volvió más intenso por la pérdida de bosques.
Aunque las estimaciones varían, la deforestación aumenta la temperatura media local anual en aproximadamente 1° C. Sin embargo, los impactos son aún más significativos cuando se consideran los extremos: la deforestación puede provocar un aumento medio de 4,4 °C en las temperaturas máximas diarias de los trópicos, de acuerdo con un estudio de 2022 publicado por la Alianza de Biodiversidad Internacional y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (Ciat, por sus siglas en inglés), que reúne a investigadores especializados en recursos naturales a nivel global.
Si bien el aumento de temperatura por el calentamiento provocado por los gases de efecto invernadero ocurre gradualmente, los debidos a la deforestación se dan de forma brusca. Y no sólo afectan a los que viven en la zona deforestada. Un estudio de 2019 de investigadores en bosques y agricultura de los Estados Unidos detectó efectos de la deforestación sobre la temperatura local hasta a 50 km de distancia.
Los bosques todavía cubren alrededor del 30 por ciento de la superficie terrestre del planeta, pero están desapareciendo. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), desde 1990 se han perdido más de 420 millones de hectáreas de bosques, principalmente en África y América del Sur.
Las cifras son preocupantes, pero está en marcha un movimiento para preservar los ecosistemas forestales existentes y restaurar la cubierta arbórea ya perdida. Ello incluye un compromiso que firmó la Argentina en 2021 en la Cumbre de Cambio Climático (CO26) para frenar y revertir la deforestación junto a representantes de más de 100 países.
“La reforestación es un camino necesario, pero primero hay que disminuir la tasa de deforestación y lograr sistemas productivos que integren el bosque con la producción”, concluyó Villagra. Y agregó: “Los esquemas de ganadería integrada con el bosque permiten mantener los servicios ecosistémicos, como la captura de carbono en la madera y el suelo”.
Fuente: Chequeado