El ministerio de Economía trabaja en los detalles de una reforma tributaria que buscará, entre otras cosas, revertir parte del efecto que consideran “negativo” de las modificaciones implementadas por la gestión de Mauricio Macri en 2017.
La fecha original de envío del proyecto al Congreso, prevista para que coincida con la remisión del Presupuesto 2021 en septiembre pasado, se pospuso para el próximo año, confirmó una importante fuente del equipo del ministro Martín Guzmán.
“Todavía faltan definiciones”, detalló un funcionario con despacho en el Palacio de Hacienda, “pero se busca progresividad, que se puedan captar las rentas de manera diferenciada según los niveles de ingresos y capacidad contributiva de personas físicas y jurídicas, y además dar los incentivos correctos a la actividad, promover o no dañar la actividad industrial comercial y productiva”. “El objetivo es que apoye y promueva el crecimiento”, precisó el economista.
En julio pasado, fuentes oficiales habían contado que consideraban que la actual estructura tributaria era regresiva y que esto se profundizó luego de la reforma implementada durante la gestión de Mauricio Macri en 2017. Entre otras modificaciones impulsadas por el entonces ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, se definió un esquema de baja escalonada de las alícuotas del Impuesto a las Ganancias (que pasaban de 35 a 25 por ciento en 2020) a la vez que subía el mínimo no imponible.
La misma lógica se aplicó con el impuesto a Bienes Personales y con los derechos de exportación (es decir, las retenciones). Esto, según la visión del Gobierno, no cumplió el objetivo con el que se fundamentaron las modificaciones, esto es, bajar la presión tributaria para aumentar las inversiones. Por el contrario, la economía encadenó dos años de contracción y en ese contexto la inversión tampoco creció. El efecto inmediato fue que la recaudación siguió el mismo sendero que la actividad, que quitó recursos y llevó a la administración de Cambiemos a la imposición de un duro ajuste fiscal y un mayor endeudamiento.
“La discusión sobre Ganancias y Bienes Personales excede las alícuotas”, detalló el viernes pasado el funcionario del equipo de Guzmán. “Aquellas medidas que produjeron las disminuciones de alícuotas deterioraron la capacidad de generar recursos y no generaron la respuesta en términos de actividad”, dijo y remarcó que “está bien que se revise y que este análisis sea un análisis tributario y macro para entender cómo reaccionan los sectores” a las modificaciones.
Los pilares en los que descansará el nuevo esquema tributario son varios: volverlo más simple (los funcionarios y el propio Guzmán hablan de “armonización tributaria”), progresivo, que apunte a la sostenibilidad fiscal y a alinear los incentivos adecuadamente. Esto último, explicaron hace meses desde el Gobierno, refiere a que “no se castigue a las exportaciones, la producción ni la generación de empleo”.
Según datos de la subsecretaría de Ingresos Públicos -a cargo de Claudia Balestrini- la presión tributaria de los impuestos nacionales y provinciales pasó del 31,5 por ciento del PBI en 2015 (el pico máximo desde 2010) al 28,4 en 2019. Si se toma como referencia un análisis realizado por las autoridades salientes en diciembre de 2019, salvo el IVA y los tributos provenientes del comercio exterior, el resto de los impuestos achicaron su peso en relación con el producto.
Sin embargo, la mayor caída se registró en la recaudación de Ganancias, que en los cuatro años de mandato de Macri perdió 1,3 puntos porcentuales, al pasar de 6,4 por ciento a 5,1 del PBI. Este achicamiento de la recaudación no fue sólo por los cambios legales, sino también por la caída de la actividad y de los salarios.