¿Qué es una mujer? La pregunta quizá haría reír a un muchacho despreocupado de las precisiones conceptuales, pero con ojos e interés suficientes para distinguir a una chica a dos kilómetros. Cuando la feminista francesa Margarita Stern repitió la definición habitual de "mujer": "una hembra humana adulta", recibió la sorpresa de una catarata de reproches que la hizo reflexionar sobre el camino que estaba tomando el feminismo al que se había consagrado, que para ella era la defensa de los derechos y la promoción de las mujeres.
Junto a Dora Moutot, otra feminista francesa de su misma edad -poco más de 30 años- Margarita había cuestionado el transgenerismo, la ideología que desvincula la identidad de género de la biología. El choque con los activistas transgénero se hizo definitivo cuando ambas sostuvieron que el feminismo no debía impulsar que los hombres puedan autodeterminarse como mujeres.
Dora y Margarita propusieron un feminismo con otro nombre, sin dejar por eso de ser feministas y mucho menos, mujeres. En lugar de feminismo, palabra que consideran copada por la ideología queer y por el transgenerismo, lanzaron un manifiesto "femellista", palabra derivada del francés "femelle".
Ambas sintieron en carne propia el acoso y la cancelación cuando marcaron la diferencia entre la disforia de género y el transgenerismo ideológico.
La autora británica de la famosa saga de novelas "Harry Potter", Joanne Rowling, osó tomar en solfa un artículo periodístico de 2020 que proponía crear un mundo más igualitario "para la gente que menstrua".
Rowling se detuvo en "la gente que menstrua", un circunloquio que obviamente evitaba "mujer" con una intención pretendidamente inclusiva. Publicó otro artículo en que ironizaba con el recuerdo de una palabra que solía designar a esas "personas menstruantes", y enumeraba variantes de "wooman", mujer en inglés: "¿wumben? ¿wimpund? ¿woomud?, que alguien me ayude". No tardaron en "ayudarla" acusándola de transfobia.
El transgenerismo es determinante en el feminismo actual y pasó al discurso público, donde asumió el papel de policía de lo que se dice y se escribe y ejerce una vigilancia reforzada por la censura y la autocensura.
La finalidad del sitio "femelliste.com" es diferenciarse del feminismo queer y alertar sobre la ideología transgénero. Pretende que las mujeres de siempre se expresen sin temor a los colectivos que ostentan un poder desproporcionado a su número, porque en la sociedad son minorías dentro de las minorías.
El nombre de "femellista" deriva de “femelle” (“hembra” en francés) y reivindica al sexo como realidad biológica, no como invento ni asignación aleatoria.
Margarita recuerda que en su momento se pintó consignas en los pechos, cuando era parte del movimiento Femen, próximo al feminismo radical; no es una conservadora sino lo contrario. Pero sus objeciones contra el grado de radicalización del feminismo la han convertido en una paria.
Dora tuvo su camino de Damasco cuando unos activistas transgénero le exigieron que dejara de poner "clítoris" en sus escritos, porque era una palabra transfóbica y que en adelante debía decir ‘penes de mujer’. Ella respondió con un rotundo "no" a la imposición de alinearse con la corrección léxica al uso.
Los transgénero lograron en Francia y también en otros países leyes que permiten a los hombres que declaren autopercibirse como mujeres cambiar el sexo en los papeles sin más trámite, con solo presentarse en el Registro Civil. Entonces, como mantienen sus penes, pretenden que se mencionen como partes del aparato sexual femenino. De lo contrario, tienen lista la acusación de transfobia.
Pero la naturaleza tiene límites que la ideología no puede traspasar sin pagar un precio, a veces muy alto, aunque crea que puede hacerlo sin costo. Muchas veces, los que pretenden que cambiando las palabras cambiarán los hechos caen en una actitud mágica que no se permitirían los magos. Y muchas veces, arrepentidos y sobre todo arrepentidas adolescentes que se sometieron a mutilaciones para "cambiar de sexo" advierten que es demasiado tarde.
Es posible que el transgenerismo sea una variante del transhumanismo, que se propone romper los límites naturales del ser humano y crear híbridos hombre-máquina. Y cree conseguirlo partiendo de que lo masculino y lo femenino son construcciones culturales.
