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Caleidoscopio
Caleidoscopio

La política eterna

Simone Weil murió en Londres a los 34 años. Había nacido en París en 1909. Sufría de tuberculosis y en el certificado de defunción consta esa enfermedad como causa de la muerte; pero quienes la trataron en sus últimos días afirman que dejó de comer por solidaridad con los hambrientos del mundo y de la guerra y desde cuatro años antes dormía en el suelo. Más que tuberculosis entonces, habría sido suicidio o inmolación.

Su hermano André, miembro del grupo Nicolás Bourbaki, nombre colectivo del matemático policéfalo que renovó la enseñanza de la ciencia exacta alrededor de 1930, la recordó: "Era exagerada por naturaleza, siempre intentando lanzarse en paracaídas o escondiendo a Trotsky en casa...Cuando suponía que ya no podría sorprenderme nada de lo que hiciera, su muerte me dejó hecho polvo. Tardé meses en quitarme de la cabeza esa página de las memorias de Saint Simón que está cortada en dos por un reguero de lágrimas".

El sentido del hambre
Cuando las noticias de una hambruna en China la hicieron llorar, su condiscípula Simone de Beauvoir le dijo a la manera existencialista que el hambre no era el problema principal, sino dar sentido a la vida. Weil le contestó que se veía que Beauvoir no había pasado hambre nunca.

Rápidamente se desencantó de la política. En "Notas sobre la supresión general de los partidos políticos” dice que el poder debería ser un medio para el bien; pero los partidos políticos no son el bien sino el mal casi puro.

Procura eliminar los partidos porque existir no es razón suficiente para seguir existiendo. Para ella tienen tres características principales: 1) son máquinas de fabricar pasión colectiva; 2) son organizaciones diseñadas para presionar el pensamiento de sus miembros y 3) tienen el fin de su propio crecimiento sin límite.

Política y religión
Cada partido es una pequeña iglesia profana; cada miembro está sometido a la autoridad del partido, de la capilla. Si alguien cree que piensa como conservador, liberal, progresista o lo que sea, no piensa sino expresa la conformidad con un "relato".

En "Dios y el Estado" Bakunin dice que la finalidad de todo Estado, aún del más débil y pequeño, es crecer a expensas de sus vecinos. Esa idea pudo influir en Simone cuando participó de la guerra civil española, y explica su convicción de que los partidos políticos son totalitarios en germen y en aspiración.

Se presentan como organizaciones tendentes al bien público, que es un concepto difuso, difícil de aprehender a diferencia del partido, que está suficientemente definido para generar adhesión o rechazo.

Para Simone, en la línea de pensamiento que sugiere Spinoza en “Reforma del Entendimiento”, ninguna cantidad de poder es suficiente, siempre el que consiguió poco o mucho quiere más. Y dice algo que se viene repitiendo en la política argentina, en algunos como mérito, en otros como defecto: los partidos (sus dirigentes a la cabeza) "van por todo", quieren el poder total.

Por eso el totalitarismo expresado en los partidos es afín a la mentira, que toma cuerpo adecuado en la propaganda política.

Simone ofrece una síntesis categórica de los partidos políticos: "son organismos pública y oficialmente constituidos para matar en las almas el sentido de la verdad y la justicia”. Y es así porque cualquier mentira es intercambiable con cualquier verdad si se trata de lograr el crecimiento sin límite, el poder sin fin.

Hace notar que parece natural que alguien diga "como conservador pienso.." o "como socialista propongo..."; pero también, generalizando: "como católico..." o "como ateo".

Condicionamiento y verdad
La conclusión apunta también al pensamiento posmoderno, a la "posverdad" que es la mentira de siempre que vuelve con otro disfraz: Es legítimo pensar de tal o cual manera en cuanto uno es tal o cual cosa; porque uno es así, católico o socialista, de pelo negro o amarillo, emite tales o cuales ideas.

Toda la sociedad moderna está declinando desde hace siglos y ha llegado en alas de la tecnología a un estado de cosas en que la autodestrucción está a la vuelta de la esquina.

En los inicios de la modernidad, se produjo una escisión de la unidad humana en racionalismo y sentimentalismo; después llegaron el positivismo, el agnosticismo y el cientificismo en general. La verdad fue rebajada a representación de la realidad sensible mientras tenía todavía un lugar. Fue identificada con la utilidad y luego dejada de lado como un residuo de edades superadas y relegada a opinión de cada uno, allí donde se asfixia ahora.

Weil conocía la verdad como un continuo que no puede ser reducido a concepto. Por eso denunció al relativismo de la verdad justamente cuando alcanzaba gran prestigio en la mentalidad moderna, que de ese modo se pone por sí sola en su nivel.

Acude a la idea "mística" de luz interior, que parece confusa en la tradición occidental, pero es clara en la oriental que Weil conocía, como su hermano André

La luz se apaga
Para Simone, "cuando uno entra en un partido político u otra organización de masas, la luz interior de la evidencia, esa facultad de discernimiento concedida como respuesta al deseo de verdad, es desechada… El móvil del pensamiento ya no es el deseo incondicionado, no definido, de la verdad, sino el deseo de la conformidad con una enseñanza establecida de antemano. Los partidos son un mecanismo por el que nadie atiende al bien, la justicia ni la verdad en los asuntos públicos. Si se confiara al diablo la organización de la vida pública, no podría discernir nada más ingenioso".

El gran poeta estadounidense T. S. Eliot, a pesar de su fama de complejo y difícil, afirmó con toda claridad y sencillez que los libros de Simone debían ser leídos por los jóvenes antes de que la propaganda política anule su capacidad de pensamiento. "Son libros que los políticos rara vez leen, pero que tampoco podrían comprender ni aplicar".
De la Redacción de AIM.

Organizacion de masas Partidos políticos Simone Weil

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