El verano es aquel momento del año por excelencia en el que la mayoría se toma un descanso y se desconecta de la rutina diaria que se genera en torno al trabajo y a la escuela de los niños. Esto, de por sí, ya hace que toda la rutina que se venía sosteniendo se trastoque, resintiéndose incluso la del ejercicio y la alimentación, perdiéndose un poco las ganas de entrenar regularmente y cuidarse en las ingestas, atento a las frecuentes salidas típicas de esta altura del año, a los viajes, cenas con amigos, entre otros. Por las Lic. en Psicología Mailén Barreto, Mariela Garabello y Melody Varisco.
Si a eso se le suma el excesivo calor que característico, y el hecho de que existen horarios menos habituales, la realidad es que cuesta mucho encontrar la motivación necesaria para sostener regularmente una alimentación sana y una actividad física frecuente, ya que la situación en sí resulta de lo más inoportuna para tal fin.
Entonces, ¿cómo hacer para no perder la motivación y las rutinas de autocuidado, incluso en vacaciones? Algunas sugerencias para lograrlo a continuación:
1. Adaptarse a la situación particular que cada uno tiene y generar una nueva rutina para esta nueva situación. Seguramente en esta época los horarios laborales cambien, porque se está de vacaciones o con horarios más intensivos, etc. En definitiva, la rutina que se venía teniendo, de repente, cambia. Por ello, es importante plantearse cuáles son realmente las opciones que se tienen y adaptar una nueva rutina de entrenamiento y alimentación a esta nueva situación.
2. Buscar un horario más o menos fijo. Una vez que se tenga en claro cuáles son estas opciones realistas, es recomendable fijar un horario. Puede que se tenga que pasar de entrenar de 5 veces a 3 por semana, o quizás reducir el tiempo dedicado al ejercicio, o alguna otra variación. Sea como fuere, establecer un horario fijo ayuda a mantener la rutina, y, por ende, a que el hábito que tanto esfuerzo costó adquirir no se pierda, ya que el precio de abandonarlo es muy alto y retomarlo es mucho más difícil que antes.
3. Probar nuevas actividades de acuerdo con la nueva situación. Si se está de vacaciones de verano, poder realizar distintas actividades acuáticas, ya sea en pileta, en el río o en el mar, caminatas en la playa, al aire libre, etc. Toda actividad afín es una gran opción para ejercitarse de manera diferente, divertida y, además, refrescante.
4. Elegir un horario y un lugar fresco si el calor es muy agobiante. Uno de los mayores desmotivadores del verano es el gran calor, y cada vez son más las personas que verdaderamente lo padecen. Por ello, a la hora de plantear el horario de entrenamiento, se recomienda hacerlo en un momento del día en el que no haga demasiado calor, como lo es a primera o a última hora del día. Si no es posible entrenar en ese horario, buscar un lugar fresco, como un gimnasio con aire acondicionado, una piscina, o el simple entrenamiento a la sombra puede dar resultado.
5. Buscar ayuda, buscar aliados. La compañía de otra persona con los mismos intereses siempre es beneficiosa en lo que a motivación se refiere, pudiendo en muchos casos, facilitar la consecución de la actividad a realizar por el simple hecho de compartirla con alguien. Fijar el compromiso con otro, no solo con uno mismo, es un gran aliado en momentos de debilidad o hipobulia.
6. La última sugerencia, y la más importante, es que, ante cada excusa o pretexto que surja para evitar seguir estas rutinas de autocuidado, hay que detenerse a pensar con plena conciencia y responsabilidad lo que implica en la semana ese tiempo mínimo que se dedica, por ejemplo, a ese ejercicio en particular al cual uno se resiste, y los enormes beneficios que trae consigo realizar este esfuerzo de una vez por todas.
Esta acción tiene que ser una decisión diaria, para que pueda automatizarse y transformarse en un hábito, solo así no costará esfuerzo luego sostenerla ya que sucederá automáticamente. Se trata de dar pequeños pasos diarios, imperceptibles, pero firmes, en dirección al objetivo. No se trata de realizar una gran hazaña, sino de hacer un poquito cada día. El esfuerzo se acumula, ese poquito se acumula, y a la larga todo suma.
Con frecuencia, se piensa que un enorme éxito requiere una acción igual de relevante. Lo paradójico es que, en realidad, son pequeños hábitos, los que sostenidos a lo largo del tiempo generan grandes cambios. Conducta, perseverancia y tiempo son claves que, si se sostienen diariamente, los resultados llegan por sí solos.
Qué lugar ocupa el agua en la rutina diaria
Es importante destacar un componente esencial para tener en cuenta. Frente a esta época tan irregular en lo que a rutinas se refiere, y al excesivo calor que se sufre, es indispensable mantenerse hidratado. Habituarse a beber agua.
Numerosas investigaciones han demostrado la relación que existe entre la deshidratación y los picos de estrés y ansiedad.
El bajo consumo de agua se relaciona con mayor tensión, depresión y confusión, además de que interfiere en el sueño, en la capacidad intelectual y el estado de ánimo en general, en todas las edades. Por lo que sus efectos no solo repercuten a nivel fisiológico, sino también psíquico, cognitivo y emocional.
Por lo que, tomar suficiente agua debe ser parte de la rutina diaria. Debe convertirse en un hábito, ya que ayuda a mantenerse en buenas condiciones físicas y mentales, lo que es importante para que la hidratación se convierta en parte del compromiso general con el cuidado personal.
NdR: Artículo publicado en el Material Educativo de Icarus Centro de Salud & Longevidad, febrero de 2023.
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