Algunos sectores de la iglesia católica han planteado una especie de vuelta a los orígenes y la han llamado "opción preferencial por los pobres", basados en pasajes de los evangelios como el de Lucas, en que Jesús dice ser enviado "para poner en libertad a los oprimidos”.
Los pobres preferenciales son los que no sobreviven sin una dura carga, los que deben conseguir alimentación, vivienda, salud y demás medios de subsistencia mediante una ardua tarea. Son los vulnerables, doblegados, humillados, ignorados y marginados por la sociedad.
Es un movimiento católico surgido de las condiciones de vida de los pobres de Nuestra América, las que han suscitado muchos pensadores que han incursionado en las luchas populares, han comprendido sus fines y las han acompañado.
El creador moderno de la idea fue el cura peruano Gustavo Gutiérrez Merino, que murió el 22 de octubre pasado. Gutiérrez caracterizó la realidad de Nuestra América: "Vengo de un continente en el cual más del 85 por ciento de la población vive en situación de pobreza extrema. Esto significa que hay una mayoría que no logra satisfacer sus necesidades básicas e incluso que carece de lo más elemental".
Uno de los amigos de Gutiérrez fue el cura belga de habla francesa Francois Houtart, que vivió sus últimos años en la fundación Pueblo Indio del Ecuador.
La fundación se debe a la iniciativa del obispo Leónidas Proaño, que quiso cristalizar en ella su interés por los pueblos indígenas del Ecuador, su país.
Desde 1988, la fundación impulsa los principios y valores de la cosmovisión de las naciones originarias de nuestro continente, que según monseñor Proaño eran su fuente de inspiración.
En esa fundación, donde estaba alojado desde siete años antes, murió Houtart en junio de 2017. Toda su vida, que terminó a los 93 años, estuvo signada por una intención liberadora que no se apartaba de los principios religiosos que sustentaba como sacerdote, a partir de su experiencia en una familia belga de 14 hermanos.
Ya en la década de 1970 se consagró a la “teología de la liberación” y buscó similitudes y coincidencias en prácticas similares del islam, el budismo, el hinduismo o el judaísmo, siempre sobre la base de analizar críticamente al capitalismo y la sociología política, sobre todo en lo que hoy se engloba como "Sur global".
Houtart eligió “la opción preferencial para los pobres”, que su amigo Gustavo Gutiérrez llamó luego “teología de la liberación”: vivir la fe, analizar la sociedad y transformarla partiendo del punto de vista de los pobres, trabajando con ellos para transformarla.
Houtart tuvo una visión política del Evangelio terminante: luchar por la emancipación de los oprimidos y contra la raíz de la opresión del sistema capitalista.
Fue profesor y amigo de Camilo Torres, sacerdote católico fundador de la facultad de sociología de la Universidad de Colombia que decidió unirse a la guerrilla colombiana en los últimos cuatro meses de su vida y que terminó trágicamente de un balazo en 1966 a los 37 años:
"Yo he dejado los privilegios y deberes del clero, pero no he dejado de ser sacerdote. Creo que me he entregado a la Revolución por amor al prójimo. He dejado de decir misa para realizar ese amor al prójimo, en el terreno temporal, económico y social. Cuando mi prójimo no tenga nada contra mí, cuando haya realizado la Revolución, volveré a ofrecer misa si Dios me lo permite".
Houtart, impresionado por su ejemplo, escribió un libro para analizar su conducta y rendirle homenaje, con base en el concepto de “amor eficaz”.
Formuló claramente su posición en la universidad de Lovaina, donde fue profesor: “Nunca antes ha tenido la humanidad tantos medios materiales y conocimientos científicos, y nunca antes tantos seres humanos han sufrido hambre y miseria”. De ahí deducía que la causa de la miseria no eran los problemas materiales ni de producción, sino las relaciones sociales.
Sostuvo que el marxismo era la mejor herramienta para analizar la sociedad y la economía; pero no un marxismo dogmático, sino un instrumento de análisis que permitiera entender la realidad social de los pueblos del Sur. La crítica del sistema debe conducir a la la transición hacia una sociedad post-capitalista.
