En un contexto marcado por la crisis económica y social, los jóvenes argentinos vuelven a las bases para organizarse en sus barrios. Educación, acceso a la vivienda y derechos laborales son los ejes centrales de esta nueva ola de compromiso político.
En las esquinas de los barrios populares, en las universidades y en las redes sociales, un nuevo aire de militancia recorre las calles de Argentina. Las nuevas generaciones, muchas de ellas marcadas por la precarización laboral, la falta de acceso a una vivienda digna y los desafíos educativos, están tomando la posta en una lucha histórica por la justicia social y los derechos colectivos.
“La crisis nos toca en todos los frentes: el trabajo, la educación, el futuro. Pero no nos quedamos de brazos cruzados; nos organizamos”, comenta Camila Torres, una estudiante universitaria de 23 años que forma parte de un centro cultural barrial en el Conurbano bonaerense, en nota con el medio C5N.
En este centro, como en muchos otros espacios a lo largo del país, la juventud se organiza para brindar apoyo escolar, gestionar ollas populares y ofrecer talleres de formación política y laboral. Estas acciones no solo buscan dar respuestas inmediatas a problemas urgentes, sino también construir conciencia colectiva en torno a las causas estructurales de estas problemáticas.
Organizaciones como La Cámpora, Patria Grande y movimientos sociales independientes han visto un incremento en la participación de jóvenes. Según un informe reciente del CEPA, el 42% de los nuevos adherentes a movimientos sociales en 2023 tenía menos de 30 años, un indicador de la vitalidad y el compromiso de las nuevas generaciones con las luchas sociales.
El rol del Estado es otro punto clave en esta ecuación. Si bien los movimientos juveniles destacan las políticas de inclusión impulsadas en los últimos años, como el Progresar y la ampliación de derechos laborales para monotributistas, advierten sobre la necesidad de profundizar estas medidas para enfrentar la precariedad estructural que afecta a miles de jóvenes.
La juventud militante argentina no solo enfrenta los desafíos inmediatos de una economía en crisis, sino que también busca construir un horizonte más inclusivo y solidario. En cada acción, demuestran que el cambio no es solo una utopía: es una tarea colectiva que ya está en marcha.
De la Redacción de AIM