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Caleidoscopio
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Massa y Macri, ni cerca ni lejos

El magnate alemán Klaus Schwab, miembro del club Bilderberg, fundó en 1971 el Foro de Davos e inspiró la agenda 2030, en que algunos quieren ver un proyecto para cambiar el mundo en beneficio de los poderosos.

Deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas
(Almafuerte)

Davos, pequeña ciudad suiza, es desde entonces, en todos los eneros, punto de reunión de gobernantes, banqueros y empresarios de todo el mundo, que batallan ahora contra potencias emergentes que quieren discutir la hegemonía mundial.

Visto desde la Argentina, Davos está lejos; influye en la política local sin duda decisivamente, pero por vías no conocidas con certeza. Fue en enero de 2016 escenario de una alianza de circunstancias, de esas donde se va del amor al odio con facilidad, frecuentes en nuestra política de entrecasa.

Ese año viajaron juntos a Davos el presidente Mauricio Macri y el dirigente peronista Sergio Massa, que por estos días está en primera línea como aspirante a la presidencia enfrentado a Javier Milei.

Massa, con la política pendulante y escurridiza que le viene dando resultados, y lo hizo acreedor al apodo de "Ventajita" que le puso Macri en tiempos de distanciamiento, en aquella ocasión en Davos colaboraba con un gobierno dispuesto a ajustar.


Algunos críticos reprocharon entonces a Massa su vocación de apoyar a un gobierno que estaba despidiendo a miles de trabajadores estatales desde que había asumido el mes anterior.

La finalidad declarada del viaje juntos a Davos, en que algunos sospechaban que era Massa el que había abierto las puertas del encuentro a Macri, era atraer inversiones, intención que peronistas que diferían de Massa leían como garantizar ganancias a los grandes empresarios.

La presencia de Macri y Massa en Davos, acompañados por varios funcionarios macristas, era la primera desde hacía 10 años, de modo que el acontecimiento tenía relevancia.

La relación entre Massa y Macri está ahora en un nivel más bajo que lo habitual, dentro de sus muchos altibajos. En 2015, durante la campaña para la presidencia en que Massa quedó relegado a pesar de parecer favorito, Macri invitó a Massa a comer en su casa. Participaron las esposa de ambos, Malena Galmarini y Juliana Awada.

Quizá fue intencional: la comida fue tan frugal, milanesa con ensalada, que Malena y Sergio debieron tras despedirse hacer pedidos ansiosos en un local de comida para llegar a lo que estaban acostumbrados. Como dijéramos a nivel más popular: Macri los largó con hambre.

En materia propiamente política, Massa tuvo participación en la división del peronismo, partido al que llegó desde la Unión del Centro Democrático, partido que fundó el capitán ingeniero Alvaro Alsogaray, y que prestó ideas liberales y funcionarios a Carlos Menem.

Al comienzo del gobierno de Macri, la relación con Massa fue buena, aunque siempre inestable, recelosa; los políticos no tienen amigos permanentes, y si los tienen no son políticos.

En esos tiempos Massa fue con Macri a Davos y quería que lo vieran como opositor, pero moderado. No tardó en mostrar las uñas ni Macri en llamarle "Ventajita", porque vio en su aliado transitorio la costumbre de pedir siempre algo más y de negociar al límite.

Massa se defiende del apodo de "Ventajita" y dice que los que lo llaman así le tienen miedo. Cuando Macri estaba terminando desorientado y de manera convulsa su mandato, atravesado por una derrota categórica en las Paso, Massa ya esperaba tomar ventaja para las próximas elecciones.

Cuando en diciembre de 2016 Massa presentó un proyecto de impuesto a las ganancias que desfavorecía al oficial, Macri reaccionó con dureza: “A la larga, cuando uno es impostor, sale a luz”. Como si siempre lo hubiera conocido como impostor y solo esperara, en Davos o en cualquier lugar, que su verdadera naturaleza salga a luz.

El presidente pidió contra "Ventajita" el auxilio de Miguel Angel Pichetto, que tras su derrota electoral para gobernador kirchnerista en Río Negro había anunciado el abandono de la política; pero volvió como nuevo en las filas del macrismo.

Entonces Macri confió en que Massa aprendería con los años que ser confiable es importante.

Ese incidente no quedó ahí, porque Massa leyó en conferencia de prensa una carta que le había enviado a Macri, en que le encarecía llamar a la unidad nacional, que es algo que él está haciendo ahora con la intención de cerrar la grieta, es decir, acabar con el kirchnerismo, al que deberá anular si quiere tener poder como presidente, viendo cómo los partidarios de Cristina y su hijo Máximo le afeitaron la barba a Alberto Fernández.

Massa le pedía a Macri en esa carta que arrancara la economía y bajara la inflación, cosa que él tampoco parece estar en condiciones de hacer como ministro, pero promete para cuando sea presidente.

Ahora, cuando la campaña arrecia y las definiciones se acercan, Macri abandonó las bambalinas y salió a escena, libre las manos de los hilos del marionetista. Al parecer, obligó a Patricia Bullrich con algunos datos comprometedores a sumarse a Milei, que la había considerado poco antes una guerrillera que ponía bombas en los jardines de infantes.

Es una acusación que para cualquiera que no sepa lo que valen las palabras de los políticos sería inlevantable. Pero los políticos, como cualquiera, valen lo que vale su palabra.

Las cartas parecen echadas entre variantes del consenso liberal. Milei, de disruptivo excéntrico, que mediante mediums habla con sus perros muertos, que ataca a garrotazos piñatas con la figura del Banco Central, que a gritos arranca ministerios de papel de las paredes, que quiere vender niños y órganos y cobrar peaje en las calles, pasó a ser un aliado de la derecha nuestra de todos los días, apegada a la moral tradicional, que quiere conservar todo lo necesario para sus beneficios y desentenderse del resto y no tiene mucho interés en escenificar transgresiones.

Massa, enfrentado a un barullo opositor que parece encantar a la juventud desencantada, asume una postura de estadista, que puede ser útil al momento de contar los votos.
De la Redacción de AIM.

Bilderberg macri massa políticas liberales

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