La cebolla se caracteriza por su efecto antioxidante, antiinflamatorio y antimicrobiano y se debe a su gran aporte de fibra de alta calidad, así como de flavonoides y compuestos azufrados.
Además, ofrece gran versatilidad al momento de emplearla, ya sea en ensaladas, comidas de olla, al horno, o para darle sabor a las más diversas preparaciones.
Presenta un importante contenido de agua -hasta del 90 por ciento- por lo que su aporte calórico es bajo al representar 40 calorías cada 100 gramos de cebolla. También se destaca la cantidad y la calidad de la fibra dietética, la cual es de un tipo soluble que favorece el tránsito intestinal.
La cebolla cumple un papel significativo en la dieta familiar debido a sus minerales: potasio, fósforo, magnesio, hierro y calcio. Por su parte, el potasio participa en un correcto equilibrio osmótico y regulariza toda la tensión arterial; en tanto, el magnesio fortalece los huesos y dientes, mientras acelera la síntesis de todas las proteínas y grasas que se ingieren durante el día. Dentro de las vitaminas, sobresalen las del grupo B -como el ácido fólico-, al igual que las C y E que se encargan de fortalecer las defensas y, por ende, preparar al organismo ante gripes y resfriados.
La lista de beneficios incluye que la cebolla favorece la digestión y elimina las toxinas y bacterias que se adhieren al intestino. Y a esto se suma que posee acción: diurética, antifúngica, broncodilatadora, anticoagulante, hipoglucemiante, antibacteriana, expectorante, hipolipemiante, antiinflamatoria e inmunoestimulante.
Dejá tu comentario sobre esta nota