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Salud y Bienestar
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Trastorno por atracón y bulimia ¿Cuáles son las diferencias?

Mucha gente los confunde, sin embargo, el trastorno por atracón y la bulimia son dos condiciones clínicas de la conducta alimentaria que presentan características diferentes. Te las explicamos a continuación.

Las unidades de trastornos de la conducta alimentaria (Utca) atienden un mayor número de pacientes durante estos últimos años. Los efectos de la pandemia, sumado a factores psicosociales, como la autoexigencia y la necesidad de control, elevan este panorama. Así, entre las condiciones clínicas más diagnosticadas están, sin duda, el trastorno por atracón y la bulimia.

A pesar de que es común confundirlas, cada una de ellas presenta una nosología particular. Mientras la bulimia recurre a conductas compensatorias, como los vómitos, la primera no evidencia esta característica. Cabe señalar, eso sí, que se trata de dos afecciones graves que deben detectarse lo antes posible para ofrecer siempre una atención multidisciplinaria.

A continuación, te contamos en qué consisten cada una de estas dos entidades psiquiátricas.

La recuperación de un trastorno alimentario dura meses e incluso años. Los deslices, los retrocesos y las recaídas suelen ser la regla. Aprender de nuevo los hábitos alimenticios normales y las habilidades de afrontamiento puede llevar mucho tiempo y requiere, además, del apoyo de profesionales, amigos y familiares.

Claves que diferencian al trastorno por atracón y bulimia

En nuestra sociedad, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) navegan aún en un océano de estigmas y confusión. Muchas veces los diagnósticos se hacen tarde, cuando la salud del paciente está bastante mermada. Asimismo, se mantiene la idea de que estas realidades clínicas se manifiestan con una delgadez extrema, cuando no siempre es así.

De hecho, si hay dos condiciones dentro del espectro de los TCA que tienden a confundirse, son el trastorno por atracón y la bulimia. Te interesará saber, por ejemplo, que el primero es el que más cuesta detectarse. Como se señala en un artículo de la revista Psiquiatría BMC, no solo el diagnóstico es complejo, sino que es el que más tasas de abandono presenta.

Hay muchas más particularidades en cada una de estas afecciones que te gustará comprender. Las analizamos a continuación.

1. Patrón de alimentación y conductas compensatorias

Un elemento común entre el trastorno por atracón y bulimia es que ambas recurren a la alimentación emocional compulsiva. Es decir, consumen grandes cantidades de comida en poco tiempo. Es un tipo de ingesta dominada por la ansiedad y se puede llevar a cabo muchas veces a escondidas, asaltando incluso la nevera por las noches.

Ahora bien, la principal diferencia entre ambas realidades es que la bulimia recurre a conductas compensatorias, mientras que en el trastorno por atracón esta característica no aparece. De este modo, tal y como destacan en Current Problems in Pediatric and Adolescent Health Care, esas conductas de purga implican desde inducirse vómitos hasta utilizar laxantes.

2. Autoconciencia y emociones

Si hay un hecho recurrente en las personas con trastornos de la conducta alimentaria (TCA), es su manejo deficiente del universo de las emociones. En una investigación divulgada por Journal of Eating Disorders nos hablan de una peor conciencia emocional y del uso de unas estrategias de regulación más pobres.

Ahora bien, a la hora de comprender las diferencias entre el trastorno por atracón y bulimia, hay unas particularidades en esta esfera que te gustará conocer.


Bulimia

Las personas con bulimia nerviosa están más preocupadas por su forma y peso corporal que los pacientes con trastorno por atracón. Lo que evidencian, en muchos casos, es una elevada autoexigencia, perfeccionismo y necesidad de tenerlo todo bajo control. A menudo, estos pacientes arrastran consigo el peso de algún trauma y de unas claras dificultades de gestión emocional.

Trastorno por atracón

En esta condición clínica se ven con frecuencia sentimientos de vacío, de baja autoestima y sintomatología depresiva. La comida es esa válvula de escape que, durante un instante, ofrece una gran satisfacción y picos elevados de serotonina y endorfinas. No obstante, esa euforia desciende tras la alimentación compulsiva, momento en que surgen los sentimientos de culpa y vergüenza.

3. El peso corporal

Las personas que sufren trastorno por atracón suelen presentar, en promedio, obesidad o cierto sobrepeso. Al no recurrir a las conductas de purga (aunque piensen en ellas), tienen mayor probabilidad de sufrir este problema. Es por ello que, en ocasiones, se pasa por alto esta afección que el DSM-V codifica como una entidad clínica diferenciada.

En un artículo de la revista Journal of Eating Disorders se hace eco de esta realidad. Las personas con un peso corporal más elevado han sido, desde siempre, infradiagnosticadas, en lo que se refiere a los TCA. La falta de tratamiento les conduce a sufrir mayores problemas de salud mental. Es un hecho que, sin duda, debe corregirse.

Por otro lado, los pacientes con bulimia suelen estar en su peso correcto o por debajo de él. Sin embargo, hay un rasgo peligroso: muchas veces padecen dismorfia corporal, con lo cual siempre darán por sentado que presentan muchos kilos de más y que deben perderlos.