Es decir, el lenguaje no sería solo un instrumento para referirse a la realidad, sino para cambiarla. Por ejemplo la idea de "hombres embarazados", que aparece en una publicidad que recorrió el mundo, implica una deconstrucción de la realidad con una intención malthusiana no disimulada.
Pero las leyes de la biología son tan rígidas como las físicas, y se sostienen contra los que pretenden eludirlas mediante la cirugía o la endocrinología.
El feminismo fue un movimiento de defensa y promoción de los derechos de la mujer. Pero pareció necesario cambiar de designación porque el feminismo radical está dejando de defender a las mujeres. Según Dora, "cuando las mujeres querían llevar pantalones, o abrir una cuenta bancaria, o trabajar, estaban deconstruyendo los estereotipos de género. Pero si ser mujer deja de ser una realidad biológica y de género, se convierte en una suma de estereotipos de género, los mismos de los que intentamos deshacernos. El feminismo actual ha sido parasitado por la ideología transgénero y queer”.
La palabra "terf" es sigla de "trans exclusionary radical feminist" o sea feministas que excluyen a los trans. Ahora son cada vez más frecuentes en las manifestaciones feministas mensajes contra las "terf" como "matá una terf" o "salvá un trans, liquidá una terf". Mujeres pidiendo la eliminación violenta de mujeres es algo extraño, que antes no se daba.
La definición "una mujer es una persona que se siente mujer" es tautológica e inválida según la lógica porque incluye la palabra definida en la definición.
“Si hace unos años alguien me hubiera dicho que decir que una mujer es una hembra humana adulta me iba a causar tantos problemas me hubiera reído, dice Moutot.
Para ellas el acoso que vienen sufriendo de los sostenedores de la ideología transgénero muestra hasta dónde los acosadores se sienten respaldados por el sistema, que les permite actuar con impunidad y los coloca como centros de irradiación de una verdad nueva.
Finalmente, la cuestión política no se debe eludir. Es verdad que la posición "femellista" va contra la corriente; pero nada garantiza que la corriente vaya en la dirección correcta, salvo que se trate de dinámica de los fluidos.
Dora admite que gran parte de la derecha está en sintonía con lo que ellas dicen, pero la página "femelle.com" habla a todos, y sobre todo a las mujeres. "Si estas ideas son asumidas hoy por la derecha, es culpa de la izquierda, que ha creado una tormenta y es incapaz de pensamiento crítico en este tema".
Manifiesto femillista
Estamos encolerizadas, no soportamos más la hipocresía ambiente. Atravesamos una época absurda donde la respuesta a la pregunta "¿qué es ser mujer? ya no parece evidente para todo el mundo.
Según ciertos medios de comunicación académicos, o activistas, según personalidades políticas e instituciones, ser mujer será en adelante un sentimiento y no una realidad biológica.
En Francia, desde 2016, la ley dispone que todo hombre que demuestre sentirse femenino puede convertirse en mujer en los papeles.
En ciertos círculos, se instala un malestar extraño cuando se afirma que las mujeres trans son varones, cuando ser varón es precisamente el prerrequisito necesario para ser calificado como tal.
Hemos pasado de un feminismo universalista a un feminismo orwelliano sometido a la ideología transgénero, donde las mujeres dejan de ser el sujeto central del feminismo, donde los juicios por "fobias" son la norma y las reivindicaciones identitarias van por delante de la vida en comunidad.
Así como Orwell dijo "la guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza", así los hombres son mujeres.
El transgenerismo es una ideología de la autodeterminación que reclama que el género es el único carácter válido para definirse. Niega la realidad sexuada de los individuos. Nosotros reconocemos la diferencia entre la ideología y las personas. Reconocemos el sufrimiento de las personas disfóricas y la violencia que sufren las personas trans.
En la era del antropoceno, cuando tenemos más que nunca necesidad de reconectarnos con el resto de la biosfera, hay una disonancia cognitiva que se obstina en negar nuestra realidad sexuada.
En este contexto lanzamos el movimiento "femellista", que lucha por mantener los derechos sexuales de las mujeres, un movimiento de mujeres originarias y originales.
Proponemos ese término para apartarnos de un feminismo totalmente desviado.
De la Redacción de AIM.
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