"Yo soy del 30, cuando a Yrigoyen lo embardaron" dice la letra de un tango que muestra los efectos de la gran crisis que ese año del siglo pasado se inició en la bolsa de Wall Street y se extendió por el mundo. Dice el tango que en ese tiempo "me enseñaron las madrugadas lo que es sufrir", aludiendo a la miseria y al desempleo que se abatieron entonces sobre Buenos Aires.
De que la cosa fue muy apremiante, y no solo en la Argentina, tenemos muchos indicios; uno, literario, es de Raúl González Tuñón, que tenía entonces 25 años:
Eche veinte centavos en la ranura.
A pesar de la sala sucia y oscura
de gentes y de lámparas luminosas,
si quiere ver la vida color de rosa
eche veinte centavos en la ranura.
El dolor mata, amigo, la vida es dura,
y ya que usted no tiene ni hogar ni esposa
si quiere ver la vida color de rosa
eche veinte centavos en la ranura.
Y no se inmute, amigo, la vida es dura,
con la filosofía poco se goza.
Si quiere ver la vida color de rosa
eche veinte centavos en la ranura.
Parece que hace un siglo, en la década de los años 20 del siglo pasado, en la actual calle Leandro Alem, entonces paseo de Julio, continuación del Paseo Colón en el "Bajo" porteño, abundaban los "salones de novedades".
Había en ellos máquinas con ranuras donde colocando veinte centavos y girando una manivela podían verse paisajes fantásticos de lejanos países, fotografías de artistas, postales más o menos pornográficas, etc.
En esa época los estancieros podían encender un cigarro en el Jockey Club quemando un billete de 1000 pesos -que circulaban, aunque poco- como ostentación de poder, cuando el sueldo de un obrero no pasaba de 60 pesos mensuales y pocos tenían trabajo.
Aquel dinero era sólido, firme, potente, sin grietas, tenía respaldo del Estado y de los bancos y ambos de la libra esterlina, símbolo del poder del Imperio Británico.
Esos tiempos pasaron, en parte gracias a la propia crisis del 30 pero con seguridad gracias a la segunda guerra mundial, que apagó el imperio de Inglaterra para encender otro en su lugar.
Pasadas las décadas, los billetes mismos comenzaron a desdibujarse después de haber sido por cerca de medio milenio el símbolo de la civilización capitalista centrada en los bancos. Los mismos bancos, al ritmo de la técnica, crearon el siglo pasado las tarjetas de crédito y de débito. El débito permite volver a la ranura, aunque no a la mágica de Tuñón, sino a la menos visible de la tecnología: la del posnet que vincula con las cuentas bancarias, registra en el acto la operación por ejemplo en un supermercado, se hace el descuento y ¡ya está! hemos pagado sin ver una moneda ni un billete.
Ahora la misma tecnología nos lleva de la mano por otros caminos, por primera vez por afuera del Estado y de los bancos, para hacer operaciones de compra y venta entre particulares solamente, sin tarjetas ni dinero: basta salir del supermercado con el carrito para quedar registrado en una cámara y la cuenta, pagada.
La criptomoneda
Las criptomonedas nacieron anónimas, descentralizadas, encriptadas y programables.
La moneda corriente desde los inicios de la modernidad está identificada por el estado y por las cuentas bancarias. El sistema dispone del nombre del titular de la cuenta, el lugar de residencia, la ocupación, el nivel de ingresos. Esos datos son objeto de compraventa y suelen caer en manos extrañas. No hay anonimato, la identidad pasa por la compraventa y está a tiro de los empleados de los bancos.
Las criptomonedas forman parte de un sistema creciente, muy grande, pero sin nadie que diga cuál es su valor porque son descentralizadas.
El titular de una criptomoneda no puede ser identificado por otros participantes del sistema. Las criptomonedas son anónimas, y almacenan los nombres de sus propietarios ni los comunican a los demás
El bitcoin es una divisa concebida en 2009 por Satoshi Nakamoto, un presunto japonés policéfalo, que permite transacciones directas, sin intermediario. No tiene respaldo ni intromisión de ningún gobierno ni depende de la confianza en ningún emisor central, no es "moneda fiduciaria".
El 3 de enero de 2009 la red P2P de Bitcoin comenzó a funcionar con la creación de los primeros "bitcoines". Por primera vez los pagos electrónicos quedaron fuera del control de los bancos
Una criptomoneda como el Bitcoin opera sin una autoridad central, sin bancos ni Estado que tutelen o vigilen. Las transacciones y la emisión de bitcoins es llevada a cabo colectivamente por la red. Bitcoin es de código abierto; su diseño es público, nadie es dueño o controla Bitcoin y todo el mundo puede participar.
