El 1° de agosto es el día de la Pachamama. La veneración a la Madre Tierra es una herencia cultural ancestral de los pueblos originarios, profundamente respetada en provincias del norte argentino, desde su diversidad e interculturalidad.
Dueña de las cosechas y del ganado, rectora de las estaciones y proveedora de vida, el hombre no puede menos que reverenciarla una vez al año, tal como a ella le gusta, porque los enojos de la Pachamama son de temer: terremoto, sequía, inundación, helada, incendio, granizo, huracán, hambre, enfermedad y muerte.
La veneración a la diosa Tierra es quizás la más antigua de la región andina sudamericana, hasta el punto que algunos autores la consideran anterior al culto a Inti, dios Sol de los incas.
Además, el 1º de agosto se toma una copita de caña con ruda, brebaje que se prepara con anticipación para que macere: se compra una botella de caña, se echan dentro algunas hojas de ruda, se la cierra y se la guarda. Llegado el momento, se la sirve a los seres queridos para que tengan un buen año.
En el noroeste del país también se estila colocar amuletos: en el tobillo, la muñeca o el cuello, se ata un hilo blanco y negro de lana de llama o de oveja, hilado hacia la izquierda, y se lo conserva puesto hasta que se rompa.
En Salta y Jujuy, la celebración tiene tanta importancia como las fiestas conmemorativas de la Virgen María, a la que también se le ofrecen “apachetas”: la única diferencia es que a la procesión de la Virgen la preside un cura y a la de la Pachamama, un chamán.
Sin duda, la Gran Madre Tierra se resiste con éxito a repetir el destino de Inti, tragado por el Dios bíblico. Pero quién sabe: a lo mejor, María prefiere las “apachetas” a las velas.
En Humahuaca, JuJuy, los 1° de agosto se celebra la Pachamama con la presencia de integrantes de comunidades originarias que rinden tributo a la Madre Tierra, en agradecimiento por las cosechas y animales y a la vez, para renovar los pedidos de prosperidad.
Los homenajes tienen lugar en el monumento de los Héroes de la Independencia. La provincia tiene asueto administrativo y escolar, según lo dispuesto por el Poder Ejecutivo (Decreto 4420) en virtud del arraigo que tiene esta celebración en el norte, donde cada 1 de agosto y por ley del Congreso de la Nación en 2013, Jujuy se convierte en la “Capital Nacional de la Pachamama”.
El ritual de agradecimiento a la Pachamama forma parte de un sistema de reciprocidad entre el mundo material y el mundo espiritual.
La celebración comienzo cuando el perfume típico del sahumerio ya ha comenzado a sentirse con más fuerza y que según la creencia, es para “liberar las malas energías”. Es el momento también para que se proceda a la apertura de la boca de la Pachamama, y así comenzar con la ceremonia prevista.
La boca de la Pachamama es un pequeño pozo cavado en la tierra- donde se depositan las distintas ofrendas y para la cual se la adorna con serpentinas y lanas de colores. También en ese espacio se colocan pequeños braseros encendidos con abundantes preparaciones especiales de incienso.
Las ofrendas generalmente incluyen hojas de coca, chicha, cigarrillos, yerbeado, licores, cerveza, vino, y diferentes comidas regionales como guisos de trigo, quínoa, mondongo, además de carnes hervidas chalonas y papas y maíz.
La Pachamama es sagrada, ya que de ella se extrae todo tipo de alimentos y por lo tanto el agradecimiento tiene que ser inmenso.
Otros pueblos de la Quebrada de Humahuaca como Tilcara, Maimará, Purmamarca y Hornillos también dedican ofrendas a la Pachamama.
AIM