La principal diferencia entre el trastorno por atracón y la bulimia reside en la conducta de purga de esta última. No obstante, hay muchos elementos en común entre ambas. Los problemas para regular las emociones, la obsesión en la imagen corporal y la presencia de traumas y problemas de apego son factores que siempre suelen estar detrás.

4. El coste en la salud mental y física

Debes saber que la psicopatología de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) es una de las más graves. Piensa que, tal y como nos indican en un artículo de Current Opinion in Psychology, las tasas de conducta suicida, tanto para la bulimia nerviosa como para el trastorno por atracón, son elevadas. Son condiciones de gran impacto que necesitan siempre de un buen abordaje clínico.

Te detallamos a continuación cual es el coste en la salud mental y física de estas entidades psiquiátricas.

Trastorno por atracón

En un estudio publicado por la revista Frontiers in Psychiatry se explica que el trastorno por atracón tiene una elevada comorbilidad con numerosos problemas de salud mental. En caso de no diagnosticarse esta condición de forma temprana, aparecerán los trastornos depresivos y de ansiedad. Asimismo, es común que aparezca el aislamiento social e incluso intentos de suicidio.

Por otro lado, en lo referente a los problemas de salud, es frecuente que aparezca la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y trastornos respiratorios relacionados con el sueño, como la apnea.

Bulimia

En este tipo de TCA los trastornos del estado de ánimo también son una constante. De igual manera, los pacientes con bulimia derivan a menudo en conductas autolesivas e intentos de suicidio. En lo que respecta a la salud física, suelen sufrir problemas gastrointestinales, alteraciones respiratorias, debilidad ósea, enfermedades cardíacas, deshidratación, entre otros.

Prevalencia

La prevalencia del trastorno por atracón y bulimia es, por término medio, parecida, aunque la primera es un poco más elevada. Según una investigación publicada en el 2022, en la revista Nutrición hospitalaria, la tasa de mujeres con bulimia nerviosa es del 1-2 por ciento y la del trastorno por atracón del 1-4 por ciento. En los hombres, por su parte, la prevalencia en los TCA se sitúa entre el 0,3-0,7 por ciento.

Tratamientos para estas condiciones clínicas

Si te preguntas cuáles suelen ser las causas que desencadenan estas realidades clínicas, cabe señalar que hay muchos elementos en común entre ambas. Las dos son producto de una mala regulación emocional, factores genéticos, traumas, problemas de apego y la influencia del entorno social y cultural.

En lo que se refiere al tratamiento, ambas condiciones requieren de un abordaje multidisciplinar. Existen unidades especializadas para las TCA en las cuales se realizan intervenciones basadas en los enfoques que te exponemos a continuación.

Terapia cognitivo-conductual (TCC)

La terapia cognitiva-conductual mejorada (TCC-E) es la más utilizada tanto para el trastorno por atracón como para la bulimia. Se centra en identificar y cambiar los pensamientos y conductas disfuncionales relacionadas con la alimentación y la imagen corporal.

Gracias a ese modelo, el paciente desarrolla unas mejores habilidades para enfrentar los desencadenantes emocionales de la alimentación y, a su vez, logra adoptar patrones alimentarios más saludables.

La terapia interpersonal

Este tipo de recurso, desarrollado por Klerman y Weissman, es muy útil en estos casos. La terapia interpersonal puede ayudar a estas chicas y chicos a mejorar sus relaciones con los demás. Esto favorece la reducción del impulso de comer de manera compulsiva al optimizar la calidad de las interacciones y las habilidades sociales.

Terapia nutricional

Un pilar indiscutible en el abordaje de estas entidades psiquiátricas es contar con el apoyo de un equipo de nutricionistas especializado en TCA. Gracias a estos profesionales, los pacientes adoptan un plan de alimentación equilibrado y desarrollan, además, hábitos alimentarios saludables.

Medicación

En algunos casos, se pueden prescribir medicamentos, como los antidepresivos o ansiolíticos, con el fin de controlar los trastornos psicológicos comórbidos.


Terapia de grupo

Este es un recurso excelente para los pacientes con TCA, dado que es un escenario que proporciona apoyo y la posibilidad de compartir experiencias y estrategias de afrontamiento.


Terapia familiar

Involucrar a la familia en el proceso terapéutico es un elemento fundamental durante el tratamiento de estos pacientes. Muchas veces, el contexto de la persona contribuye al desarrollo o mantenimiento del trastorno y esto es algo que debe tratarse.


Los TCA, un compromiso de todos

Llegados a este punto, solo nos queda señalarte un aspecto. Es evidente que la bulimia y el trastorno por atracón alteran por completo la vida de quienes los sufren. Pero lo cierto es que todas las condiciones que integran los TCA constituyen a día de hoy realidades de gran desgaste psicosocial. Y su incidencia no deja de aparecer cada vez más en niños y adolescentes.

La detección temprana es esencial. Sin embargo, también nuestra sociedad debe comprometerse en ciertos cambios. Regular las imágenes idealizadas del cuerpo en la publicidad y en redes sociales, y fomentar en los jóvenes una mejor autoestima, gestión emocional y habilidades sociales son herramientas necesarias para la prevención.

Fuente: La Mente es Maravillosa

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