El 27 de junio 1806 tropas ingleses al mando del general William Carr Beresford tomaron la ciudad de Buenos Aires.
La piratería inglesa se manifestó por particular virulencia en el Río de la Plata, donde el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte intentó alrededor de 50 invasiones mientras duró su imperio. Estas invasiones fueron a veces militares, otras comerciales o diplomáticas, de los propios ingleses o acompañadas con la de sus aliados circunstanciales como Francia, Portugal, Italia, EE.UU, Chile, Brasil, Uruguay, la Organización de los Estados Americanos, las Naciones Unidas y la Comunidad Europea.
Desde 1711 la Gran Bretaña se mantuvo al frente de diversos atropellos contra nuestro país, siguiendo la norma que aplicó invariable en todo el mundo mientras pudo.
El 25 de junio de 1806, las fuerzas británicas al mando del brigadier general Beresford iniciaron el desembarco en las playas de Quilmes. El Virrey español Sobremonte intentó una defensa pero fue derrotado.
En la tarde del 27 de junio Beresford llegó al fuerte de la ciudad y recibe la capitulación de Buenos Aires. El capitán de fragata Santiago de Liniers decidió organizar la reconquista desde Montevideo. El 12 de agosto de 1806 las fuerzas de Liniers y todos los habitantes de la ciudad se lanzaron la reconquista de Buenos Aires y Beresford se rindió con todos sus hombres.
Cuando Buenos Aires se rindió el 27 de junio en los términos de la capitulación los piratas ingleses exigieron la entrega de los caudales reales; pero estos habían sido enviados a Luján por orden de Sobremonte
El 5 de Julio el tesoro regresó en Buenos Aires, y doce días más tarde la fragata HMS “Narcissus” zarpó a la Gran Bretaña con su valiosa carga robada de Buenos Aires.
El 12 de Septiembre llegó el tesoro a Portsmouth, y en ocho enormes carros, que llevaban cada uno cinco toneladas de pesos plata), partió hacia Londres, donde fue recibido con un enorme júbilo, y depositado en el Banco de Inglaterra.
En el Banco de Inglaterra, uno de los centros de la especulación financiera mundial actual, está registrado el depósito del tesoro robado en Buenos Aires, pero han sido infructuosos los intentos de algunos historiadores argentinos de acceder al registro
Cuando los ingleses festejaban el robo con algarabía en Londres, Buenos Aires ya había sido reconquistada por las tropas de Santiago de Liniers.
Beresford fue apresado en Buenos Aires pero huyó meses después de la Reconquista y llegó derrotado a Londres. Sin embargo, cinco toneladas de plata no eran poco, una parte de la finalidad económica de la expedición estaba cumplida. El rey lo premió por la corona por sus "servicios prestados", le entregó una espada de oro y diamantes como reconocimiento por su labor. En la espada, que se guarda en un museo en Londres, se destaca la labor de Beresford para "aumentar la grandeza del Reino Unido"
De todo lo que robó, Su Serena Majestad Británica le obsequió el cinco por ciento.