El ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, pasó ayer su primer día en Nueva York en medio de reuniones con acreedores, con los que tanteó las posibilidades de una renegociación de la deuda y no sólo con participación del Gobierno sino también de la oposición, en este caso el equipo de Alberto Fernández.
Fue el propio ministro el que reconoció ayer ese proceso que se intenta llevar adelante: “No es un gobierno el que lo tiene que plantear, sino un país. Necesita el consenso del oficialismo y la oposición. Vine a sondear o a ver cuál es la disposición del mercado a este tipo de negociación. Hay un interés por escuchar propuestas de la Argentina”, dijo ayer Lacunza en un breve aparte en el Consulado argentino. Hoy esa ronda continuará con un encuentro en esta ciudad por la tarde con David Lipton y Roberto Cardarelli del FMI.
Las condiciones de ese “sondeo” con bonistas son hoy tanto económicas como políticas, ya que no solo hablan de nuevos plazos, términos y tasa sino que dependen básicamente de la confianza que tenga el mercado en lo que suceda con Argentina tras las elecciones del 27 de octubre. El riesgo y las chances de repago son centrales en esta discusión.
La ronda con fondos de inversión y bancos sirvió, además, para transmitirles esa decisión clave que Hacienda explicó ayer en esta ciudad. La estrategia, se afirmó aquí, fue bien recibida, aunque todo queda en expectativa ante los cruces de propuestas que ya se están dando también entre los bancos de inversión tenedores de activos argentinos y los equipos de Alberto Fernández.
Es la primera vez que el Gobierno en boca del ministro de Hacienda reconoce que intenta una negociación donde sienta también al peronismo. La oposición había apurado en origen la opción de una renegociación de la deuda en manos del gobierno de Mauricio Macri, alternativa que fue cediendo a una estrategia conjunta en parte ante la exigencia de bonistas que buscan garantías futuras para el caso que Alberto F. gane la elección.
El cambio de vencimientos de deuda incluido en el reperfilamiento ya fue enviado al Congreso y en términos que aún están en discusión. De hecho los malentendidos dentro del Gobierno con este proyecto fueron aprovechados por Roberto Lavagna que los dejó expuestos públicamente tras reconocer una conversación telefónica que tuvo con Mauricio Macri. La negociación que lleven adelante tanto Lacunza en Estados Unidos, como el equipo de Alberto Fernández con bonistas será clave para el futuro de ese proyecto ya que allí deberá quedar plasmada, antes o después de la elección.
Ayer, junto al secretario de Política Económica, Sebastián Katz, y el secretario de Finanzas, Santiago Bausili, Lacunza recorrió oficinas en Wall Street y desde allí pasaron al edificio del Consulado argentino en Nueva York donde el equipo económico volvió a reunirse a solas, antes de recibir a un grupo de argentinos que residen en la ciudad, dentro de un programa con funcionarios que lleva adelante el consulado.
La puesta en escena de esa presentación recordaba lo que sucedió en ese mismo edificio hace exactamente un año, cuando 48 horas después que Macri hablara ante la Asamblea de Naciones Unidas -tal como lo hará aquí hoy-, Nicolás Dujovne y Christine Lagarde anunciaban el nuevo acuerdo con el FMI por 57.100 millones de dólares. Mucho pasó desde ese momento, pero un solo dato mostró que, además de la diferencia histórico-política y económica, la diferencia también pasaba por lo decorativo: las sillas de ese salón esta vez miraban en el sentido absolutamente opuesto al que tuvieron en aquella conferencia de prensa que ya pasó al recuerdo.
A pesar del secreto que quiso mantener Lacunza ayer durante sus reuniones en la city de Nueva York, por la tarde tuvo tiempo, en su encuentro con argentinos, de explicar la situación económica. A ellos les relató que la economía no estaba en un punto de crisis tan profunda como planteaba la oposición y les señaló, casi en el mismo sentido que viene decidiendo el Gobierno al FMI, que el objetivo de baja del déficit se logró. Aportó los números del superávit de agosto, que serán también parte de lo que pondrá el Gobierno sobre la mesa en la reunión que mantendrán Lacunza y Guido Sandleris, que ayer tuvo agenda propia también en Wall Street, a la hora de pedir formalmente que avance el desembolso de 5400 millones de dólares que el organismo tiene en suspenso.
Fuente: Ámbito