El artista gráfico Juan Matías Loiseau, conocido como Tute, participó de un conversatorio en Paraná. En la jornada, consideró que el humor “es un mecanismo de defensa individual y social, colectivo”, registró AIM.
El Conversatorio con Tute, organizado por Ana Clara Benítez y Valentina Bolcatto, fue una primera experiencia de un proyecto a largo plazo, que apuesta a generar un encuentro de intercambio, reflexión y debate en torno a las intenciones y búsquedas generadas desde el psicoanálisis y las prácticas artísticas.
En este primer encuentro estuvo Loiseau. La charla rompió la formalidad de la conferencia y apostó a un formato descontracturado, donde la ironía y el sarcasmo predominaron en el diálogo con Maxi Sanguinetti (humorista gráfico entrerriano) y Nestor Aliani (psicoanalista).
Para Loiseau el trabajo del humorista gráfico es “mitad oficio y mitad arte”, donde la instancia de creación de debe “provocar” para reflejar el espíritu de época, ya que el humor “es una espada, un escudo… una catarsis colectiva”, pero también puede representar “resistencia”.
“Hace más de 20 años hacía una revista de barrio y entrevistamos a ―Ricardo― Mollo. Le preguntamos qué era el humor para él y cómo funcionaba en la banda y respondió: ‘El humor es lo que nos sostiene’. Es un mecanismo de defensa individual y social, colectivo. Ante presiones tremendas, como políticas (liberales, golpe de estados, tarifazos…) respondemos con humor. Frente a la muerte hacemos lo mismo: nos reímos”, aseguró Loiseau. En ese sentido ejemplificó: “Una vez que fui a un velorio, había una tristeza, una tensión tremenda, casi intolerable, y en un momento uno se apoyó sobre la pared y, sin querer, con la espalda apagó la luz y nos cagamos de risa ya que ―la situación― era tan angustiaste que nos liberó”.
Precisamente, para el artista, “el humor es una herramienta posibilitadora para ver una angustia. Una cosa muy cruel, despiadada, al decirla con humor cae de otra forma, se puede leer de otra forma”. En ese marco, arriesgó: “Psicoanálisis, poesía y humor hacen lo mismo, es decir, dan una tercera posición distinta, un corrimiento, es decir, son herramientas para crecer, para ver nuevas perspectivas”.
Según su autopercepción, el humor que hace es el del equivoco. Sin embargo, el tono de la enunciación, el destinatario y el impacto que genera en el receptor inquietan al artista, quien confesó que los disparadores que generaban sus chistes al comienzo de su carrera lo irritaron y pusieron en duda su trayecto porque no respondían a lo que quería trasmitir, pero develó que aceptó que por más preciso y claro que sea el mensaje sus destinatarios devienen en el sentido.
“Al comienzo me enojaba, porque hacía un chiste con un único sentido; y yo decía ‘nada que ver’. Me hacía dudar de mi oficio, porque pensaba: ‘que mal hago las cosas, porque la gente entiende cualquier cosa’. Ahora, incluso, juego con esa dualidad, con esos bordes sobre qué quise decir con eso”, destacó, y remarcó: “Mientras más interpretaciones mejor. Después hay miles de lecturas, todos piensan cosas distintas, leen cosas distintas…”.
Reconocimiento en su producción
En contraposición al trabajo enajenado, Loiseau tuvo la fortuna de poder hacer algo en lo que se proyecta, se reconoce. Sus producciones no son revelaciones divinas. No son las musas las que guían su mano en cada trazo, sino que es “mitad oficio y mitad arte”.
“Perder el tiempo es maravilloso, me gusta. Es necesario. El negro ―Roberto― Fontanarrosa decía que estaba ‘en contra del huevo creativo’, como una visión eficientista, por lo que tengo un caos funcional”, explicó el dibujante, quien consideró que lo que lo organiza son los cierres de los diarios y las revistas: “El humor gráfico es mitad oficio y mitad arte. Hay mucho que se hace. Es decir, tengo que publicar todos los días y todas las semanas una página. No me puedo dar el lujo de esperar la inspiración, tengo que provocar la inspiración y se provoca laburando”.