El 29 de mayo de 1453 los turcos otomanos tomaron la ciudad de Constantinopla y pusieron fin al Imperio Bizantino, al imperio romano de oriente. Esto marcó el final de la Edad Media y el inicio de la Edad Moderna.
Constantinopla fue asaltada por los otomanos en la madrugada del 29 de mayo de 1453 tras la consulta a los astrólogos quiénes habían profetizado que este seria un día funesto para los infieles.
Mehmed lanzó un ofensiva completa a las murallas compuesto por mercenarios y prisioneros que se aglutinaron en el valle del Lico. Durante más de dos horas, el ejército turco atacó sin vencer a la resistencia bizantina bajo el mando del militar genovés Giovanni Giustiniani Longo.
Ante esta situación dieron paso al gran cañón que abrió una gran brecha en la muralla, lugar en el que los turcos concentraron el ataque, pues Constantino mandó a toda una cadena humana a reparar la brecha, mientras que por otro lado Mehmed hizo uso de los jenízaros para trepar la muralla con escaleras. El fallo acometido por parte de los bizantinos de dejar una de las puertas de la muralla abierta fue la clave para que el ejército de jenízaros se adentraran en la ciudad.
Tanto Constantino XI como Guistiniani murieron en el campo de batalla. Poco después Mehmed entró en la ciudad para ordenar que la Catedral de Santa Sofía de Constantinopla fuera consagrada como mezquita. Durante tres días seguidos se llevó a cabo el saqueo de la ciudad y ofreció a todos los bizantinos quedarse en la ciudad bajo el mando del teólogo Genadio II para de esta manera asegurarse de no haber mas revueltas.
Constantinopla desde entonces fue llamada Islambul (actual Estambul) pasando a ser la nueva capital del Imperio Otomano.