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Caleidoscopio
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Para los fieles, la ofrenda es inversión.
Para los fieles, la ofrenda es inversión.

El dios opulento

La sociedad tradicional estaba dividida en la India en cuatro grandes grupos, clases o castas: 1) los brahmanes, 2) los chatrias, 3) los vyasias y 4) los sudras, que corresponden sin entrar en detalle con 1) los sacerdotes; 2) los guerreros y gobernantes; 3) los comerciantes y 4) los artesanos y agricultores. Desde hace por lo menos dos siglos, la sociedad occidental desbarató el orden tradicional, por considerarlo injusto y querer ajustarse al tribunal de la razón. El resultado quizá no querido pero en ciernes desde antes es que nuestra sociedad está casi totalmente bajo la influencia -si no el dominio- de los comerciantes y sus extensiones: banqueros, industriales y usureros: un escoramiento que amenaza naufragio.

El evangelio fue escrito hace quizá 1900 años, algunos dicen que en Palestina, otros en Alejandría, otros en el delta del Nilo, por personas sin duda muy instruidas y buenas conocedoras de las teologías de las distintas religiones que proliferaban en el Imperio Romano, pero también de algunas doctrinas filosóficas, como el estoicismo.

En aquella época la estructura social era la impuesta por Roma, un imperio esclavista que había llegado a interesarse casi únicamente en cobrar impuestos, pero que no impedía el despliegue de modos variados de ver y pensar.

En la actualidad, los puntos de vista del evangelio original sobre la riqueza material no pueden prosperar, porque la mentalidad moderna está signada por el utilitarismo y la necesidad de justificar si no de glorificar el enriquecimiento como signo de buena ventura o incluso de elección divina.

Por eso sobre todo en los Estados Unidos, patria natal del modo de pensar basado en la prosperidad material individual, ha surgido el “evangelio de la prosperidad”, también llamado “evangelio de pídalo y recíbalo” o “evangelio de codicia”.

Esta tergiversación moderna de un punto de vista con pretensiones de eternidad, es conducido al éxito popular sobre todo por las iglesias pentecostales y carismáticas.

La preocupación esencial de los líderes "religiosos" de este punto de vista, en consonancia con los de su clientela sabatina, son las posesiones materiales, el bienestar físico y el éxito en esta vida, la búsqueda de recursos financieros, salud, bienes y éxito en los negocios. La tarea es tratar de compatibilizar el mensaje cristiano original con este punto de vista, que parece diametralmente opuesto.

El camino fue abierto por el protestantismo, sobre todo el de Calvino, que rehabilitó el cobro interés sobre los préstamos con el argumento de que el dinero debía ser productivo, contra la opinión de Aristóteles

Esta interpretación moderna del evangelio, sin más pretensiones que las de orden material, es sobre todo la de los televangelistas norteamericanos, que han acuñado la expresión que traducida es “evangelio de la prosperidad”.

Posiblemente no sea sino la traducción al cristianismo oportunista del “sueño americano”, que desde su nacimiento a mediados del siglo XIX tuvo pretensiones religiosas. Es la adaptación del cristianismo, con el nombre de “evangelio del éxito” a la valoración la salud, la riqueza y la felicidad por sobre todas las cosas.

Según Gordon Fee, ministro de las "Asambleas de Dios" el cristianismo norteamericano -lo que deja en pie- "está infectado por una enfermedad insidiosa, el así llamado “evangelio de sanidad y prosperidad”, aunque posea muy poco del carácter del evangelio. En su forma más descarada dice: “Sirve a Dios y vuélvete rico”. En su forma más respetable, pero perniciosa, construye catedrales de cristal de quince millones de dólares para la gloria del opulento cristianismo suburbano"

Obviamente, la crítica sociológica evidencia que el estadounidense promedio, en la medida en que aspira todavía a la prosperidad, la consigue -si la consigue- trabajando duramente, pero los televangelistas obtienen riqueza instantánea manipulando a los crédulos.

Granville Oral Roberts, muerto hace 10 años, fue la figura más destacada la Iglesia de Santidad Pentecostal y de la Metodista Unida. Era un teleevangelista carismático que tuvo un discípulo inesperado en Benson Idahosa, padre del evangelio de la prosperidad en Nigeria. Roberts repetía un dogma voluntarista e individualista envuelto en evangelismo: "sea lo que fuera que imagines y creas, ¡podrás hacerlo!”. Con ese fin invitaba a pensar que Dios tuvo que imaginar primero al mundo y al ser humano para luego hacerlo.

