A menudo cuando le cuento a la gente lo que hago, estos levantan los ojos en señal de pensamiento, para luego decirme: “Ahhhh… tipo motivación!!!... ¿Es eso lo que haces?”. Es en ese momento cuando suspiro y digo… “no, no exactamente”, y me quedo preguntándome a mí mismo… “¿Depende de lo que llames motivación?”.
La motivación es una etiqueta polémica, ya que en muchos ambientes se la ve con cierto aire de light, no realista o ingenua. Hay un gran sector de la sociedad que ha trabajado para crearse una fama. Pero… ¿Qué es motivación? Más allá de etiquetas, ¿Qué significa?
Como la palabra bien lo dice, motivación es motivar, por lo tanto, encontrar motivos.
Cuando estudiamos para un examen, el motivo que tenemos es tener conocimientos suficientes para obtener nota buena o aceptable; cuando vamos al gimnasio es para estar en forma; cuando nos sonreímos a nuestros hijos es para que se sientan amados y contenidos, cuando salimos con nuestros amigos es para divertirnos y conectar. Siempre hay un motivo para hacer las cosas, por más que no sea consciente. Es el motivo, lo que nos da la fuerza y energía para seguir estudiando a pesar de estar ya cansados, salir de casa para hacer ejercicio a pesar de estar mirando nuestro programa favorito por TV, sonreír a nuestros hijos a pesar de haber tenido un día de mierda, y decidir salir en la noche a pesar de estar pensando en ir a cama.
El propósito de la motivación es que nos brinda un PORQUÉ; porque sin un porqué, las cosas no sucederían, no tendríamos la capacidad de realizar el esfuerzo que nos lleve más allá de nuestros límites actuales, no habrá un motivo para salir de la comodidad de lo ya establecido y conocido.
Es justamente en el terreno de los desafíos donde la motivación es escasa, cuando se hace más necesaria. Nadie precisa estar motivado cuando lo que se está haciendo es muy fácil, o es tan, pero tan habitual que hasta por inercia se logra el objetivo. Si el camino recorrido es cuesta arriba, difícil de transitar, asustador, incomodo, inseguro, e incierto, es ahí justamente cuando el estar motivado marca la diferencia. No conozco gente que estudie 8 horas por día si no le importa graduarse o superarse, ni gente que se levante a las 6 de la mañana para ir al gimnasio sin la intención de estar en forma, ni le sonríe a los hijos si realmente no ve la diferencia entre los diferentes tratos hacia el ser humano.
Sin lugar a duda la disciplina es una gran ayuda para lograr los objetivos, pero con ella sola no se llegará a destino. Nos ayuda mucho en el día a día, en la sistemática ejecución de los imperantes pasos a seguir, pero tarde o temprano se quedará sin batería, como un coche sin gasolina. El día que nos encontremos con esa pereza, inclusive con esa sensación de vagabundez y estemos en el sofá mirando un entretenedor programa de TV diciéndonos… “hoy no me siento como para ir al gimnasio, ni siquiera para salir a correr…mejor me quedo mirando la tele que esta muy divertida”, justamente ese día, es cuando la motivación nos impulsa a tomar acción, sacudiéndonos de ese estado letárgico que nos encontrábamos, con tan solo responder a la pregunta mágica: ¿Por qué voy a ir al gimnasio ahora estando tan cómodo aquí? ¿Por qué voy a sonreír a mis hijos si he tenido un día de mierda y me siento como el culo? ¿Por qué seguiré estudiando, si ahora me pinta descansar un rato?
Porque estar en forma física me hace sentir bien conmigo mismo, porque mi cuerpo es mi templo, o porque bajar de peso es mi objetivo. Porque mis hijos no tienen nada que ver con mis problemas, o con mi trabajo, o con mi estado de malhumor cotidiano. Porque quiero ir a la universidad y superarme a mí mismo, y porque el saber bien lo que estoy estudiando es lo más importante para mí.
Esto significa que el poder de acceder al motivo, a las razones de por qué se está en ese camino, de porque se intenta lograr ese objetivo, es el tercer pulmón que nos permite ir más allá, a donde queremos estar, y aun no estamos. Esta llave no se la tenemos que pedir a nadie, ni esperar que nos llegue por arte de magia, la podemos utilizar cuando queramos y donde queramos, porque está en nuestra mente. Tan solo debemos hacernos una pregunta para acceder a ella:
¿Por qué voy a hacer, o estoy haciendo…?
Por lo tanto, en cierto modo si…. motivo a la gente. No me interesa decirles que son bonitos, que está o estará todo bien, sino ayudarles a encontrar esos motivos que quizás aún conozcan de porque hacen lo que hacen. Y una vez que lo saben, entrenar ese músculo. Esto toma relevancia especial ya que mucha gente se embarca en caminos sin saber porque están haciendo lo que hacen, y por consecuente no hay un contacto con uno mismo, con la profundidad del ser de uno; lo que los llevara irremediablemente a quedarse sin energía a mitad del camino, porque…
Intentar hacer cosas para lograr nuestros objetivos sin un propósito, razón o motivo, es un desgaste que solo lleva a la frustración
¿Cuánta gente hace lo que verdaderamente les gusta en la vida?
¿Cuánta gente vive con motivos que les dan fuerzas y razones para seguir y seguir intentando?
Y en caso de que no tengan un propósito que los mantenga, una razón que los empuje…
¿Creen que puedan crear alguna diferencia en el trabajo, en las relaciones, en la vida misma más allá de la obtención de resultados regulares o mediocres?
¿Se destacarán en algo?
¿Irán más allá de donde se encuentran, o más allá de los propios límites?
Lo más probable es que se queden dentro del montón… porque… los que tienen éxito personal, son los que logran realizar lo imposible, o simplemente los deseos que han incubado por años Si... los que tienen una razón, un motivo que los eleva hacia sus sueños.
Esa… es la gente motivada
¿Qué te motiva a hacer lo que haces hoy cada día?
Fuente: La Mente es Maravillosa.-