La nueva edición volvió para salvar el prime time de Telefe, que por primera vez en mucho tiempo tambalea. Con la conducción de Santiago del Moro, el debut mostró tanto al aire como en las redes que las diferencias de idiosincracia de los participantes sería una de las claves para arrasar en la audiencia.
Volvió Gran Hermano, la bestia de la TV reality. Apurado por el mal rendimiento de Génesis y ¿Quién es la Máscara?, Telefe concretó el regreso del programa de convivencia más famoso del mundo, y que con su versión argentina le dio a la emisora más que buenos resultados en el pasado.
El envío estrenó anoche a las 21.45 con una correcta y trabajosa conducción de Santiago del Moro. Roberto Funes Ugarte y una inclasificable Wanda Nara lo acompañaron como “noteros” en la puerta de la casa, el clásico rol que hizo inmortal a Mariano Peluffo. Así, Gran Hermano mantiene sus puntos centrales: 18 participantes, 9 varones y 9 mujeres, conviven en una casa amplia y pretendidamente lujosa, y semana a semana se nominan candidatos para que el público vote cuál de ellos será eliminado. También la gente es la que decide, entre 4 finalistas, al ganador. Esta edición, sin embargo, incluye algunas variantes como la “juego del líder”, que permite que uno de los participantes consiga inmunidad para la eliminación.
La lógica de funcionamiento del programa hace que el canal ponga su prime time a disposición del ciclo, con un conjunto de envíos vinculados al funcionamiento de “la casa” tales como: juego del líder, debate, gala de nominación, gala de eliminación, etc. Además de que Telefe suele utilizar la transmisión en vivo desde la casa como un contenido accesorio para otros programas de no ficción e incluso los noticieros. De hecho, esta mañana ya el programa de Georgina le dedicó dos horas a la nueva edición de GH y Ariel en su Salsa también incluyó un segmento con la transmisión desde la casa. El buen rendimiento de rating de anoche, con picos de más de 20 puntos, anticipa unos meses de “full Gran Hermano” en la pantalla de la emisora de Pavón.
El formato Gran Hermano remite a la novela 1984 de George Orwell, que a su vez en The Truman Show, el filme protagonizado por Jim Carrey, llevaba esa idea literaria del monitoreo constante de las personas al paroxismo: un sujeto nacía en un mundo cerrado y televisado donde todos eran actores contratados menos él y, justamente, sus reacciones “naturales” eran la atracción principal del show. La diferencia obvia con el Gran Hermano de la pantalla chica es que los participantes no sólo saben que los están filmando, sino que están dispuestos a humillaciones, crueldades y salvajismos con tal de aumentar la exposición y la pantalla. Varios lo dijeron en la presentación: están dispuestos a ganar “a cualquier precio”. Y ganar es ser el último en salir, pero también hacerse “famoso”, conseguir seguidores en las redes, ingresar al universo de los conocidos y reconocidos.
La lógica de ganar “a cualquier precio” también aplica para el casting. Es evidente que el diagnóstico del que partió la producción del programa es el deseo del público de ver una confrontación cultural-ideológica. Hay, como nunca, personajes contrapuestos con perfiles altísimos y muy claros rasgos preparados para el conflicto “de modos de vida” o “de valores”, como suelen decir los propios actores. Expresiones de homofobia, clasismo y negacionismo al terrorismo de estado de parte de más de un participante, algunas dichas al aire y otras que pueden verse en publicaciones que ya han circulado por las redes, prefiguran una edición del programa con expresiones de odio social más extremas que las anteriores. No se trata de un programa en el que el conflicto está centrado en 18 desconocidos que están aislados y sin ninguna actividad prevista (no están sin hacer nada porque son vagos, están sin hacer nada porque eso exacerba lo peor de cada uno de ellos); se trata de un programa con personas claramente elegidas para que la diferencia ideológica y de idiosincrasias haga tensar la cuerda lo más posible. No parece ser el momento más propicio para jugar con fuego.
Telefé apostó fuerte a GH y el programa devolvió con claridad un resultado aplastante en materia de rating en la apertura. El programa continuará, seguramente, con un resultado contundente en una TV que se mantiene sin ideas ni novedades repitiendo lo efectivo. La casa devolverá, por su parte, una colección de memes, recortes de video y expresiones que irán desde las guarangadas más irreproducibles hasta el erotismo más torpe. Habrá que ver qué porción de ese circo eligen mostrar en la edición.