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Caleidoscopio
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El tango: Suárez y Necochea

"Tres amigos" es un tango de 1944 de Enrique Cadícamo, autor de la letra y de la música, firmada por un "Rosendo Luna" que es el mismo Cadícamo.

Tres amigos siempre fuimos/en aquella juventud…
Era el trío más mentado/que pudo haber caminado
por esas calles del sur./ ¿Dónde andarás, Pancho Alsina?
¿Dónde andarás, Balmaceda?/Yo los espero en la esquina
de Suárez y Necochea…

¿Por qué espera a sus amigos de ayer, los de una juventud recordada con nostalgia, aventurera, temeraria y pobre ("nunca faltan encontrones cuando un pobre se divierte"), en la esquina de Suárez y Necochea del barrio porteño de La Boca?

En las últimas décadas del siglo XIX, la Boca era un lugar de pantanos y pajonales, de acceso difícil desde la ciudad, donde se habían refugiado los negros que huyeron de la esclavitud en tiempos de la Colonia y en los inicios de la Argentina independiente.

La inmigración cambió radicalmente ese panorama con la presencia de buques que venían de ultramar, otros que recorrían los ríos, de inmigrantes y de criollos que llegaban atraídos por las oportunidades que generaba la actividad creciente.

La Boca fue barrio de negros, donde se escuchaban el candombe y también los primeros tangos; según la profesora Norma Torello cerca de la "laguna del Piojo", que formaba el arroyo homónimo poco antes de desembocar en el Riachuelo.

La calle Necochea, donde nació Juan de Dios Filiberto cuando se estaba produciendo el aluvión inmigratorio, era la calle central de la Boca.
Allí se instalaron los pirindungundines, bares que se prolongaban en prostíbulos, que tomaron su nombre de los españoles Pérez y Gundín, quienes instalaron quizá el primero de ellos.

Y allí prosperó la guardia vieja, el tango vibrante, alegre y compadrón valorado por Borges, diferente del quejoso que vino décadas después y que el propio Borges consideraba decadente y personificaba en Gardel.

En la Boca de entonces había dos calles principales: Necochea y Brown. Necochea había sido el Camino Viejo, "Cammin Veggio" en el dialecto de los xeneixes, los inmigrantes genoveses que se establecieron allí.

Había una esquina con varios locales de diversión amenizada con orquestas de tango: Necochea y Suárez. Allí un Lorenzo Arola de 17 años -más tarde Eduardo Arolas- hizo escuchar en el bandoneón a los miembros de la orquesta su primer tango, "Una noche de garufa". Allí tocaba la guitarra y la armónica Angel Villoldo, el autor del tango más famoso, El Choclo.

Antonio Bucich, miembro de la Academia del Lunfardo creada por Amaro Villanueva, José Gobelo y Nicolás Olivari, describió la Boca por aquellos años, la fascinación que producía el lamparista que encendía los faroles; el andar del compadrito que salía del conventillo de la calle Suárez con paso lerdo, vestido cuidadosamente con pantalón bombilla, saco oscuro, pañuelo blanco al cuello y una flor en la oreja.

Bucich, que vivió de niño cerca de Suárez y Necochea, se refiere al café del Griego, situado en esa esquina como “la máxima resonancia de ese mundo". Cuenta que allí debutó Francisco Canaro junto a Samuel Castriota y Vicente Loduca en 1908.

Fue Loduca el que escuchó con atención "Una noche de garufa". "Pibe, qué lindo tanguito, tocálo de nuevo", le dijo a Arolas tratando de seguirlo él con su instrumento. Ese interés de Loduca motivó el de Francisco Canaro, que quiso saber quién era el autor, dudando del jovenzuelo que tenía delante. Arolas, desafiante, le respondió que él era el autor. Canaro llevó el tango al pentagrama, porque el adolescente Arolas todavía no sabía escribir música.

En la misma esquina de Suárez y Necochea estaba el café La Popular, propiedad de una mujer hermosa que sufría porque Arolas no respondía a su sentimiento.

A media cuadra sobre Suárez estaba en aquellos tiempos de gesta el café La Marina, donde tocaba el bandoneón el tano Genaro Espósito, que partió a Francia en 1920 y murió en 1944 en un hospital de París ocupado por los nazis, en condiciones de miseria extrema, tocando en la calle por limosnas que no le alcanzaban para comer.
Espósito había sido atracción con su orquesta en tiempos mejores en locales exclusivos de la avenue des Champs Elysées y del Bois de Boulogne.

La avenida Almirante Brown, hoy la calle principal de la Boca, relegó a la calle Necochea, que conserva su prestigio histórico como lugar donde el tango se hizo conocer y como la calle "de la diversión y del pecado".

Norma Torello aclara por las dudas que no es cierto que todo tiempo pasado haya sido mejor -ya que implica una decadencia imparable, tan indefendible como el mito del progreso- pero cree que la belle époque y la mística de la calle Necochea jamás podrán ser igualadas ni imitadas. La espera de Cadícamo en Suárez y Necochea no tendrá fin.
De la Redacción de AIM.

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