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Caleidoscopio
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Redes, esclavitud de la clase media.
Redes, esclavitud de la clase media.

La unidad humana

Hasta hace 30 ó 40 mil años, había en la Tierra por lo menos dos especies humanas: la nuestra -el homo sapiens- y el hombre de Neardental. Sin embargo, el consenso científico estima que esas dos no fueron las únicas, hubo varias otras que descendieron de simios y que caminaron erguidas en África, hace por lo menos seis millones de años.

El primero identificado como humano fue el homo ergaster, carnívoro muy fuerte y veloz. Cuando abandonó Africa se convirtió poco a poco en el homo erectus, que pobló hasta la China.

Por esos años en Europa ya vivía el hombre de Neardental, que desapareció hace unos 30.000 años

Al parecer, esas especies debieron ceder ante el homo sapiens debido a que manejaba mejor el lenguaje y era más capaz de cooperar para planificar.

Una de estas especies, el homo floresiensis, sobrevivió hasta hace nada más que 12.000 años y algunas mentas de su existencia quedan en leyendas todavía actuales. Eran seres pequeños que habitaban la isla indonesia de Flores. Eran humanos porque podían sacar conclusiones, tomar iniciativas y procesar emociones. Medían un metro de estatura y pesaban unos 25 kilos.

Desde el punto de vista biológico, hay hoy en día una especie humana única llamada homo sapiens sapiens. Es posible fundar en ella la idea de la unidad en la diversidad, pero tan pronto se afirman los criterios políticos y tecnocráticos se destaca la diversidad por sobre la unidad y dentro de la diversidad, la superioridad de unos y la inferioridad de otros.

Todos de la misma especie
El legislador Solón, uno de los siete sabios de Grecia, intentó convencer a los griegos de su tiempo -siglo VI antes de la era corriente- de que eran todos de la misma especie, y no los ricos de una especie diferente, como creían los pobres. En las sociedades arcaicas la taxonomía no era la nuestra: los reinos animal, vegetal y mineral se superponían en algunos puntos y entre los miembros de una tribu y los de otra se suponía tanta diferencia como entre dos especies animales diferentes.

Sangre azul
La separación de los hombres en grupos tan diferentes entre sí como las especies tiene valor práctico, que queda evidenciado en el mito de la sangre azul. Cuando los bereberes invadieron España en el siglo VIII, quedó en claro que a diferencia de los invasores los invadidos eran de piel blanca, tanto que se les veían venas azules bajo la piel. Con el correr del tiempo, los campesinos comenzaron a creer que tenían una sangre de color diferente, y el clero español aprovechó para decir que sólo los de sangre azul podían ser parte de la aristocracia, porque eran elegidos por dios. El beneficio era obvio: ningún miembro del pueblo podía integrar la nobleza: no tenía venas azules visibles porque el trabajo al sol les oscurecía la piel. Los aristócratas comenzaron a preocuparse por mantenerse blancos.

Un general argentino, durante el "Proceso" dijo que ellos no mataban seres humanos sino terroristas. Vale decir, la idea de humanidad no siempre -ni antes ni ahora- está tan clara ni aparece tan obvio que es úna en la diversidad. Con frecuencia flaquea y cede a otras clasificaciones de base ideológica, que convienen más a las necesidades políticas.

La deriva tecnológica
Yuval Harari, un filósofo israelí, prevé que en este siglo -dice él por primera vez en la historia- la humanidad se dividirá en dos especies diferentes por vía tecnológica. Es lo que vienen pretendiendo desde hace más de un siglo los transhumanistas, que buscan convertir a los seres biológicos en máquinas informáticas. Finalmente, creen posible separar todos los contenidos mentales de las células cerebrales y transferirlos a una base de datos, que sería capaz de operaciones enormemente mayores que en base neuronal. Brevemente: nuestras percepciones, emociones, sentimientos y pensamientos estarían contenidos en un disco rígido o su desarrollo futuro.

Algunos "conspiranoicos", alarmados por el giro controlador que está tomando la pandemia, alertan de que la elite buscaría desposeer totalmente a la población, provocarle un entontecimiento total al punto de que por otra vía tengamos de nuevo dos o más especies.

Dicen que desapareció el último hombre de Neardental hubo en la Tierra por lo menos dos especies humanas; pero eran naturales y no productos de la tecnología ni de la política.

¿Y los indios?
Cuando los españoles llegaron a nuestro continente, su primera opinión de los nativos fue óptima: pero la inmejorable acogida que recibieron cambió pronto cuando se les hizo evidente que venían por el oro, a saquear y esclavizar.

Pasadas algunas décadas, los invasores mandaron a preguntar a los sabios de España si debían considerar seres humanos a los "indios", palabra que al principio derivó de la creencia de que las carabelas habían llegado a la India, pero luego se hizo una designación peyorativa para los nativos. Es decir, se volvió a presentar la cuestión de si los seres que conocieron, los "otros", eran humanos o no. La respuesta final vino en una bula del Papa Pablo III de 1537, que afirmaba que los indios eran hombres, y por consiguiente "tienen el derecho a su libertad, a disponer de sus posesiones, evitando todo tipo de crueldad". Eduardo Galeano dice en una de sus obras que, en América, nadie se enteró.
De la Redacción de AIM.

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