Los fenómenos meteorológicos extremos y los impactos del cambio climático, como la megasequía, las precipitaciones extremas, las olas de calor terrestres y marinas y el deshielo de los glaciares, están afectando a América Latina y el Caribe (LAC). Por Norberto Ovando (*). Especial para AIM.
Fenómenos extremos e impactos del cambio climático afectan a América Latina y el Caribe
LAC comprende 46 países, territorios dependientes y departamentos de ultramar que abarcan desde la Amazonia hasta los Andes, del océano Atlántico al Pacífico y hasta las zonas más recónditas de la Patagonia cubiertas de nieve.
En el informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) titulado “El Estado del Clima en América Latina y el Caribe 2021”, presentado el 22 de julio de 2022 en Cartagena, Colombia; en el marco de una conferencia técnica regional para los países de América del Sur, se ponen de manifiesto sus profundas repercusiones en los ecosistemas, la seguridad alimentaria e hídrica, la salud de las personas y la lucha contra la pobreza.
Las tasas de deforestación fueron las más elevadas desde 2009, y ello no solo perjudicó al medioambiente, sino que además socavó las iniciativas de mitigación del cambio climático. Los glaciares andinos han perdido más del 30 por ciento de su superficie en menos de 50 años. Y la “megasequía” que azota la zona central de Chile es la más pertinaz del último milenio.
El secretario General de la OMM, profesor Petteri Taalas, dijo que, “desafortunadamente, los riesgos hidrometeoro lógicos, como las sequías, las olas de calor y de frío, los ciclones tropicales y las crecidas, han causado la pérdida de cientos de vidas, han ocasionado graves daños en la producción agrícola y las infraestructuras y han provocado desplazamientos de población”.
“Se prevé que la creciente subida del nivel del mar y el continuo calentamiento de los océanos sigan afectando a los medios de subsistencia, el turismo, la salud, la alimentación, la energía y la seguridad hídrica en las zonas costeras, en particular en las islas pequeñas y los países de América Central. Para muchas ciudades andinas, el deshielo de los glaciares representa la pérdida de una importante fuente de agua dulce que actualmente se destina a uso doméstico, riego y generación de energía hidroeléctrica. En América del Sur, la continua degradación de la pluviselva amazónica sigue siendo uno de los principales motivos de preocupación tanto para la región como para el clima a escala mundial, habida cuenta de la función que desempeña ese tipo de bosque en el ciclo del carbono”, agregó Taalas.
Este segundo informe constituye una fuente decisiva de información de índole científica para la política climática y los procesos decisorios.
Datos e impactos
Temperatura: La tasa media de aumento de las temperaturas durante la década 1991 al 2021 fue de aproximadamente 0,2 °C. La tendencia al calentamiento en América Latina y el Caribe continuará.
La temperatura media anual mundial en 2021 fue alrededor de 1,11 ±0,13 °C superior a la media preindustrial de 1850-1900, siendo menos cálida que en los últimos años debido a las condiciones de enfriamiento de La Niña a principio y final de año.
Los glaciares de los Andes durante el período de monitoreo (1990-2020) han perdido, al menos, un 30 % de su superficie y algunos glaciares del Perú han perdido más del 50 % de su superficie. El retroceso de los glaciares y la pérdida de su masa de hielo agravan el riesgo de escasez de agua para la población y los ecosistemas andinos.
El nivel del mar en la región continuó subiendo a un ritmo más rápido que a escala mundial, sobre todo a lo largo de la costa atlántica de América del Sur. El incremento del nivel del mar amenaza a un porcentaje muy importante de la población que se concentra en las zonas costeras, ya que contamina los acuíferos de agua dulce, erosiona las costas, inunda las zonas de baja altitud y aumenta el riesgo de mareas de tempestad.
Los dos grandes océanos que flanquean el continente (el Pacífico y el Atlántico) se están calentando y acidificando como consecuencia del dióxido de carbono, al mismo tiempo que el nivel del mar también está aumentando.
La “megasequía” que castiga la zona central de Chile prosiguió en 2021, en su decimotercer año hasta la fecha, lo que la convierte en la más prolongada que afecta a la región en el último milenio. En la cuenca del Paraná-Plata, los daños a la agricultura causados por la sequía redujeron las cosechas, en especial las de soja y maíz, y ello afectó a los mercados agrícolas mundiales.
En 2021, las precipitaciones extremas - que acumularon valores sin precedentes en muchos lugares- ocasionaron crecidas y deslizamientos de tierra. Se produjeron importantes pérdidas, y en particular cientos de víctimas mortales, decenas de miles de viviendas destruidas o dañadas y cientos de miles de desplazados particularmente en algunos Estados de Brasil.
La deforestación en la pluviselva amazónica brasileña se duplicó con respecto al promedio de 2009-2018 y alcanzó su nivel más alto desde 2009. En 2021 se perdió un 22 por ciento más de superficie forestal que en 2020.
La deforestación en Argentina representa el 4,3 de la deforestación global y presenta varios problemas medioambientales vinculados con el cambio climático tales como inundaciones, sequías, pérdida de biodiversidad, contaminación, abuso de los combustibles fósiles, etc.
América del Sur es una de las regiones con mayor necesidad documentada de reforzar los sistemas de alerta temprana, estos sistemas de peligros múltiples son instrumentos fundamentales para lograr una adaptación eficaz en zonas expuestas a los fenómenos meteorológicos, hidrológicos y climáticos extremos.
Para reducir los efectos adversos de los desastres de índole climática, apoyar las decisiones en materia de gestión de recursos y propiciar la mejora de los resultados, se necesitan servicios climáticos, sistemas de alerta temprana de extremo a extremo e inversiones sostenibles, pero todavía no se han desplegado adecuadamente en la región de LAC.
Conclusión
El aumento de las temperaturas y el descenso de las precipitaciones aumentarán el riesgo de incendios y la erosión, afectando negativamente a la regeneración natural de especies vegetales y a la debilitación de las defensas frente a agentes patógenos.
Desafortunadamente, se prevé un agravamiento de los impactos en la región, ya que la atmósfera y el océano siguen cambiando rápidamente. El suministro de alimentos y agua se verá alterado. Pueblos y ciudades, así como la infraestructura necesaria para mantenerlos, estarán expuestos a riesgos cada vez mayores.
La salud y el bienestar de las personas se verán afectados negativamente, al igual que los ecosistemas naturales.
Es necesario reforzar la cadena de valor de los servicios climáticos en todos sus eslabones, incluidos los sistemas de observación, los datos y su gestión, la mejora de los pronósticos, el fortalecimiento de los servicios meteorológicos, los escenarios climáticos, las proyecciones y los sistemas de información climática.
Fuente: OMM/AAPN
* Presidente / Asociación Amigos de los Parques Nacionales (Aapn)
Experto Comisiones Mundial de Áreas Protegidas (Wcpa) y,
Educación y Comunicación (CEC)
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Iucn)
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