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Salud y Bienestar
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Logran controlar al vector del Chagas en comunidades indígenas del Chaco

Tras aplicar un programa sostenido durante siete años, el trabajo articulado de científicos, los servicios de salud y municipales con las comunidades de un municipio de Chaco (Argentina) hizo posible que el porcentaje de viviendas infestadas por la vinchuca (Triatoma infestans), el principal insecto vector de la enfermedad de Chagas, se redujera del 31 por ciento inicial a menos del 1 por ciento.

Las condiciones de las viviendas son uno de los principales factores asociados con el nivel de infestación por vinchucas, los insectos que transmiten la enfermedad de Chagas. (Foto: UBA / Iegeba-Conicet / Agencia CyTA-Fundación Leloir)
Las condiciones de las viviendas son uno de los principales factores asociados con el nivel de infestación por vinchucas, los insectos que transmiten la enfermedad de Chagas. (Foto: UBA / Iegeba-Conicet / Agencia CyTA-Fundación Leloir)

“Nuestros resultados corroboran el potencial de la vigilancia basada en el trabajo con la comunidad a la vez que muestran la necesidad de potenciar las capacidades locales, incluyendo la participación protagónica de los agentes sanitarios, las escuelas y otros líderes comunitarios”, afirmó la primera autora del estudio, la doctora María Sol Gaspe, investigadora del Laboratorio de Eco-Epidemiología liderado por el doctor Ricardo Gürtler, que depende de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (Fcen) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y el Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (Iegeba-Conicet).

Gaspe destacó que el programa permitió la “cuasi-eliminación” del insecto vector y, en consecuencia, suprimió el riesgo de transmisión vectorial del Trypanosoma cruzi, parásito causante de la enfermedad de Chagas.

El alentador proyecto, descrito en la revista “Plos Neglected Tropical Diseases”, se realizó en 7 comunidades rurales de Pampa del Indio, una localidad casi en el límite con Formosa y ubicada a 215 km al noroeste de la capital provincial, Resistencia. El programa abarcó casi 500 viviendas habitadas por 2400 personas, en su mayoría, miembros de la comunidad Qom.

El estudio se inició en el 2008. Para dimensionar la situación de base, los científicos y los técnicos de los Programas Provincial y Nacional de Chagas buscaron vinchucas en cada una de las estructuras de las viviendas, incluyendo desde dormitorios y cocinas hasta depósitos y gallineros. Para que los insectos salieran de sus refugios, aplicaron un aerosol irritante. Acto seguido, los técnicos rociaron las viviendas con insecticidas piretroides.

A lo largo de los siete años del estudio, los censos entomológicos se repitieron en cuatro ocasiones. También se realizaron dos muestreos en 2011 y 2013. Los científicos analizaron las vinchucas colectadas para determinar su especie, estadio, sexo y grado de resistencia a los insecticidas. Asimismo, se estableció un sistema de vigilancia para que los pobladores notificaran al sistema de salud local sobre la eventual presencia del vector en sus viviendas.

Según reconoció Gaspe, los muy bajos niveles de infestación al final del programa se debieron a los efectos de las intervenciones con insecticida combinados con el frecuente traslado de los hogares. Este proceso implicaba en la mayoría de los casos la destrucción y reconstrucción de sus viviendas precarias, en el contexto social vulnerable de las poblaciones indígenas. “Esto afecta directamente a las poblaciones de vinchucas al modificar la disponibilidad de refugio y fuentes de alimento”, señaló.

“Ciertos procesos como la movilidad de los hogares y el mejoramiento de las viviendas representan desafíos adicionales para los programas tradicionales de control en áreas endémicas. Esto significa que resulta imprescindible considerar los aspectos sociodemográficos y culturales al momento de diseñar e implementar este tipo de intervenciones para lograr resultados sostenibles”, concluyó Gaspe.

Del estudio también participaron Ricardo E. Gurtler, Yael M. Provecho y María del Pilar Fernández, del Conicet y de la Fcen-UBA; Claudia Vassena, del Centro de Investigaciones de Plagas e Insecticidas (Cipein-Conicet) y de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA; y Pablo Santo Orihuela, del Cipein-Conicet y de la Universidad Nacional de San Martín.

Fuente: Agencia CyTA-Fundación Leloir

chaco Chagas

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