En un continente donde el avance de la ultraderecha parecía imparable, coaliciones progresistas están dando la batalla en países clave. España, Portugal y Alemania se posicionan como ejemplos de cómo enfrentar el odio con políticas de inclusión y justicia social.
Europa vive un momento de tensiones políticas que parecía inclinarse hacia la ultraderecha, pero en los últimos años, han surgido señales alentadoras desde el progresismo. Países como España, Portugal y Alemania han mostrado que las políticas inclusivas y solidarias pueden frenar el avance del discurso del odio y las divisiones sociales.
En España, el gobierno de coalición liderado por el PSOE y Unidas Podemos ha implementado políticas clave como el aumento del salario mínimo y medidas pioneras en igualdad de género. Estas acciones no solo buscan reducir las desigualdades sociales, sino también contrarrestar el discurso de fuerzas ultraconservadoras como Vox.
Portugal, por su parte, ha sido un caso emblemático en la consolidación de una izquierda moderada y eficiente. El gobierno socialista de António Costa ha logrado mantener una economía estable mientras impulsa políticas redistributivas, demostrando que la justicia social puede ser compatible con el crecimiento económico.
Alemania también es un escenario crucial en esta lucha. Con los Verdes y los Socialdemócratas en el poder, el país ha dado pasos significativos hacia una transición energética justa, priorizando políticas climáticas que beneficien a las clases trabajadoras. Esto contrasta con las posiciones conservadoras y negacionistas de la ultraderecha de AfD, que busca ganar terreno aprovechando las preocupaciones económicas de la población.
El desafío común en estos países es claro: conectar con los sectores populares que se sienten desprotegidos por las transformaciones económicas y sociales de los últimos años. Para ello, los movimientos progresistas han apostado por fortalecer las redes comunitarias, promover la participación ciudadana y confrontar las narrativas divisorias con propuestas concretas de mejora en la calidad de vida.
“En momentos de crisis, las soluciones autoritarias suelen parecer más simples, pero sabemos que solo profundizan las desigualdades. Nuestro camino es más difícil, pero es el único que asegura justicia para todos”, afirmó recientemente Iratxe García Pérez, presidenta del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo.
Mientras Europa enfrenta desafíos como la inflación, la crisis energética y la migración, los movimientos progresistas están demostrando que es posible construir un futuro basado en la solidaridad y el bienestar colectivo. A pesar de los obstáculos, la batalla contra la ultraderecha continúa y, con ella, la esperanza de un continente más justo y unido.
De la Redacción de AIM