A nuestros gurises les hace falta tener espacios donde se los escuche”, informó a AIM la coordinadora del Taller de lectura de El Pingo, Andrea Rutt, quien destacó que la se desarrolla desde 2020 en esa localidad y agregó que “las infancias tienen un don que les permite navegar por estos mundos imaginarios y eso hace tan creativas sus producciones”.
En diálogo con esta Agencia, Rutt manifestó que “el taller se inicia a partir de un fuerte compromiso del municipio por acercar a los niños actividades de recreación en otro espacio que no fuera el escolar, con la lectura, la escritura y la literatura”.
Este es el tercer año consecutivo del taller y “algunos de los chicos y chicas que asisten desde el primer año se autodenominan los veteranos de la lectura”.
“Como coordinadora estoy convencida de que como adultos tenemos un compromiso para con los niños, de modo de garantizar sus derechos”, expresó y agregó que “pensar políticas para las infancias implica garantizar el derecho a leer y a escribir y el acceso constituye la raíz para el desarrollo personal”.
Rutt recordó que a principios de 2020 recibió la propuesta de hacerse cargo de este taller: “al principio era presencial, una vez por semana, pero por la pandemia se reconfiguró y pasó a ser un gran desafío laboral y personal”.
“De ser un taller presencial pasó a ser virtual y esto significaba mantener muy atentos a los niños y niñas, pero me encontré con la grata sorpresa de que en cada clase ellos esperaban frente a sus teléfonos y compus para el encuentro con la palabra”, detalló.
De libros, cuentos y adivinanzas
Con el paso del tiempo, “se instaló una rutina de compartir cuentos e historias, ellos manifestaban su favoritismo por algunos géneros literarios, desde muy pequeños. El taller es para niños desde los seis a 12 años, pero la franja etárea durante la pandemia fue de cinco a nueve años, con una asistencia de alrededor de nueve chicos”, puntualizó.
“El taller siempre terminó con adivinanzas, trabalenguas y colmos y la idea de que todos pudiéramos divertirnos y disfrutar ese momento de encuentro con la palabra, con el otro, en una manera de comunicarnos que no era la presencial”, subrayó.
Además, destacó “la importancia de la escucha del otro, porque quien estaba conectado quería ser escuchado y esto me parece que fue muy importante en el taller con lo que padecimos debido a la pandemia”.
Diciembre, el momento del encuentro
Por otra parte, la docente recordó a esta Agencia que otro momento “muy interesante fue que en 2020 con los niños nos conocimos en diciembre y cuando nos encontramos sentimos mucha emoción, teníamos muchas ganas de vernos, y allí compartimos un cuento grupal que habíamos elaborado para cerrar el taller”.
También acotó que aquel año el cierre del ciclo consistió en la entrega de libros según los gustos personales de cada uno y las temáticas que más les interesaban: “el objetivo era producir desde un espacio agradable y salirse de las estructuras para crear libremente”, remarcó.
“Este espacio implica una conexión con el arte y la lectura desde la creación: a ellos les gusta hacer adivinanzas, colmos e historias de terror breves y son muy fans de las adivinanzas”, contó y reflexionó: “creo que a nuestros gurises les hace falta tener espacios donde se les escuche y se les permita crear. Las infancias tienen un don que les permite navegar por estos mundos imaginarios y eso es lo que hace tan creativas sus producciones”.
“En los encuentros virtuales había una rutina instalada, por ahí les decía que cerremos haciendo una recreación, pero ellos al final siempre querían adivinanzas, para mi tenía que ver con terminar el encuentro contentos para irse pensando en algo bueno. Creo que los chicos y chicas necesitan más espacios de participación”.
De la Redacción de AIM.
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