Desde el 10 de octubre del año 2010 se celebra el Día Mundial de las Personas sin Hogar, una fecha que tiene como finalidad sensibilizar y concienciar a la población acerca de las personas que no tienen un hogar para vivir o que habitan en viviendas en condiciones infrahumanas e insalubres en varias partes del mundo y la discriminación que sufren por su condición, constató AIM.
Este fenómeno social es conocido como sinhogarismo, relacionado con las personas que carecen de una vivienda para residir, viéndose en la obligación de vivir a la intemperie o en albergues debido a una ruptura de sus lazos familiares y sociales, así como por no poseer un empleo con ingresos fijos o estables.
¿Por qué se celebra el Día Mundial de las Personas sin Hogar?
Obviamente nadie quiere verse en esta situación. De acuerdo a estadísticas del año 2018 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se estima que actualmente unas 900 millones de personas viven en asentamientos informales o campamentos, sin incluir a las personas que viven en las calles. Es un problema grave que merece una atención prioritaria.
Con la celebración de este Día Mundial se pretende generar propuestas para ayudar a aquellas personas que se han quedado sin hogar por razones diversas: factores estructurales e institucionales, situación económica, familiar o social, desastres naturales, condición de desplazados o refugiados, entre otras causas.
Las personas sin hogar tienden a ser excluidas y marginadas socialmente, y esta situación se ha visto afectada ante los efectos de la pandemia por Covid-19, sin contar con ningún tipo de protección, asistencia ni acceso a los servicios básicos, debido a que deambulan y duermen en las calles o en lugares públicos.
Se estima que la esperanza de vida de las personas sin hogar se encuentra entre los 42-52 años de edad, lo que representa unos 30 años menos que la población general.
El hecho de no tener un hogar afecta las relaciones sociales y genera un impacto en la salud física y mental de las personas afectadas, lo que implica la adopción de conductas adictivas, desestructuración del grupo familiar, desnutrición, hipotermia, depresión y paranoias.
Se requiere la aplicación de políticas públicas integrales de protección y restitución de hogares a las personas afectadas, así como garantizar sus derechos humanos fundamentales de acceso a una vivienda adecuada y a la salud, así como generar fuentes de trabajo para su sustento. Es necesario efectuar ajustes en la normativa legal para disminuir los desahucios y desalojos sin alojamiento alternativo.
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