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Caleidoscopio
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La tierra era de la estancia El Quebracho.
La tierra era de la estancia El Quebracho.

Artigas y la reforma agraria

Recientemente se produjo en el acceso a Santa Elena desde la ruta nacional 12 un alboroto generosamente atendido por la prensa porteña como intento de reforma agraria bajo el nombre de Artigas.

El alboroto fue un capítulo más, potenciado por la "grieta" política, de una vieja riña entre miembros de una familia de estancieros por tierras que obtuvieron del gobierno provincial y que habían pertenecido hasta fines del siglo pasado al frigorífico Santa Elena.

Se usó el nombre del "Proyecto Artigas" para menear ante la clase media el espectro de la reforma agraria, que apenas aparece suscita en nuestro país un temor escalofriante, usado para manipular en cada uno su propio temor, ya que todos suponemos tener algo que defender y algún sospechoso de quien desconfiar.

Los terrenos que se convirtieron de pronto en centro de la atención pertenecieron al frigorífico Santa Elena. Eran la estancia El Quebracho y pasaron cuando el frigorífico fue estatizado en 2007 a la escuela agrotécnica 151, que fue desposeída luego por un acuerdo entre el gobierno de Jorge Busti y los estancieros.

Una reforma que mete miedo
Del campamento de Artigas en Purificación, Paysandú, surgió en 1815 la primera reforma agraria de Nuestra América: la reforma artiguista, cuya imagen contrahecha por las riñas políticas actuales reapareció en el predio "Casa Nueva", en el acceso a Santa Elena. La impulsora del espectro fue una disputa entre los hermanos varones Etchevehere y la hermana mujer.

La reforma agraria artiguista se aplicó en 1815 en la Banda Oriental y terminó óptimamente para los terratenientes con la invasión portuguesa al mando del general Carlos Lecor, vizconde de La Laguna, que fue conducido victorioso bajo palio a un Te Deum en la catedral de Montevideo, que hoy muestra para lavar su pecado la pila bautismal de Artigas.

El código agrario de 1815 debe mucho a las ideas liberales de los españoles Pedro Campomanes y Gaspar Jovellanos, que expusieron sus ideas durante el reinado de Carlos III.

Campomanes exigía un sistema sistema que permitiera al agricultor ser propietario de la tierra, o que obligara al propietario a trabajarla toda. De su "Discurso sobre el fomento de la industria popular", surgió la idea de fundar en España las "Sociedades Económicas de Amigos del País", que tenían la misión de favorecer las iniciativas particulares.

Jovellanos, fisiócrata convencido bajo influencia gala, fue autor del "Informe sobre la Ley Agraria", donde sostuvo que España podía ser un país rico y feliz si trabajara toda su tierra y el trabajador estuviera realmente interesado en la producción. Para ello se imponía una distribución más equitativa de la propiedad de la tierra, es decir, una reforma agraria.

El código de la reforma de Artigas determinaba la expropiación y el reparto de las tierras de los «malos europeos y peores americanos» emigrados a raíz de la revolución de Mayo en Buenos Aires, que tuvo rápido seguimiento en la Banda Oriental. A los expropiados pertenecía la inmensa mayoría de los latifundios, lo que da cierta racionalidad en defensa de sus intereses a los que rindieron vasallaje a Lecor, pero la quita a los que reclaman hoy contra los intrusos sin tener siquiera una triste maceta que llorar.

En 1815 la reforma agraria de Artigas repartía las tierras de acuerdo con el principio de que «los más infelices serán los más privilegiados», con el principal de derecho para los indios. El sentido esencial de esta reforma agraria consistía en asentar sobre la tierra a los pobres del campo, convirtiendo en paisano al gaucho acostumbrado a la vida errante de la guerra y a las faenas clandestinas y al contrabando en tiempos de paz. "Los gobiernos posteriores de la cuenca del Plata reducirán a sangre y fuego al gaucho, incorporándolo por la fuerza a las peonadas de las grandes estancias, pero Artigas había querido hacerlo propietario: «Los gauchos alzados comenzaban a gustar del trabajo honrado, levantaban ranchos y corrales, plantaban sus primeras sementeras». La intervención portuguesa terminó con todo. La oligarquía levantó cabeza y se vengó. La legislación desconoció, en lo sucesivo, la validez de las donaciones de tierras realizadas por Artigas. Desde 1820 hasta fines del siglo fueron desalojados, a tiros, los patriotas pobres que habían sido beneficiados por la reforma agraria, dice sobre el tema Eduardo Galeano. O como dice la letra de "El Funeral del Labrador", de Chico Buarque de la tumba del campesino: "Es de buen tamaño, ni ancho ni profundo: es la parte que te toca de este latifundio; no es un hoyo grande, es una cueva medida, es la tierra que querías ver dividida".

Los gobiernos colorados "brasileñistas" del Uruguay no reconocieron luego los títulos de propiedad otorgados por Artigas en 1815, pero sí los que acordó el general invasor lusobrasileño.
De la Redacción de AIM.

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