En María Grande funciona una feria de producción local que nuclea a 15 feriantes -artesanos, agricultores familiares y emprendedores-, quienes acompañados por instituciones del Estado proponen un consumo justo, cercano y solidario de productos saludables y creativos.
La historia de la Feria de María Grande es una historia de esfuerzos, cooperación y articulación, donde no sólo se revalorizan alimentos y artesanías, sino también las relaciones entre personas que apuestan a una construcción común, colectiva y comunitaria.
Quienes transitan por los puestos de venta podrán encontrar panificados caseros, dulces y conservas, productos de campo, hortalizas y plantas producidas bajo principios agroecológicos, miel, quesos y todo aquello que producen las familias de la zona en su trabajo con la tierra. Por otro lado, los y las artesanas ofrecen muñecas, pinturas, amigurumis, tejidos, manualidades y adornos, árboles bonsai; todas realizadas con materias primas de calidad y mucha creatividad. También descubrirán expresiones históricas de nuestra cultura como los encajes de frivolité, una técnica de tejido antigua y casi extinta que vive en las manos de esta artesana local.
Las ferias y mercados populares no son sólo lugares de comercialización sino también espacios de encuentro donde la comunidad se construye así misma. La feria “significa mucho para mí, es el momento que muestro lo que hago”, explica Susana, agricultora familiar de María Grande II, quien además subraya la importancia de que en estas construcciones el Estado, a través de sus diferentes organismos, acompañe, fortalezca y lo haga en forma articulada. Pues quien impulsa el espacio de mercadeo es la Mesa de Gestión Local, integrada por INTA, la Secretaría de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (SAFCI), la Red 127 y 12 y el Municipio Local. “El acompañamiento de algunos técnicos, que no les importa que sea fin de semana y pueden estar incluso con sus familias acompañándonos, significa mucho”, resume la productora que ofrece hortalizas, quesos y los productos que elabora con su familia en el campo.
Los inicios
En el año 2013 un grupo de trabajo conformado por artesanos y agricultores familiares acompañados por los organismos gubernamentales da los primeros pasos para constituir el espacio al que llamaron “Feria de Regionales El Reloj- Artesanías y Sabores”. Tras la cesión del municipio local de un terreno propiedad del ferrocarril y con financiamiento de la Red 127 y 12 se construyeron dos puestos para la exhibición y venta de producciones locales. La feria continuó su trabajo como alternativa para el consumo local y paseo para los turistas, hasta que en el verano del 2016 las inclemencias del clima les jugaron una mala pasada y un tornado voló las instalaciones que habían construido. Los y las feriantes buscaron otros espacios, hasta que en 2017 lograron reorganizarse como grupo y deciden retomar la feria con continuidad mensual, los días sábados en la Plaza del Reloj Municipal y al aire libre. A partir de esta experiencia se elaboró un reglamento de manera participativa y se solicitó la autorización al Municipio local.
La permanencia de algunos integrantes es lo que sustenta el espacio de comercialización. Por eso en 2018 y a partir del trabajo conjunto del Programa Pro Huerta y la Mesa Local se arma nuevamente la Feria de María Grande. En esta nueva etapa el apoyo sostenido de la Mesa Local y el compromiso de los y las feriantes han sido nucleares para sostener la experiencia y darle continuidad incluso en tiempos de pandemia.
Mesa local de María Grande
“La Mesa de Gestión Local es un espacio donde se comparten iniciativas, proyectos y gestiones en torno a las situaciones de la población con la que se trabaja. Es un ámbito de aprendizaje colectivo, de rescate de experiencias e historias sobre anteriores iniciativas, por lo que es un aprendizaje inter generacional. Son espacios de diálogos interdisciplinarios y de diálogos de saberes, donde las discusiones se abren a la diversidad de miradas e interpretaciones para acordar acciones conjuntas”, la explicación de una de las integrantes nos permite pensar la importancia de estas mesas locales para la aplicación de las políticas públicas en forma ordenada y articulada. En María Grande la Mesa está compuesta por agentes del municipio, agentes de organismos descentralizados como Inta pero que viven y desarrollan sus vidas en la ciudad, agentes de un organismo nacional con presencia territorial como Safci y además por asesores de la Red 127 y 12.
La interdisciplinariedad y la diversidad de miradas permiten complejizar los procesos de trabajo conjunto donde se gestionan recursos, subsidios y microcréditos destinados a mejorar las producciones e instalaciones y obtener las habilitaciones correspondientes para que quienes producen, por ejemplo alimentos, puedan comercializar sus elaboraciones en forma segura e inocua. Asimismo, la Mesa funciona como amplificadora de las problemáticas del grupo ante otros organismos gubernamentales o instituciones de la sociedad. En ese marco, la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos (Uner), a través del proyecto de extensión: Hablemos con la boca llena: la soberanía alimentaria desde la comunicación comunitaria, viene desarrollando acciones y piezas comunicacionales para fortalecer los procesos de comercialización y visibilización.
La comercialización en tiempos de pandemia
Debido a la pandemia y las medidas tanto de aislamiento como distanciamiento social para cuidarnos y cuidar a los otros, la Mesa junto al grupo de feriantes crearon otras estrategias para poder seguir llegando a la mesa de los consumidores. Bolsones de alimentos con entrega a domicilio y a través de whats app fue una estrategia que llegó para quedarse y diversificar las opciones de venta. Así cada familia productora se organiza para llegar a la ciudad con sus alimentos frescos y naturales en distintos días y cubrir la demanda, siempre respetando las normas de seguridad e higiene.