El sacerdote francés Jean-Baptiste Labat recomendaba en uno de sus libros, publicado en 1742:
Los niños africanos de diez a quince años son los mejores esclavos para llevar a América. Se tiene la ventaja de educarlos para que marquen el paso como mejor convenga a sus amos. Los niños olvidan con más falibilidad su país natal y los vicios que allí reinan, se encariñan con sus amos y están menos inclinados a la rebelión que los negros mayores.
Este piadoso misionero sabía de qué hablaba. En las islas francesas del mar Caribe, Père Labat ofrecía bautismos, comuniones y confesiones, y entre misa y misa vigilaba sus propiedades. Él era dueño de tierras y esclavos.
Capítulo para el 22 de agosto del libro Los hijos de los días de Eduardo Galeano