En lo que va del año, las mayores represas hidroeléctricas vieron reducir al 50 por ciento su capacidad de producción. Impacto también en centrales termoeléctricas y nucleares. Neuquén declaró emergencia.
La histórica crisis hidrológica que golpea al país -con la peor bajante del río Paraná en 77 años y un déficit de lluvias en la zona cordillerana patagónica que acumula 15 años y se agravó en 2021- amenaza con profundizar su poder erosivo sobre la generación de energía que proviene de represas hidroeléctricas y de centrales termoeléctricas y nucleares instaladas en el Nordeste y en el Sur.
El horizonte es de alerta, ya que las previsiones meteorológicas auguran que la bajante de ríos seguirá al menos hasta octubre, con la consiguiente continuidad del impacto, también, en el abastecimiento de agua potable para la población, la navegabilidad de los ríos, las operaciones portuarias y la actividad de distintos sectores productivos.
A priori, en el trimestre agosto-octubre no hay indicios de que se puedan revertir los bajos niveles de lluvia en la cuenca de los ríos Paraná y Uruguay, mientras que un escenario similar se espera en el sur del país, en particular en la cuenca del Comahue.
Desde la Subsecretaría de Energía Eléctrica nacional afirmaron sin embargo -en diálogo con Télam- que “si bien hay una clara bajante hidráulica a niveles históricos en las distintas cuencas, no hay un estrés para el sistema eléctrico en general y permite cubrir cómodamente la demanda a partir de otras fuentes de generación”.
En lo que va del año las mayores represas hidroeléctricas vieron reducir al 50 por ciento su capacidad de generación para esta época. Un panorama que alcanza a Yacyretá (sobre el río Paraná), Salto Grande (sobre el Uruguay) y Chocón (en el patagónico río Limay).
La escasez de agua se convirtió también en un problema para la operación de las centrales termoeléctricas y las centrales nucleares de Atucha I y Atucha II, que se encuentran a la vera del río Paraná y que utilizan ese recurso para la refrigeración de sus procesos de generación.
Algo similar ocurre en las centrales térmicas, como las de Vuelta de Obligado, San Martín y San Nicolás, todas sobre la vera del Paraná inferior, que enfrentan dificultades en las tomas de agua ubicadas en el río.
La falta de agua también se hace sentir en la Cuenca del Comahue -conformada por las subcuencas del río Limay, Neuquén y Negro-, donde se registra una bajante importante por la falta de precipitaciones níveas en alta montaña, un problema de seca considerada histórica para la región, que ya lleva cerca de cinco lustros.
Allí las represas afectadas son las de El Chocón-Arroyito, Alicurá, Piedra del Águila, Banderita y Pichi Picún Leufú, que aportan al sistema eléctrico 4.500 Mw de generación que se vieron sustancialmente reducidos para cuidar el recurso, y que motivó la reciente declaración de emergencia hídrica por parte de la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas.
Según ese organismo, el déficit de lluvia y nieve predomina desde hace 15 años en la zona cordillerana, mientras que desde 2019 se acentuaron los períodos secos en las cuencas de los ríos Colorado y Neuquén, extendiéndose hacia al sur sobre el Limay, oeste de Chubut, región Sur y la zona de secano de Río Negro.
En las últimas horas los gobernadores de la región adoptaron nuevas medidas para mitigar el impacto. Por caso, el neuquino Omar Gutiérrez (MPN) declaró ayer la emergencia hídrica y productiva por 180 días y apuesta a cosechar $800 millones para avanzar en obras que potencien el acceso a agua potable y para riego y desarrollo industrial.
Fuente: Ambito