"Existe en la Argentina un profundo convencimiento de que para que el país acelere su crecimiento de manera sostenible hay que profundizar el proceso de cambios estructurales en la economía", dijo Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo, hoy en Estados Unidos.
Más allá de los chisporroteos de la campaña y las acusaciones que cruzan los candidatos en el tramo final hacia las Paso, el Fondo Monetario Internacional ve un fuerte consenso entre las principales fuerzas políticas sobre las reformas estructurales que necesita la economía argentina, sin importar quién gane en octubre.
Así lo expresó esta mañana Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI. "Existe en la Argentina un profundo convencimiento de que para que el país acelere su crecimiento de manera sostenible hay que profundizar el proceso de cambios estructurales en la economía", afirmó durante una conferencia de prensa en la sede del Fondo.
Werner dijo que recogió esta impresión en sus reuniones con los candidatos presidenciales de la oposición y con funcionarios del Gobierno, que tuvieron lugar en los últimos meses en el marco de las revisiones periódicas del acuerdo stand by. Hace un mes, más precisamente, a fines de junio, Werner se encontró en Buenos Aires con Alberto Fernández y parte su equipo económico para hablar del programa abierto con el país.
Hay una visión en cada uno de los candidatos y en el Gobierno de que el gobierno siguiente tiene que fijar una agenda de transformaciones muy importante para restablecer el proceso de crecimiento y de inversión (Werner)
"Hay visiones diferentes sobre dónde poner el énfasis en ese cambio estructural", reconoció Werner, pero sostuvo que "claramente" al hablar de la necesidad de implementar las reformas estructurales, tributaria, previsional y laboral, que el Fondo viene reclamando con insistencia creciente, hay importantes coincidencias.
"Hay una visión en cada uno de los candidatos y en el Gobierno de que el gobierno siguiente tiene que fijar una agenda de transformaciones muy importante para restablecer el proceso de crecimiento y de inversión", afirmó Werner.
Días atrás, el FMI corrigió a la baja las perspectivas de crecimiento para los países de América latina en general, por la debilidad de algunas de sus principales economías y por el impacto negativo derivado de la guerra comercial que protagonizan Estados Unidos y China. Pero en ningún caso la corrección fue tan drástica como para la Argentina, cuyo pronóstico de crecimiento para el año que viene fue recortado a la mitad: de 2,2 por ciento, según las previsiones de abril pasado, a 1,1 por ciento en el nuevo informe sobre las perspectivas de la economía mundial (WEO, en inglés).
La razón de este recorte, dijo hoy Werner, hay que buscarla "en la persistencia de la inflación" y en el arrastre de la debilidad que mostró este año la economía brasileña.
Según el economista mexicano, la economía argentina "está recuperándose gradualmente de la recesión del año pasado". Pero sostuvo que todavía "está en una situación vulnerable". Añadió que el Fondo proyecta "que el crecimiento aumente a -1,3 en 2019 y a 1,1 por ciento en 2020". Esto es así, dijo, "gracias al repunte de la producción agrícola y el restablecimiento gradual del poder adquisitivo de los consumidores tras la marcada comprensión de los salarios reales el año pasado".
Werner señaló también que se prevé que la inflación continúe descendiendo, como lo ha hecho en los últimos meses. Pero al mismo tiempo alertó sobre la persistencia de este flagelo, una preocupación que expresaron una y otra vez los técnicos del FMI en sus revisiones periódicas de la economía argentina en el marco del acuerdo stand by firmado el año pasado.
En esta oportunidad, el jefe del departamento regional del Fondo señaló que "como la inflación ha sido más persistente, las tasas de interés reales deberán permanecer en niveles más altos por más tiempo, lo que explica la revisión a la baja del crecimiento en 2020". El otro factor de peso, agregó, es el efecto Brasil: "El hecho de que la economía brasileña en 2019 haya sido tan débil también va a limitar el efecto positivo que podía tener" sobre el crecimiento argentino.
La caída del PBI argentino en 2019, del 1,3 por ciento, se da en un contexto de debilidad general de las economías latinoamericanas, que en conjunto crecerán este año apenas un 0,6 por ciento. El año que viene, sin embargo, el Fondo prevé una aceleración moderada en la región, para la que proyecta un crecimiento promedio de 2,3, aunque con riesgos externos e internos que acechan en el horizonte y podrían poner esa cifra entre signos de interrogación.
Entre esos riesgos Werner mencionó hoy la posibilidad de "una nueva escalada de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, una desaceleración en las principales economías y condiciones financieras globales más restrictivas".
En el plano interno, en tanto, advirtió que los principales riesgos "incluyen un aumento de la incertidumbre de las políticas económicas, la reversión de reformas y desastres naturales". Agregó que "a comienzos de este año se registraron fuertes flujos de inversión de cartera, los que disminuyeron en mayo y junio y podrían contraerse aún más de materializarse los riesgos a la baja".