En ese llanto, dicen, estuvo el año y medio de tensión por la organización de la Cumbre del G20. Estuvo la acumulación de malas noticias económicas de los últimos meses. La angustia por el fracaso del River-Boca. Y hasta la ansiedad por la demora con la que, este viernes mismo a la mañana, Donald Trump arribó a la bilateral en la Casa Rosada. “Ese llanto explica un poco todo eso. Fue un desahogo de una persona normal”, decía uno de los funcionarios que mejor suele retratar el estado espiritual de Mauricio Macri.[{adj:29470 alignright}]
El teléfono del presidente se llenó de mensajes de aliento como hacía tiempo que no le ocurría. Tal vez debería retrotraerse a los períodos electorales para comparaciones semejantes. Uno de sus principales asesores le escribió: “Con tu llanto me explotó el celular. Hay muchísima gente que me escribe para felicitarte”. Desde dirigentes políticos oficialistas y de la oposición hasta personajes de la farándula y el deporte. En su entorno tomaron nota rápido del rebote que tuvo el hecho en las redes sociales. A las 21:10, en la cuenta presidencial de Twitter se publicó el video con un tuit escrito en mayúsculas: “Orgulloso de la Argentina y de los argentinos”.
Macri estaba al tanto del contenido del espectáculo que se había organizado en el Teatro Colón, pero no lo había visto antes. Quería sorprenderse en vivo y observar la reacción de sus pares. El abrazo de Angela Merkel, apenas después de las lágrimas, cayó como un bálsamo en el Gobierno. Lo mismo que los aplausos de Trump y de su esposa Melania, a quienes las cámaras les hicieron un primer plano.
Tampoco pasaron inadvertidos los otros mandatarios trascendentes de la Cumbre: el chino Xi Jinping, el ruso Vladimir Putin, la británica Theresa May y el francés Emmanuel Macron. La totalidad de los mandatarios, que ya habían posado juntos en Costa Salguero, ahora volvieron a sonreír para la foto en las escalinatas del Colón y la toma fue completa porque en la primera no había estado Merkel. Lo que sí evitó el jefe de Estado fue la foto a solas con el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed Bin Salman.
Macri se había involucrado personalmente en la puesta en escena artística al punto de haber pedido un show ágil y no muy extenso. En eso se parece al presidente de Estados Unidos. Las ceremonias largas y protocolares le resultan tediosas.
El protocolo, como se vio por televisión, no es lo que mejor le sienta. Durante la recepción que le brindó a los presidentes en el Colón se lo vio alejarse para ir a probar algún canapé. La llegada de Justin Trudeau, el primer ministro de Canadá, lo dejó al descubierto. Macri había desaparecido por un momento del lugar de bienvenida y pasó a ser reemplazado por Horacio Rodríguez Larreta y su esposa, Bárbara Diez. Pero cuando llegó Trudeau se vio aparecer a Macri, precipitado, terminando de masticar algo.
El equipo de comunicación de la Casa Rosada monitorea redes y medios tradicionales y considera que el interés social por el G-20 ha ido in crescendo. “Estamos ante un hecho sin precedentes en la historia argentina”, sostienen. Es cierto, nunca en 200 años la Argentina recibió a los principales líderes mundiales. Pero la inflación acecha y el empleo comienza a dar señales de inestabilidad. Macri procura inaugurar una nueva etapa y que el mundo lo ayude a atravesar el temporal.
Clarín