La evaluación confiable y objetiva de la inteligencia ha sido un tema de creciente interés para la neurociencia y la psicología contemporánea. La inteligencia se puede medir estimando la velocidad de pensamiento o la velocidad del procesamiento de información, generalmente como un tiempo de reacción durante el procesamiento de tareas cognitivas elementales; mientras que la personalidad a menudo se evalúa mediante cuestionarios.
Por otro lado, la personalidad humana afecta la manera en la que un sujeto realiza tareas cognitivas elementales y, por lo tanto, algunos aspectos de la personalidad pueden definir la inteligencia. Es posible que estas características, así como las capacidades mentales para realizar diversas tareas cognitivas, estén asociadas con la actividad neuronal eléctrica del cerebro. Aunque varios estudios han señalado la correlación entre ellas, existe una falta de información sobre la frecuencia temporal y las estructuras espacio-temporales de la actividad neuronal que caracteriza esta relación.
Ahora investigadores del Centro de Tecnología Biomédica (CTB) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y de la Yuri Gagarin State Technical University (Sstu, Rusia) han analizado el electroencefalograma (EEG) registrado mientras diversos participantes realizaban tareas cognitivas elementales. Para el estudio se usaron las tablas de Schulte, un instrumento basado en lápiz y papel con las que se evalúa la capacidad cognitiva elemental o la velocidad mental.
Así han descubierto que existe un vínculo entre las características del electroencefalograma, las capacidades mentales y los rasgos de personalidad. Los resultados, publicados en la revista PLoS ONE, pueden ayudar en las pruebas y el diagnóstico de habilidades personales y destrezas para realizar tareas operativas complejas.
Como explica Alexander Pisarchik, coautor e investigador del Laboratorio de Envejecimiento del CTB: “De acuerdo con las características particulares que encontramos en la estructura del EEG, dividimos a los sujetos participantes en el estudio en tres grupos. Para los sujetos de cada grupo aplicamos el llamado Cuestionario del Factor de Personalidad 16 (16PF) que evalúa 16 rasgos de personalidad. Encontramos que cada grupo exhibió una puntuación diferente en la escala de personalidad, como calidez, razonamiento, estabilidad emocional y dominio”.
Los sujetos del grupo I podían realizar tareas que nunca antes habían hecho de un modo inmediato y mantener su eficiencia de trabajo a un ritmo relativamente alto, por encima de un nivel medio-bajo. El descifrado psicológico de las pruebas incluyó los comentarios sobre la creatividad en el desempeño de la prueba y los cambios rápidos a nuevas tareas.
En la prueba personal, estos sujetos tenían una pronunciada tendencia a trabajar solos, alto intelecto, mente analítica, pensamiento crítico, intolerancia a la incertidumbre y un retraso en la toma de decisiones. Además, exhibieron autocontrol, falta de ansiedad, un liderazgo pronunciado y un deseo de dominar en el grupo. La hipótesis del estudio indica que la creatividad y el intento de optimizar su trabajo llevaron a una disminución de su eficiencia de trabajo.
Los sujetos del grupo II intentaron desarrollar una estrategia para simplificar el desempeño de la tarea. Durante la realización de la primera tarea estuvo presente una lateralización máxima de la actividad de alta frecuencia, es decir, la actividad en el hemisferio derecho fue mucho más pronunciada. Esto significa que durante la primera tarea, la estrategia aún no estaba desarrollada. Durante las siguientes tareas, se redujo la carga en el hemisferio derecho en estos temas.
Como resultado, los sujetos del grupo II demostraron una mayor eficiencia de trabajo que los sujetos del grupo I. Estos sujetos necesitaron poco tiempo para la adaptación y no se cansaron, ya que podían mantener un buen ritmo de trabajo durante mucho tiempo. Sus perfiles personales combinaron armoniosamente altas puntuaciones en intelecto, madurez emocional y autocontrol.
A diferencia del grupo II, los sujetos del III realizaron la tarea sin ningún intento de desarrollar una estrategia para simplificarla, aunque su eficiencia de trabajo se mantuvo alta. Esto fue confirmado por la prueba psicológica. Suponemos que los sujetos de este grupo tienen dificultades para mantener una alta eficiencia de trabajo durante un tiempo prolongado. Sus pruebas personales mostraron una marcada preferencia por trabajar solos con bajo autocontrol, intolerancia a la incertidumbre y un retraso en la toma de decisiones, que puede manifestarse por la ansiedad. También demostraron alto intelecto, mente analítica, pensamiento crítico y un espíritu para la experimentación.
“En resumen, encontramos un vínculo entre las características del EEG, las capacidades mentales y los rasgos de personalidad. Es interesante destacar que el factor de inteligencia, que era muy bajo en los sujetos del grupo II y no reflejaba su creatividad en el desarrollo de nuevas estrategias, finalmente resultó en un rendimiento laboral mucho más alto”, concluye Pisarchik.
Según los autores, los resultados obtenidos pueden ser de gran interés para probar la personalidad humana a fin de crear programas inteligentes automatizados que combinen pruebas simples y facilidades de electroencefalograma para una estimación real de los rasgos de la personalidad humana y las capacidades mentales.
Fuente: Universidad Politécnica de Madrid