El integrante de la Mesa de Articulación Territorial Indígena en Argentina (Matria) y referente de la comunidad Charrúa Etriek de Villaguay, Héctor Santomil, afirmó a AIM que la comunicación popular, comunitaria, con perspectiva y participación indígena “no es alternativa sino que es un componente esencial de la comunicación democrática, integral, con fundamento identitario y es una herramienta imprescindible para garantizar pluralidad de voces negadas, diversidad de miradas y manifestaciones en la sociedad democrática”.
La voz en primera persona “que pone énfasis en la difusión de contenidos que eviten la discriminación, que sea antirracista y descolonial es una herramienta en el territorio que representa un espacio de reproducción de la cultura de pueblos originarios, reflejando la identidad con su diversidad de voces, lenguas, culturas y vivencias”, aseguró Santomil. En ese sentido, explicó que la comunicación indígena “pone en valor la verosimilitud de los contenidos y de los hechos que analiza, contempla, resalta y difunde y, sobre todo, quienes hacemos comunicación indígena somos parte del dolor de nuestra onkaiujmar (madre tierra) y, también, de las alegrías cuando logramos derechos que fueron cercenados y que lamentablemente siguen haciéndolo”.
“Hablar de quiénes somos es el principal fundamento que refleja la diversidad que nos constituye como pueblo, concientizando a una sociedad sumida en prejuicios con prácticas racistas, xenófoba y discriminatoria”, apuntó. En ese sentido, destacó que “las democracias necesitan del protagonismo del sujeto popular y éste las voces que se encuentran en los pueblos indígenas, quienes protagonizan la historia y su continuidad en los territorios”.
Así, la comunicación popular, comunitaria, con perspectiva y participación indígena “no se presenta como alternativa, sino que es un componente esencial de la comunicación democrática, integral, con fundamento identitario y es una herramienta imprescindible para garantizar pluralidad de voces negadas, diversidad de miradas y manifestaciones en la sociedad democrática, es decir, es un aporte sustancial a la construcción y el reconocimiento de los derechos sociales. Sin esa comunicación es poco menos que imposible alcanzar la democracia comunicativa. Motivo suficiente para que los Estados (como lo hace con la educación y la salud) asuma la responsabilidad indelegable de garantizar su sostenibilidad”.
En ese marco, consideró que hay que poner en debate “la comunicación como derecho humano (aunque parezca obvio) y a partir de esa consideración es imprescindible que el sentido indígena logre el protagonismo necesario y sea prioridad en las redes de comunicación popular y democrática, como ya es en la Red de Comunicadores del Mercosur”.
Ante ese diagnóstico, Santomil consideró que “es importante que este tema forme parte de los paneles del Foro Mundial de derechos humanos que se realizará a fines de marzo en Ciudad Autónoma de Buenos Aires”.