Al inicio del nuevo milenio, organizó en Suiza con el economista marxista egipcio Samir Amin el "otro Davos", una "anticumbre" opuesta al Foro que reúne cada año a empresarios y dirigentes políticos de todo Occidente.
Houtart fue amigo de Fidel Castro y de los presidentes llegados al poder en América Latina en los años 2000, como Daniel Ortega en Nicaragua (Ortega volvió al poder en 2006 como empresario neoliberal), Hugo Chávez en Venezuela y Rafael Correa en Ecuador.
No evitó criticarlos como "post liberales", pero no "post capitalistas" e hizo notar las contradicciones entre las políticas de esos gobiernos y los discursos ecológicos.
Houtart fue un precursor a la "epistemología del Sur", según el nombre que le dio luego el portugués Boaventura Sousa Santos
Nicolás Herrera Farfán caracteriza el pensamiento de Houtart como situado y éticamente comprometido: "Partía siempre de la realidad mirando los problemas con los ojos de los de abajo; tomó partido, abandonando la pretensión positivista de la objetividad y la neutralidad".
Nunca negó la influencia que tuvieron en sus ideas los movimientos indígenas de Abya Yala, los movimientos campesinos y ecologistas, la cosmovisión del "buen vivir" de las comunidades indígenas
La ecología de Houtart no es un complemento del alma ni de la lucha de clases, ni de un capitalismo en crisis. Se sitúa en el centro del nuevo paradigma para pensar la emancipación y la sociedad post-capitalista en el siglo XXI.
Esta ecología no puede acomodarse a un "capitalismo verde", virulentamente denunciado por Houtart. A principios de siglo fue uno de los primeros investigadores en constatar las desviaciones de los agro-combustibles, entonces anunciados como “combustibles verdes” que ofrecían una salida a los campesinos y remplazarían el petróleo; demostró que estos combustibles en el fondo favorecían a los grandes propietarios terratenientes, destruyendo la biodiversidad y amenazando a los pequeños campesinos.
Unos años más tarde dejó claro que “ya no existen soluciones “reguladoras” dentro del sistema mismo. El capitalismo ha impuesto la lógica de soluciones individuales ante problemas colectivos y comunes, como el hambre, el desempleo, la contaminación, la inseguridad, etc.
Estas soluciones individuales, a su vez, son mercantilizadas; es decir, su resolución es a través del mercado. El capitalismo transnacionalizado y financiarizado ha llevado esa mercantilización e individualización a extremos que ponen en peligro la vida misma del planeta.”
Houtart atribuyó a la lógica del capitalismo el desequilibrio mundial y el peligro de destrucción del planeta y la humanidad.
“El desequilibrio fundamental que conocemos ahora tiene dos orígenes y una lógica: la destrucción de la Tierra y de una gran parte de la humanidad”.
Las dos responden a la lógica fundamental del capitalismo, que es transformar todo en mercancías, ganancias y acumulación del capital.
“Prácticamente el capitalismo se construye sobre el 20 por ciento de la población, no más, y el resto, especialmente el 25 o 30 por ciento más pobres, son totalmente inútiles para el capital”´. “En las mentes de algunas personas ese segmento pobre debe desaparecer porque son inútiles”.
Para Houtar, la explotación de la naturaleza tiene la finalidad de hacer fuentes de ganancia y acumulación, pero ante los problemas crecientes que está produciendo tiende a reaccionar de manera errónea.
No trata de resolver el problema del clima de la Tierra sino para ver cómo continúa la acumulación a pesar de eso y cómo aprovecharse de las contradicciones del capitalismo para acumular más. De ahí la propaganda nueva que se ha diseñado para mantener y garantizar la continuación del sistema.
El segundo aspecto es la ausencia de capacidad de contribuir a la acumulación del capital de una gran parte de la humanidad. Dentro de esta lógica se debe disminuir la población, no la rica, no el 20 por ciento que consume de manera desmedida, sino los más pobres, porque no contribuyen a la acumulación del capital. Con semejante lógica no podemos resolver ni el problema de la tierra ni el problema de la humanidad.
De la Redacción de AIM.
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