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Economía
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El impacto económico futuro del cambio climático en el país

De aquí a tres décadas, podría representar para el país una pérdida de hasta el cinco por ciento del PBI y una merma del 10 por ciento en la recaudación fiscal.

El Banco Mundial (BM) lanzó un informe que muestra el impacto del cambio climático en la economía argentina, con una incidencia aún mayor sobre los sectores más desfavorecidos: cada año, el país pierde unos 1.000 millones de dólares en activos y para 2050 podría representar una caída de hasta el cinco por ciento del PBI y una merma del 10 por ciento en la recaudación fiscal.

El reporte "Impactos de las crisis climáticas en la pobreza y la macroeconomía en la Argentina" fue presentado por Julie Rozenberg, economista del BM, quien advirtió que “es importante tener una idea de los diferentes impactos en el bienestar de la población”.

La especialista aclaró que el estudio se basa en dos ejes principales, sequía e inundaciones, debido a que son los que tienen un correlato más frecuente y costoso en nuestra matriz productiva, que las otras variables (producción hidroeléctrica, transporte, efectos del calor sobre la salud, daños en infraestructura, etc.).

“Hay una relación importante entre inundaciones y pobreza crónica. Una menor producción del agro impacta directamente en las exportaciones y al mismo tiempo también afecta los ingresos por retenciones, y eso genera una menor capacidad del gobierno para responder a las crisis”, graficó.

De acuerdo a las estimaciones del Banco Mundial, para 2050 el PBI podría caer hasta un cinco por ciento y los ingresos fiscales alrededor de un 10 por ciento, respecto a un escenario sin cambio climático, con la soja, el maíz, el trigo y el girasol entre los cultivos más afectados.

Cada año, las inundaciones le cuestan al país un promedio de 1.000 millones de dólares en activos, con la provincia de Buenos Aires, la Ciudad y Santa Fe entre los principales damnificados. Las inundaciones provocaron pérdidas económicas por unos 22.500 millones de dólares desde 1980, así como del 58 por ciento de todas las pérdidas económicas causadas por desastres naturales entre 1966 y 2015. Y las consecuencias de los períodos de sequía han sido aún peores.

Con la llegada de las aguas, un 0,14 por ciento más de argentinos cae en la pobreza y puede tomarle años recuperarse: los hogares con bajo acceso a servicios tienen tres veces más de probabilidades de caer en la indigencia que la población en general.

Si se considera que para fin de siglo los estudios sugieren que se duplicarán las inundaciones provocadas por el aumento del nivel del río Paraná, el panorama es claro. “El riesgo es muy importante, porque la economía argentina es altamente dependiente de las variaciones climáticas”, sintetizó Rozenberg.

Las medidas de adaptación son urgentes y necesarias, pero tampoco alcanzarán. “Es muy costoso reducir todos los riesgos con infraestructuras, por lo que serán necesarios los planes de protección social. Es importante empezar ahora a pensar y diseñar esas estrategias”, concluyó.

Por su parte, Gabriel Blanco, profesor de la Facultad de Ingeniería de la Unicen (Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires) e investigador miembro del Ipcc (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) sugirió apostar a la transición energética.

“Tenemos que tratar de mantener el límite de 1.5 grados en el aumento de la temperatura global para evitar catástrofes aún mayores de las que estamos viendo”, remarcó en la presentación del informe.

Algunas cuestiones a tener en cuenta: descentralizar la producción, diversificar los productos. fomentar una producción cerca del consumo, desarrollo territorial, lograr la soberanía energética y alimentaria y acelerar las políticas sociales y ambientales.

“El cambio climático es uno de los tantos problemas, el central es cómo producimos y consumimos. La contaminación del Riachuelo tiene la misma causa y origen que el cambio climático, un sistema económico que se desvincula de los recursos naturales y las consecuencias ambientales que genera. La mirada tiene que ser más integral”, agregó.

A favor, señaló, “existe una demanda social en todo el mundo, y ya no solo de los jóvenes, que la política está percibiendo claramente”.

Blanco pidió “transformar un modelo de desarrollo basado en extraer recursos naturales”, porque “no se puede repetir un proceso de hace un siglo, este es otro mundo”. Y desaconsejó, por otro lado, vincular las condiciones de la deuda del país a la conservación de la naturaleza: “Ponerles precio a los recursos naturales es un camino de ida, porque la discusión pasa a ser otra, una vez que le pones precios a los bosques se abre a la vez la posibilidad de cambiarlos por algo del mismo precio. El canje de deuda por naturaleza es fatal”.
Fuente: Ámbito

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