El 7 de marzo de 1274 murió Tomás de Aquino, teólogo y filósofo escolástico católico, declarado doctor y santo por la iglesia.
El “doctor angélico” había nacido en Roccaseca en 1224 y murió en Fossanueva en 1274 cuando aún no había cumplido los 50 años. Tomás reformuló la teología cristiana, que no había cambiado mucho desde Agustín de Hipona, ocho siglos antes
Tomás pertenecía a una familia aristocrática del sur de Italia. Estudió en el monasterio benedictino de Montecassino y luego en Nápoles, en la escuela de los Predicadores
Cuando quiso entrar en la orden en 1243, la madre lo impidió y mandó a dos de sus hermanos a detenerlo. Estuvo retenido en el castillo de San Juan un año. El general de los dominicos se quejó al emperador Federico II, que dispuso liberarlo. Se dirigió a París, donde obtuvo el título de maestro en teología
Entonces trabó amistad con Albert von Bollstädt, Alberto Magno, interesado como él en la sabiduría griega que llegaba entonces a Europa intermediada por los árabes.
Tomás se doctoró y ocupó una cátedra reservada a los dominicos. Comenzó a elaborar su síntesis, en que se fundó en las ideas de Aristóteles para apartarse de la corriente platónica contenida las ideas de Agustín de Hipona.
En 1259 regresó a Italia, donde siguió su trabajo intelectual redactando comentarios a la Teología Mística de Dionisio Aeropagita, autor desconocido del siglo V que pasaba entonces por discípulo de Pablo de Tarso y tenía por eso gran autoridad
También criticó a Aristóteles, y con base en las doctrinas del filósofo griego terminó la Suma contra los gentiles y luego su obra fundamental, la Suma Teológica.
Tomás combate la idea del filósofo musulmán español Ibn Rush (Averroes), que para moverse libre ante la teología había creado la doctrina de la doble verdad: una para la fe, otra para la razón, y sostenía la independencia del entendimiento.
Tomás conoció esta tesis en París, sostenida por Siger de Brabante, y la rechazó de plano afirmando que la verdad es una y que la fe y la razón deben ser compatibles.
Para él la teología trata de la verdad de orden sobrenatural y es conocida por la revelación y la de orden natural, objeto de la filosofía, es accesible al entendimiento.
Tomás defendió un realismo moderado en la disputa que aparecía ya entre realistas y nominalistas, que iba a derivar a la larga en el predominio casi total del nominalismo que se pronunció en los siglos siguientes.
Para él los universales o conceptos abstractos existen in re, en las cosas, y formalmente post rem, en el entendimiento.
Su mérito como pensador fue encontrar una vía de conciliación entre el mundo material, revalorizado, y los dogmas del cristianismo usando para ello un vasto conocimiento de Aristóteles.