El Foro de Valdai es el principal "think tank", centro generador de ideas de Rusia, considerado a veces el Davos ruso; lleva el nombre del lago a cuyas orillas se produjo su primera reunión en 2004. En la última reunión del foro, hace pocos días en Moscú, el presidente Vladimir Putin hizo un anuncio significativo, que quedó algo relegado por el estruendo de la información cotidiana, más urgente pero menos importante: el dominio mundial de occidente se acabó.

Putin negó eficacia a la intención que atribuyó a Occidente -a su dirigencia estadounidense- de establecer una sola regla para todo el mundo, hacer un planeta a imagen y semejanza de los Estados Unidos con la intención de que las autoridades globales vivan sin ninguna regla.

Putin recordó ante su audiencia, entre ellos muchos periodistas, la catástrofe que fue la disolución de la Unión Soviética, no tanto por el derrumbe de una ideología, sino por el éxito parcial que tuvo entonces el propósito occidental de desmembrar a Rusia.

Acudió a un conocido proverbio bíblico, "el que siembra vientos cosecha tempestades" para caracterizar el fin que está teniendo el poder hegemónico de occidente sobre el mundo, iniciado al fin de la segunda guerra mundial.

En 1945 los Estados Unidos se vieron con la mitad de la riqueza del mundo y el cinco por ciento de su población y se decidieron a proteger el desequilibrio manteniendo a raya a los "rencorosos", es decir, a todo el resto. Pero tras la proclamación del imperio del mundo unipolar en que solo la voluntad del vencedor contaba y solo él tenía derecho a existir, se produjo el fin de ese período de dominio total en los asuntos mundiales.

Putin citó palabras del escritor ruso Alejandro Solyenitzin sobre la "persistente ceguera de superioridad" de occidente, que intenta a cualquier precio gobernar el mundo mientras los demás países se niegan ya abiertamente a aceptar su hegemonía.

Putin se refirió a algunos despropósitos en el inicio de la guerra de Ucrania, cuando fueron cancelados conciertos en que se iba a interpretar a Tchaikosvsky y fueron suspendidas clases universitarias sobre la obra de Dostoievsky.

"Durante el último casi medio siglo, la ceguera que citó Solyenitzin fue descaradamente racista y neocolonial, y se ha vuelto simplemente desagradable, especialmente desde que surgió el llamado mundo unipolar".

Consideró muy peligrosa la confianza de occidente en su infalibilidad, que toma cuerpo en intentos de cancelar culturas enteras, como la rusa. "En el punto álgido de la Guerra Fría a nadie se le ocurría cancelar la existencia de la cultura, la ciencia, y el arte de otros pueblos. Fueron los nazis los que quemaban los libros en su tiempo. Pero ahora repiten esa conducta cancelatoria los padres del liberalismo y el progreso".
De la Redacción de AIM.