Comenzó a bajar la temperatura y para muchos, comer verduras, ya no es buena idea. Sin embargo, se recomienda para esta época del año, hacerle frente al frío cocinando hortalizas pesadas como la papa, batata, zanahoria, calabaza, zapallo. Lo positivo, los precios son accesibles y se pueden conseguir fácilmente, registró AIM.
En esta temporada podemos tener en nuestra cocina, verduras de colores marrones y naranjas. Tenemos a nuestra disposición gran variedad de frutas y verduras muy poco calóricas que aportan numerosas vitaminas y minerales, que refuerzan el sistema inmunitario y nos ayudan a afrontar resfriados y gripes. Cuando hace frío, como en cada cambio de estación, también debemos cambiar la despensa o el cajón de la fruta y la verdura y adecuarnos a la estación; hacerlo favorece que nuestro cuerpo se adapte mejor a la estación del año que le toca.
Las verduras de clima frío, a diferencia de las de clima cálido, ofrecen como parte comestible distintas partes de la planta: en algunos casos son las hojas, en otros los bulbos o las raíces. Espinacas, puerros, coles de Bruselas, cebolla, ajo, etc., son alimentos ricos en agua, fibra, vitaminas y minerales. En cambio, son pobres en grasas y proteínas y tienen un bajo contenido en hidratos de carbono, excepto algunas hortalizas como la papara o batata.
La mayoría de verduras de invierno aceptan bien todas las técnicas de cocción: hervidas, al vapor, guisadas, rebozadas, al horno, a la brasa o combinadas con otros alimentos. En el caso de las verduras cuya parte comestible son las hojas, debe tenerse en cuenta que las que tienen más cantidad de vitaminas son las externas, las más oscuras, donde ha tocado más la luz solar (a pesar de que suelen preferirse las internas, las más blancas).
Algunos de los productos típicos de esta temporada tienen un sabor pronunciado y amargo, una particularidad que no puede gustar a todo el mundo, y que cuando se hierven suelen desprender un olor muy característico que muchas personas intentan evitar escaldándolas antes y haciendo una cocción definitiva posterior con agua nueva.
Coles
La familia de las coles es la que más se usa para hacer caldos. Pertenecen a ella las coles de Bruselas, el brócoli y la coliflor. Todas contienen azúfre, un potente antioxidante. El brócoli suele consumirse hervido, aunque también puede hacer curdo o adobado en vinagre. Las coles de Bruselas son ricas en vitamina C y ácido cítrico.Son una importante fuente de antioxidantes naturales como antocianinas (el color morado típico de estas verduras), betacarotenos (color amarillo-anaranjado-rojizo). Solo pueden consumirse una vez cocidas. La cocción no debe sobrepasar los 10 minutos porque si no se oscurecen y adoptan una textura pastosa que las hace desagradables al paladar.
Cebollas, ajos y puerros
Su parte comestible es el bulbo. Tienen propiedades mucolíticas y antisépticas. Inhalar la esencia que desprende la cebolla o cualquier otra hortaliza de este tipo ayuda a eliminar la mucosidad e incluso aligerar la tos.
Nabos
Sus hojas, los grelos, además de contener folatos, vitamina C y E, contienen también betacarotenos en cantidades importantes. La parte comestible son las raíces, igual que la remolacha o la zanahoria. Hay personas a las que este vegetal les genera numerosos gases, por lo que conviene ser precavido en su ingesta.
Espinacas
La parte comestible son las hojas, como las acelgas o los canónigos. Su color verde intenso indica que contiene vitamina A, lo que la hace recomendable para fortalecer el sistema inmunitario. También es rica en vitamina B9 o ácido fólico, por lo que se aconseja su consumo a las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia. Por su bajo contenido en calorías, permite incluirlas en las dietas que persiguen bajar peso.
Acelgas
Son muy ricas en vitamina A y contienen grandes cantidades de folatos, que colaboran en la formación de glóbulos rojos y blancos. También aportan cantidades considerables de potasio, hierro y yodo.
Cardo, alcachofa, escarola y endibia
También están en su punto óptimo las verduras de la familia de las asteracias, todas ricas en potasio.
Judías verdes, habas y guisantes
Estas legumbres, ricas tanto en fibra como en proteína e hidratos de carbono casi a partes iguales, pero medidas en calorías, encuentran su punto álgido a principios de febrero en climas mediterráneos y en marzo en los más continentales.
La berenjena es una hortaliza muy versátil y uno de los alimentos que más contribuye a mejorar la circulación sanguínea. También está comprobado que tiene un efecto muy beneficioso sobre nuestra digestión.
El brócoli es uno de los alimentos que contienen más vitamina C, además resulta muy rico en nutrientes como la vitamina A, la vitamina C, potasio, ácido fólico y hierro.
Con el calabacín puedes preparar ricas recetas de todo tipo, pues se trata de una de las hortalizas de invierno más sabrosas que hay. además, contiene vitaminas del grupo A, vitamina B3 y vitamina C.
Descubrir la col lombarda puede resultar algo muy beneficioso para nuestros ojos, pues contiene diferentes elementos que actúan de manera beneficiosa sobre la salud de nuestra vista.
La coliflor resulta ser una verdura con múltiples propiedades beneficiosas sobre nuestro organismo, a pesar del olor que desprende en el momento de ser cocinada. Es un alimento que contiene minerales esenciales tales como el potasio o el calcio.
El pimiento (morrón) es una hortaliza única debido a la gran cantidad de nutrientes que podemos encontrar en ella. La variedad amarilla, por ejemplo, es uno de los alimentos con más vitaminas naturales que existen.
El puerro es una constante en la cocina occidental, un vegetal perfecto para elaborar caldos, sopas y sofritos. Esta verdura es muy ricas en vitamina B9, también conocida como ácido fólico, además es una gran fuente de calcio y potasio.
El repollo pertenece a la familia de las hortalizas crucíferas y aportan una cantidad notable de elementos beneficiosos como la provitamina, la cual acaba transformándose en vitamina A.
El tomate es un alimento muy versátil y muy utilizado para la elaboración de diferentes platos, como este smoothie de tomate a la pimienta. Con el tomate podrás absorber el licopeno, un potente antioxidante, conveniente para combatir los efectos de los radicales libres.
También tenemos las verduras con almidón junto con los granos y las frutas, son una de las principales fuentes de hidratos de carbono para los seres humanos.
Batatas, papas, zapallo, calabaza
Hay una razón por la que la mayoría de las dietas bajas en carbohidratos recomiendan evitar las papas; y esta es, que todas las variedades son ricas en hidratos de carbono. Una papa cocinada en el microondas contiene 49 gramos de carbohidratos (lo que equivale a unos 36,3 gramos de carbohidratos por taza) y 4,6 gramos de fibra. Una papa hervida y hecha puré sin piel tiene 58,1 gramos de hidratos de carbono y 8,2 gramos de fibra por taza, mientras que una batata al horno con piel ofrece 41,42 gramos de hidratos de carbono y 6,6 gramos de fibra por taza. Una taza de batata cocida y cortada en cubos contiene 37,4 gramos de carbohidratos de 5,3 gramos de fibra, por lo que si tienes antojo de comer uno de estos alimentos ricos en almidón, debes saber que el boniato es la opción más baja en carbohidratos.
La calabaza de invierno tiende a ser relativamente alta en hidratos de carbono, aunque la cantidad varía según el tipo específico de calabaza y el método de cocción que apliques.
El zapallo, también se puede encontrar mucho en invierno y en distintas variedades.
Otras dos verduras de consumo habitual, el maíz y los guisantes, proporcionan grandes cantidades de hidratos de carbono.