Hoy en día el síndrome de Asperger está naturalizado; se trata de un trastorno neurobiológico que conlleva un conjunto de características mentales y de conducta y forma parte de los trastornos del espectro autista. Su nombre viene de un célebre médico austriaco: Hans Aspeger.
El síndrome de Asperger se acuñó como nombre oficial en un artículo publicado en 1981 en la revista Psychological Medicine, editada por la prestigiosa Universidad de Cambridge. Síndrome de Asperger: un informe clínico, se titulaba el paper.
Edith Sheffer, especialista en historia europea moderna, escribió en 2018 un libro que revolucionaría la medicina y la historia con un título que es de por sí incendiario: Los niños de Asperger: Origen del autismo en la Viena nazi.
La biografía de Sheffer se basó en unos profundos estudios y análisis de los trabajos de Asperger, y fue en esa búsqueda que encontró cosas sumamente siniestras en el pasado del médico: durante el nazismo fue cómplice del exterminio aplicado por el Tercer Reich sobre niños diagnosticados como “poco aptos”, “deficientes” o “retardados”.
Detrás de los relatos que lo recuerdan como un pediatra amante de los niños y como uno de los pilares de la psicología pedagógica moderna hay un monstruo partícipe de uno de los genocidios más grandes de la historia moderna. El estupor en todo el mundo desde la publicación del libro es generalizado y ha desatado un sinfín de debates al respecto de la figura de Asperger.
Edith Sheffer es escritora, historiadora e investigadora del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de California en Berkeley
Edith Sheffer es escritora, historiadora e investigadora del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de California en Berkeley
Impune y libre de culpa
Hans Asperger falleció en 1980, y por casi cuatro décadas se le ha idolatrado. ¿Cómo es posible que uno de los partícipes del Holocausto haya vivido con toda tranquilidad y muerto en la impunidad? Sheffer tiene una teoría.
“Solo los líderes del programa de eutanasia fueron llevados a juicio y ha llevado décadas que se reconociera el papel de los actores menores. Además, Asperger afirmó después de la guerra que había resistido al nazismo y que, de hecho, había rescatado niños del programa de eutanasia; dado que nunca se había unido al partido nazi, sus afirmaciones parecían verosímiles”, dice la autora al diario argentino Clarín en un correo electrónico que escribe desde su casa en Palo Alto, California.
“Durante el trabajo con este libro, mi hija se sentaba muchas veces conmigo diciendo que necesitaba que me animaran porque el tema era muy triste”, recuerda. La investigación le tomó siete años y muchos dolores de cabeza. Los hallazgos le afectaron de forma muy íntima ya que su hijo Eric fue diagnosticado con el trastorno a los 17 meses de edad.
“Hans Asperger tenía una gran reputación. Era recordado porque había defendido las capacidades de niños con algún trastorno, e incluso se decía que había rescatado a chicos de la muerte en el programa nazi de eutanasia. Esto estaba en la página sobre él de la Wikipedia. Me propuse contar esta historia heroica, pero sucedió que apenas consulté el primer archivo, vi que Asperger era en realidad cómplice de la política de higiene racial nazi y que esto iba a ser, en verdad, una historia de terror”, continuó Sheffer en su entrevista.