Roberts logró mediante la radio y la TV ofrendas para su ministerio. En su programa “Espera un milagro”, Roberts comercializó su principio de semilla de fe y pañuelos especiales a los que llamaba “paños de oración” y “puntos de contacto” para el milagro, a cambio de una donación

En enero de 1987, Oral Roberts amenazó a sus fieles: Dios lo mataría si no conseguía ocho millones de dólares para marzo. El aporte de un jugador compulsivo salvó a Roberts de la ira divina o de sí mismo, según se mire.

En otra ocasión, se dirigió por televisión a uno de sus fieles: "Alguien nos mira por TV en estos momentos, una persona que prometió darle una gran suma de dinero a Dios. Simula que ya la entregó, aunque en verdad no lo ha hecho. Está tan cerca de mentirle al Espíritu Santo que dentro de pocos días morirá a menos que pague el precio que Dios le ha ordenado".

Los teleevangelistas se superan día a día, pero tocarán un límite que posiblemente sea el exceso de fantasía o la erosión de la credulidad. Gloria Copeland, creadora de la "recompensa ciento por uno", escribió en un libro que circula entre sus seguidores: "Das un dólar por amor al evangelio y te corresponde recibir cien; das diez dólares y recibes mil; das mil y recibes cien mil. Sé que puedes multiplicar, pero quiero que veas en blanco sobre negro cuán tremenda es la recompensa del ciento por uno […]. Das una casa y recibes cien casas, o una casa que vale cien veces más. Das un avión y recibes cien veces el valor de un aeroplano. Das un automóvil y la recompensa te suministra de automóviles para toda la vida. En otras palabras, es un buen negocio". Acá la exposición está lo bastante descarnada como para no mencionar más que el negocio.

Los cultos llamados "metafísicos", como el Nuevo Pensamiento, están dentro de la misma línea pragmatista, hacia la que se recuesta siempre el pensamiento norteamericano: Dios hará ricos a quienes conozcan “las leyes de la prosperidad” que gobiernan el universo.

David Oyedepo fue un africano discípulo de Oral Roberts. En Nigeria lanzó su fe en el “éxito sin sudor”, en convertirse en un ganador sin esfuerzo. Bajo su influencia, es necesario creer que la la vida es un crucero de lujo que nos lleva sin lucha a la riqueza.

Oyedepo estaba en los Estados Unidos cuando dijo haber oído la voz de Dios: " “Vuelve pronto a tu tierra y haz que mi gente sea rica”. Canceló sus compromisos y volvió a Nigeria a enriquecer al pueblo.

En representación de la credulidad de los nigerianos, se enriqueció él y pudo construir en Lagos un templo de dos millones de dólares, donde adoctrina a unas 8000 personas en tres turnos dominicales. Tiene una imprenta multimillonaria, una flota de automóviles de lujo y un avión, adquiridos con diezmos y ofrendas periódicas. Sus seguidores creen que a mayor ofrenda, mayor recompensa de dios.

Todos estos predicadores están por supuesto muy alejados del evangelio bimilenario: lo han reemplazado por el evangelio de la buena salud y la riqueza material

En los cultos fundados en el evangelio de la prosperidad el momento de la ofrenda es central. La ofrenda es una inversión, y los fieles creen en eso porque la civilización moderna los ha predispuesto.

Una tergiversación del mensaje original es que Jesús vino fundamentalmente a hacernos ricos en dinero, no a salvarnos del pecado, Además, la teología de los teleevangelistas ignora deliberadamente el sufrimiento porque se centra en el poder. Justamente el dinero es el propósito declarado del evangelio de la prosperidad. El teólogo francés Jacques Ellul define al evangelio de la prosperidad “el dinero es poder, un espíritu, un semidiós, un amo rival”. “Las riquezas consisten en aquellas cosas buenas de la creación de Dios diseñadas para nuestro deleite. El dinero es la manera del mundo de acumular tales cosas, acapararlas, asegurarse de que uno podrá tener más en el futuro, dividiendo a la gente de acuerdo a sus reglas arbitrarias. El dinero no solo tienta, sino que también engulle a quien lo tiene. Lanza su red en torno a la gente, forzándola a someterse a su servicio”.
De la Redacción de AIM.

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