El presente artículo se posiciona como una crítica contra la venta de ilusiones y baratijas, contra los falsos profetas del mercado que proyectan el fracaso del modelo político-ideológico sobre, como siempre, los más desafortunados. Por Valentín Ibarra para AIM.
“… una educación crítica, radical,
jamás prescindirá de la percepción lúcida del cambio que, incluso,
revela la presencia interviniente del ser humano en el mundo”.
Paulo Freire. “Pedagogía de la indignación” (2000).
¿A qué se refieren cuando dicen siglo XXI?, ¿desde y hacia dónde vamos?, ¿qué es el progreso, la superación y el éxito?
El surgimiento, auge y consolidación del concepto de “emprendedor” como máximo exponente y agente del cambio social es descrito como el paradigma de individuo de la sociedad actual, centrada en la idea de que el factor determinante para la transformación es producto de la acción individual proactiva, la que se define en el mundo de las organizaciones como: aquella persona que tiene iniciativa y capacidad para anticiparse a necesidades futuras y asume riesgos con audacia y creatividad. En una lista de las palabras más vaciadas de contenido de la actualidad no puede faltar: “emprendedor”.
El presente artículo no se opone al concepto de líder social o político que consideramos fundamental y claramente refiere a otros atributos y es por eso que nosotros nos atrevemos a tensionar la idea individualista. El sujeto actual que se postula desde este paradigma se ubica en las antípodas de aquel otro organizado colectivamente y lo confronta.
No podemos culpar a nadie por intentar ser exitoso en cualquier desafío que pretenda tomar ya que estaríamos siendo pesimistas e insensibles, además de profundamente contradictorios con nosotros mismos y nuestra forma de habitar en el mundo, pero sí es necesario prender una luz amarilla de precaución, en defensa de una educación crítica que busque formar hombres libres, es decir: conscientes de sí y de su tiempo.
No hay una definición univoca sobre qué es y cuáles son los límites del emprendedurismo, y como todo concepto manipulable por las aristas mas viles de las ciencias económicas suele ser utilizado vagamente para decir sobre unos u otros actores, desde innovadores del mercado tecnológico, divulgadores de las artes y ciencias, sencillos artesanos y pequeños feriantes, es precisamente ahí donde está la trampa, cuando las estructuras estatales de lógica neoliberal agencian la idea con fines de suplir su ausencia y ajuste, centrado en la individualización y precarización de las relaciones.
Ilusiones: primaveras y golondrinas
“Alcanzar tus sueños está cada vez mas cerca”, esa frase (como tantas otras posibles) inauguran la charla de una locuaz expositora, a la que la sus presentadores galardonan con dudosos (y capciosos) logros curriculares tales como: Social CRM Manager o SEM Especialist, Senior Manager, Chief Executive Officer o simplemente CEO, quien con cuadros multimedia de vivos colores centran su alocución ya no (a la vieja usanza) en el contenido de la ponencia sino en la prestidigitación, golpes de efecto y gestualidad grandilocuente. Los gurúes del emprendedurismo ganan terreno en espacios sociales, ONGs, en el mundo Pyme y, sobre todo, en la educación formal. Son la sensación de las expo-comerciales y en el universo digital. Se autodenominan influencers y tocan las fibras más íntimas con el porn inspiration.
En la actualidad, cada ciudad cuenta con su propio club de emprendedores donde se dictan seminarios de coaching, talleres sobre comunicación efectiva, rondas de negocios y clínicas de innovación, sin dejar de mencionar la extensa oferta editorial de recursos y eventos motivacionales. Los nuevos oradores, con tono dinámico y descontracturado, en zapatillas y remeras se ganan al auditorio, se alejan de los estereotipos de la docencia tal como la conocimos y ofrecen ilusión de porvenir, primaveras duraderas y 100 golondrinas en mano por cada una volando. En estos espacios ganó el optimismo de autoayuda, “si sucede conviene”, “el poder esta en vos” y “todo es ganancia”. “Hacer que las cosas pasen”, pero... ¿cómo hacerlo?
Falacias y limitaciones
Ser emprendedor en una economía liberal que profesa la flexibilización de normas y que conduce a la precarización de relaciones interpersonales, significa lisa y llanamente que el precio del trabajo asalariado está a la baja, la responsabilidad estatal replegada sobre la retaguardia y la ofensiva patronal en auge. Toda la responsabilidad es individual, éxito y fracaso, sin redes de contención social, previsional o gremial el ascenso social se torna casi imposible para el sujeto asalariado y su grupo familiar porque lo que los gurúes del mercado moderno, ahora en clave emprendedora omiten es que: los individuos exitosos que ellos toman de ejemplo contaron y cuentan con recursos económicos, culturales y simbólicos que la cada vez mas voluminosa pirámide social no o a duras penas consigue uno en un millón. Se trata de una nueva doxa plagada de eufemismos y contradicciones, ajena a las carencias estructurales de nuestra matriz educativa y cultural en la que sin valor agregado, el modelo emprendedor se aproxima mas al de las economías solidarias, clubes de trueques y mesas de saldos y retazos; es decir, a las redes de economías de subsistencias que emergieron en nuestro país al calor de la crisis institucional de principios del siglo XXI, desde allí venimos.
Es muy fácil comprobarlo, basta con acercarnos a los paseos de emprendedores de nuestra ciudad y a la proliferación de ferias sabatinas en escuelas y plazas, así veremos como la mayoría de ellos tienen más que ver con los artesanos y buhoneros de antaño que con el sonriente de Andy Freire.