Acompañar a sus padres como Omta Samay Ñerké Pachay del Pueblo Nación Huarpe Pynkanta, al camino de regreso a la Luna y al Sol, con pasos "lentos, firmes, seguros y felices, y con mucho amor", es el objetivo del guía espiritual de la Región de Cuyo Roque Miguel Gil, supo AIM.
La conexión feliz que entre noviembre y diciembre logró el Omta con su padre, el Sol para la cultura Huarpe Pynkanta, fue "de protección y testigo, guardianándolo cada día durante un mes y atendiéndolo con amor, se repitió al inicio del año occidental 2024, cuando acompañé durante un mes a mi madre, con la protección de la Luna como testigo, guardianando cada día el chañar y el algarrobo como sostén diario en nuestro calendario indígena Huarpe Pynkanta, círculo ancestral Tierra Jóvenes del Norte, y agradeciendo al Gran Espíritu por permitirme tremenda vivencialidad a mis 55 años", agregó.
El camino de regreso a la naturaleza, sin duda, "es el más difícil. ¡Qué bendición del Gran Espíritu permitirme transitarlo, vivenciarlo dos, tres o cuatro generaciones juntas: ancianos, hijos, nietos y bisnietos!”.
El Omta aclaró a esta Agencia que es un privilegio que sus padres lo hayan acompañado y le hayan enseñado "en estos años pasados, en los actuales y en los que vendrán, la inmensa tarea de comprender, aceptar y equilibrar, emprendiendo el regreso, y para mí, como hijo, acompañar a mis padres, atenderlos, comprenderlos, y equilibrar sus caminos de regreso".
El desafío para el Omta es inmenso: "Emprender el infinito camino juntos, el Aire, papá, y el Agua, mamá del Algarrobo. Sol papá Nurumya Felipe Gil Guaquynchay Guayama, y Chañar Luna Antonia Suárez Guaquynchay Guayama".
Los brazos fuertes de Padre y Madre, que acunaron al Omta, hoy tiemblan. La memoria a veces juega una mala pasada, y las manos que antes lo alimentaron, ahora precisan que se los ayude con los utensilios. Quienes recorrían con él "el lugar especial, único en el mundo, como lo es Lagunas de Guanacache, en la zona de Palustres El Junquillal, en el Territorio Huarpe Pynkanta", para enseñarle el camino de vivencialidad de la simbología (Taytey Neñe), trabajado desde la espiritualidad, los puntos cardinales: este, Aire; norte, Tierra; oeste, Agua; sur, Fuego, precisan en este momento de su cuidado y acompañamiento. "Ellos me enseñaron desde la vivencialidad a vivir en equilibrio con la familia antigua monte, familia antigua animal, familia antigua naturaleza; me enseñaron a recuperar y vivenciar los arcaicos territorios en toda su extensión, en libertad", reflexionó.
Sus padres le enseñaron también el camino medicina, para reconocer "las distintas plantas ancestrales del Territorio", el camino de los médicos comunitarios, de los sabios de la comida-medicina que ofrece el territorio, con sus beneficios para sanar el cuerpo y el alma; el Tayayko, árbol sagrado, insumo básico que se recolecta según la tradición, "sin cortarlo, tomando lo que deja caer", porque lo que queda es para los animales "Jerkech", que toman de "él su alimento".
El Omta agregó que "cada partecita, entendiendo, comprendiendo y haciendo todo para lograr el equilibrio, antes de partir con todas las fuerzas, voluntad y equilibrio, con la compañía de todo y de todos. Quienes me enseñaron tantas cosas, hoy precisan mi acompañamiento", dijo.
El último trayecto en la vida de un Huarpe Pynkanta es el camino del Omta, donde se emprende el regreso "último hacia la muerte y la transformación de la energía material en energía pura", aclaró.
Con la complicidad del tiempo, "experimentamos la unión, y nos pararnos en ese camino; nos abre el corazón, abre el alma hacia el verdadero encuentro-reencuentro con uno mismo y con el Gran Espíritu. Agradecido infinitamente por el privilegio de poder acompañarlos en este momento de sus vidas. Esto es vivencialidad pura", cerró.
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