No tiene intermediarios que se queden con la parte del león, porque las transacciones se hacen directamente de persona a persona. No es necesario revelar la identidad al hacer negocios. El dinero no puede ser intervenido por nadie ni las cuentas pueden ser congeladas.
Bitcoin es por ahora la moneda digital más usada de todo el mundo.
Es más seguro que el dinero en efectivo, que suele pasar de mano a mano a veces con sangre de por medio, y también que el electrónico de los bancos, porque a cada momento sabemos de maniobras que permiten "truchar" tarjetas de crédito, robar en las cuentas a las que están vinculadas, copiar los códigos en los cajeros, etc, etc. Bitcoin no pide revelar información como es el caso de las tarjetas de crédito.
Son los propios usuarios, las computadoras, las que hacen el el seguimiento, control y registro de las transacciones.
Según sus propagandistas, el proceso de enviar dinero, recibirlo o efectuar pagos con Bitcoin es, por ejemplo, tan fácil como enviar un e-mail. De ahí parte su éxito, pues puede ser utilizado por todo el mundo con suma facilidad.
De la misma manera que existen direcciones de correo electrónico, también existen direcciones Bitcoin que nos permiten enviar y recibir la moneda digital. Para empezar a usar Bitcoin lo primero es generar una de estas direcciones usando una aplicación Bitcoin.
Es posible generar tantas direcciones como se quiera, todas gratuitas sin necesidad de estar conectado a internet para generar una dirección. No es necesario registrarse en ninguna parte.
Cada dirección consta de dos partes que están matemáticamente correlacionadas:
La dirección pública es aquella con la que te identificas de cara al mundo. Cualquiera que sepa tu dirección pública podrá enviarte bitcoins en cualquier momento.
La clave privada es aquella que permite autentificarte, acceder a los fondos que tengas en esa dirección o realizar envíos. Por este motivo es muy importante que nunca divulgues tu clave privada pues daría a cualquiera que la supiera acceso a tus fondos. La mayoría de las aplicaciones Bitcoin se aseguran de mantener tu clave privada protegida bajo contraseña (cifrada).
Los bitcoins no representan ningún archivo de nuestro ordenador, ningún metal, papel o cadena de texto, sino que en realidad se trata de un valor que nuestra dirección puede tener. De la misma manera que la cuenta de tu banco no representa dinero que está literalmente ahí, sino que es un valor que tu banco le da a tu cuenta.
A cada dirección le corresponde un valor que puede subir o bajar según las transacciones que realicemos. Aquí es cuando entra en funcionamiento la red "peer to peer" que mencionamos en el capítulo anterior. Los nodos interconectados se encargan de registrar el nuevo valor de la dirección y difunden la información de dicha transacción por toda la red, quedando respaldada de forma inalterable gracias a un complejo sistema de seguridad criptográfico.
El contragolpe estatal
Las Cbdc, sigla de Central Bank Digital Currency, moneda fiduciaria digital, son el contragolpe de los estados nacionales con la finalidad de mantener el control de la política monetaria, amenazada por las criptomonedas. Se trata de una réplica de su funcionamiento, pero "centralizada", una reencarnación del dinero, su reaparición bajo una forma nueva en un mundo sometido a cambios enérgicos.
Ante la perspectiva de perder el monopolio del dinero ante las criptomonedas, casi todos los bancos centrales del mundo están desarrollando algún proyecto vinculado a las CBDC, sus criptomonedas.
Un problema que aparece de entrada es que a través de la Cbcd los gobiernos acceden a todos los movimientos financieros de sus ciudadanos y tendrían en sus manos las herramientas para eliminar el libre mercado. Por supuesto, también podrían, como sin duda lo hacen ya, espíar a los contribuyentes conociendo los registros electrónicos de todas sus operaciones con dinero.
Las Cbdc, a diferencia de Bitcoin o de Algorand, Ethereum y otras son creadas por un banco central, que es una entidad con capacidad regulatoria. Además, a diferencia de las criptomonedas, no son anónimas, el banco conoce la identidad de los titulares. Por otra parte, el precio de las Cbdc está vinculado a una moneda nacional de la vieja usanza, una moneda fiduciaria, a diferencia de los precios de las criptomonedas, que depende de la oferta y la demanda
Los bancos centrales emiten las Cbdc con iguales garantías que el papel moneda; son equivalentes al efectivo y están diseñadas para transacciones diarias. En las criptomonedas, en cambio, no hay un ente de control que registre sus movimientos, no están respaldadas por un gobierno.
Esto las diferencia a tal punto que no puede decirse que las Cbdc sean criptomonedas sino dinero digital emitido por un banco central.
Las Cbdc están reguladas por el Estado que las emite a diferencia de las criptomonedas como el Bitcoin, que no tiene ese control.
De la Redacción de AIM.
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